Rumbo a lo imposible

Conflicto en Oriente Medio

La Coalición por la Flotilla de la Libertad anuncia una nueva misión por mar para entregar ayuda a Gaza

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El 'Handala', atracado en el puerto de Siracusa preparándose para navegar hacia Gaza.

GIOVANNI ISOLINO / AFP

Llegar por tierra, mar y aire a Gaza. Ese era, y continúa siendo, el objetivo de la Marcha Global por Gaza, del convoy Sumud y de la flotilla Madleen , que durante el mes de junio trató de llegar al enclave para entregar una simbólica carga humanitaria y denunciar el asedio por parte del Ejército israelí. Esta misma semana, la Coalición de la Flotilla de la Libertad (FFC) ha anunciado que “ Handala , un barco de ayuda civil, ha zarpado oficialmente desde Siracusa, Italia” para volverlo a intentar.

Sin embargo, a pesar de la gran participación –al menos 4.000 voluntarios de 80 países– y de la presencia de figuras mediáticas como Greta Thunberg, las tres iniciativas se quedaron muy lejos de su destino final. Por una parte, las autoridades israelíes detuvieron a la tripulación a bordo del velero y les enviaron a sus países de origen. La marcha por tierra desde el Magreb se quedó aún más lejos, en la desértica frontera entre Libia y Egipto. Aquellos que volaron al Cairo con la idea de llegar a las puertas de Rafah, se quedaron en el aeropuerto o desperdigados por la capital egipcia, jugando al gato y al ratón con la policía.

“Las autoridades egipcias no quisieron autorizar la marcha por miedo a una rebelión interna”

“Las autoridades egipcias no quisieron autorizar la marcha, quizás por miedo a que provocara una rebelión interna”, asegura Pau Alarcón, un joven catalán que participó en la iniciativa y consiguió sortear las aduanas cairotas. Una vez en El Cairo, se encontraron con calles tomadas por la policía y redadas en los hoteles donde se hospedaban los organizadores, que no habían obtenido el permiso explícito de las autoridades.

Junto a otros 400 activistas, decidió que, a pesar la presión del Gobierno egipcio, merecía la pena acercarse lo máximo posible a la franja, en Ismailía, la última ciudad antes del túnel del canal de Suez, y el principal acceso a la región del norte del Sinaí, una zona restringida. Él y otra participante fueron interceptados no muy lejos de allí por locales, que les obligaron a subir a una camioneta.

“Nos llevaron por callejones oscuros durante media hora, sin decirnos a dónde íbamos”, asegura Alarcón. Finalmente, les dejaron en un punto de control cercano, donde pudieron coger un autobús de vuelta a la capital. “El conductor venía de El Arish –pueblo egipcio contiguo a Gaza–, que era el objetivo final. Nos dijo que los egipcios pensaban que era imposible llegar hasta allí: por el canal de Suez, los nueve checkpoints … que era algo simbólico y utópico”, añade.

Los abogados españoles les recomendaron salir del país de forma inmediata para evitar consecuencias legales. La gran mayoría de la delegación española decidió marcharse por seguridad. “Lo positivo, si se puede decir así, es que gracias a la marcha se han activado flotillas, se han convocado manifestaciones por Palestina en muchos países, y la causa ha vuelto al centro de atención”, asegura.

Esta iniciativa ha sido puesta en cuestión por su poca viabilidad. Israel nunca permitirá la entrada de ayuda que no siga sus parámetros. Desde hace meses, la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, en inglés), con sede en Estados Unidos, ha protagonizado imágenes de tiroteos contra la gran cantidad de palestinos que hacen cola en sus instalaciones.

El Gobierno de Abdul Fatah al Sisi ha reiterado que “solo se permitirá el acceso legal y seguro a la región fronteriza con Gaza a quienes obtengan autorización previa de las autoridades egipcias, de su embajada y del Ministerio de Exteriores, por razones de soberanía y seguridad”. Mientras tanto, la tripulación del Handala se prepara para un viaje lleno de buena voluntad, pero con pocas posibilidades de llegar a buen puerto.

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