En las dos últimas cumbres de la OTAN, el protagonista fue siempre un líder cuyo país no forma parte de la organización. Era el ucraniano Volodímir Zelenski, quien firmaba acuerdos de seguridad con el G-7 y protagonizaba ruedas de prensa con el antecesor de Mark Rutte como secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. En esta ocasión, en La Haya, sin embargo, la participación de Zelenski quedó relegada a una invitación a la cena protocolaria ofrecida por los reyes de Países Bajos y el Consejo OTAN-Ucrania fue rebajado a nivel ministerial.
El motivo tiene nombre y apellido: Donald Trump. Rutte diseñó una cumbre al milímetro para complacer al presidente de Estados Unidos. Todo quedó reducido a una única sesión de trabajo, ya que es de sobra conocido que el magnate se aburre con las reuniones multilaterales donde múltiples dirigentes toman el turno de palabra.
El objetivo de Rutte era lograr un encuentro exitoso que sellara el nuevo objetivo de gasto en defensa del 5%. Si Zelenski hubiese participado, había más riesgo de que este nuevo compromiso de inversión militar quedase ensombrecido por otro posible choque entre Trump y el ucraniano, como el que se vio hace unos meses en el despacho oval.
Rutte quería evitar que el 5% quedase opacado por un encontronazo con el líder ucraniano
En la declaración final de la cumbre, Ucrania esta vez solo fue mencionada cuando los aliados “reafirman su compromiso soberano y duradero de prestar apoyo” al país. Su “seguridad contribuye a la nuestra, y, con este fin, incluirán contribuciones directas a la defensa de Ucrania y a su industria de defensa al calcular el gasto en defensa de los aliados”, continúa la cita. Aunque Rutte en la rueda de prensa final sí evocó el “camino irreversible” de Ucrania hacia la OTAN, el apoyo a su posible entrada no quedó recogido en el documento oficial, como sí sucedió el año pasado en Vilna.
“Fue una cumbre dibujada para que fuera conveniente para Trump y minimizar los riesgos de complicaciones. Esto se consiguió. Pero también es verdad que Ucrania logró nuevos compromisos significativos. Desde la parte ucraniana, entendieron que el peor escenario era una mala atmósfera con Trump en la OTAN”, analiza Ian Lesser, jefe de la oficina de Bruselas del think tank German Marshal Fund.
Aunque su papel en el encuentro fuera menos visible, sí es cierto, recuerda Lesser, que la guerra en Europa es el contexto clave para entender muchas de las decisiones que se tomaron. Principalmente el rearme de las naciones europeas, promovido no solamente por Trump, sino también por países como Polonia, los bálticos o los nórdicos, los más expuestos a Rusia y quienes temen que Vladímir Putin no se contente con invadir Ucrania y quiera poner a prueba el artículo 5 de la Alianza Atlántica. Es decir, la cláusula de defensa colectiva por la que los aliados deben salir en defensa de un miembro de la organización militar en caso de un ataque.
El presidente estadounidense comienza a hacer evidente su hartazgo sobre Putin
Zelenski no solo participó en la cena de gala, sino que también tuvo varias reuniones bilaterales. Principalmente, una cita con Trump, que fue mucho mejor que la primera, tras la cual el presidente de los Estados Unidos dijo que consideraría enviar más baterías Patriot a Kyiv. El lenguaje de Trump sobre Putin está cambiando ligeramente después de los primeros meses en la Casa Blanca y el presidente parece que comienza a hartarse de la falta de voluntad negociadora del Kremlin. “Vladímir Putin realmente tiene que poner fin a esa guerra. La gente está muriendo a un ritmo que no se veía desde hacía mucho tiempo”, declaró en la rueda de prensa tras el fin de la cumbre. “Se está cansando, y no es el único”, subraya Lesser.
La OTAN no es el único organismo que arrastra los pies con Ucrania. En la cumbre europea del jueves, los líderes trataron de buscar un acuerdo político para impulsar el decimoctavo paquete de sanciones contra Moscú para que los embajadores lo pudieran sellar en los próximos días. Sin embargo, el primer ministro eslovaco, Robert Fico –junto a Orbán, el gran aliado de Putin en el continente– mantuvo su veto porque se había ignorado su petición de enmendar un acto legislativo para impedir completamente el flujo de gas ruso a Europa a partir del 1 de enero de 2028. El jueves sí se logró la prórroga durante otros seis meses de las sanciones ya exisistentes, y también unas conclusiones –aprobadas por 26 Estados miembros– que reiteran el apoyo en el camino de Ucrania hacia el bloque comunitario.
Un ataque ruso mata a cinco ucranianos en Samar
Un ataque ruso con misiles balísticos dejó ayer al menos cinco muertos y 23 heridos en la ciudad ucraniana de Samar, en el este del país. “Un hombre de 46 años herido en el ataque con misiles de hoy (por ayer) en Samar ha muerto en el hospital”, indicó en un mensaje de Telegram el jefe de la administración militar regional de Dnipropetrovsk, Serhí Lisak. Inicialmente, Lisak había lamentado que hubiera víctimas mortales y heridos, al dar cuenta de un balance de tres muertos y catorce heridos, cifra que más tarde corrigió al alza, hasta cinco. “Desgraciadamente hay personas muertas y heridas en la ciudad de Samar debido a un ataque con misiles. Hay un incendio”, había informado Lisak. Mientras tanto, el ministro del Interior, Igor Klimenko, informó de que la cifra de muertos en el ataque del pasado martes contra la ciudad de Dnipró, en esa misma región, asciende ya a 21. Además, más de 340 personas resultaron heridas, entre ellas 38 niños, y varias otras siguen desaparecidas, mientras continúan las operaciones de búsqueda y rescate, añadió Klimenko en un mensaje en Facebook.