Ni siquiera él lo vio venir. La detención por parte de la Guardia di Finanza de Massimo Coppola, alcalde de Sorrento (Italia), en el momento en que recibía un pago de 6.000 euros que no pudo justificar, ha descubierto la aparente complicidad de un vidente en la trama. Los agentes que arrestaron a Coppola, pertenecientes a un cuerpo especial militarizado del Ministerio de Economía italiano, encontraron en casa del vidente 167.000 euros ocultos en una mesa de billar.
Lello il sensitivo, como se hacía llamar Rafalle Guida, es el vidente en cuestión, aunque sus habilidades de adivinador son solo una de las muchos talentos que él mismo se atribuye. Dice de sí mismo que es productor y editor de televisión, habilidad, se supone que desarrolló durante sus propios programas nocturnos de videncia y esoterismo, muy similares a los que poblaron las madrugadas españolas hace unas décadas, y que dejaron personajes entre ridículos y entrañables.
El político frustrado
Guida, adivino o no, también quiso ser político. Trató de hacer carrera en Caserta, al abrigo de Forza Italia, explica La Repubblica, pero comenzado el siglo XXI decidió que la política era demasiado turbia para él. Tampoco lo vio venir.
Pero llegó el año 2022 y Massimo Coppola, el detenido alcalde de Sorrento, estrenaba cargo de primer edil. Buscó un experto en comunicación y todos los caminos le llevaron a Lello-Guida. La contratación del vidente como responsable de comunicación institucional del Ayuntamiento sorrentino causo estupor, y fue pronto revocada. Requerido por la agencia italiana Ansa, Coppola aseguró que le convenció el currículum de Guida, calificó su inclinación por la adivinación como “afición” y se preguntó: “Si una persona es capaz, tiene contactos y experiencia, ¿por qué hay que descartarla?”.
Queda por ver si los 167.000 euros que Guida escondía en la mesa de billar, y que parecen probar su papel como intermediario en los cobros ilícitos del alcalde Coppola, son también una “afición” o responden a razones esotéricas. Tendrá que ser convincente: la Guardia di Finanza no suele andarse con bromas.