El primero de los pecados capitales es la soberbia, que el catecismo católico define como “el amor desordenado a uno mismo”. De los gestos y actos de Donald Trump, es fácil concluir que la soberbia puede contarse entre sus defectos. Tal vez fue eso lo que hizo que, en marzo de este año, se viralizara la queja por el retrato que le representa en el Capitolio de Colorado, el órgano de gobierno de dicho Estado. Desde 2019, el rostro de Trump —como el del resto de presidentes de EE.UU.— decoraba las paredes del edificio. La obra, firmada por Sarah Boardman —que también pintó a Obama o a Bush hijo—, fue un asunto local hasta que Trump, seis años después, lo descubrió como una afrenta.
Súbitamente y en Truth Social, la red social de su propiedad, el presidente de EE.UU. se levantó un domingo y expresó una amarga queja. “A nadie le gusta una mala foto o pintura de sí mismo, pero la del gobernador de Colorado, en el Capitolio del Estado, junto con todas las de los demás presidentes, fue distorsionada a propósito hasta un nivel que tal vez ni yo haya visto nunca”, indicó. “La artista también hizo la del presidente Obama, y él está estupendo, pero la mía es realmente la peor. Debe de haber perdido su talento con la edad”, sentenció.
Un culpable inocente
Aunque el retrato fue financiado y encargado por el Partido Republicano de Colorado —los partidos de los presidentes son los que gestionan este tipo de cuestiones a nivel estatal—, Trump decidió que el responsable del retrato era Jared Polis. Polis, gobernador demócrata de Colorado, es también el primer gobernador de estado abiertamente gay, y también el primero en ser elegido para su cargo estando casado con una persona del mismo sexo. Colorado, por cierto, se decantó por Kamala Harris en las presidenciales de 2024. Según Trump, y pese a que el retrato estaba colgado en el Capitolio desde 2019, “mucha gente de Colorado ha llamado y escrito para quejarse. De hecho, ¡están enfadados por ello!”. Y añadió: “Estoy hablando en su nombre con el gobernador de la izquierda radical, Jared Polis ¡Debería avergonzarse de sí mismo!”.
No fue Polis, sino los republicanos en el Capitolio de Colorado, los que previeron y lograron la retirada del cuadro. Ahora ha sido reemplazado por un nuevo retrato, “donado por la Casa Blanca”, recogen los medios de Denver (Colorado), que ha visto la luz en el arranque de este mes de junio. La autora ya no es Sarah Boardman, sino Vanessa Horabuena, una cristiana renacida que explica en su página web que dejó de pintar durante ocho años hasta que sintió una llamada de Dios. “Adorar al Señor, para mí, es la experiencia más poderosa y profunda que he vivido en mi vida”, explica. Entre sus obras hay retratos de Jesucristo, de la Cruz, escenas bíblicas y dos retratos presidenciales —sin contar en de Trump—: uno de John F. Kennedy y otro de Abraham Lincoln.
Una artista divina
Trump, por fin, está satisfecho de su retrato, cuyo gesto y posición recuerdan tanto a la fotografía oficial del presidente que cuelga de la web de la Casa Blanca como al retrato policial que se difundió cuando fue arrestado. “Gracias a la artista de gran talento, Vanessa Horabuena, y a la increíble gente de Colorado — ¡Ahora en exhibición en el Capitolio Estatal de Colorado!”, escribió en Truth Social.
Cuando se busca en Google el nombre de Vanessa Horabuena lo primero que aparece es su página web. El texto descriptivo de la misma dice: “Pintora cristiana de arte litúrgico que utiliza su obra para glorificar a Dios”. El primer pecado capital, decíamos, es la soberbia, que el catecismo católico también define como el pecado de la persona que “busca su propia gloria en lugar de la de Dios”.