La crisis de los padres ausentes en Sudáfrica

Demografía

Menos de un tercio de los niños negros sudafricanos vive con su padre biológico

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Niños sudafricanos jugando a fútbol en una imagen de archivo  

Mané Espinosa / Propias

“El niño se enfrenta a un vacío sin su padre”, dice Victor Pike a una sala llena de hombres en Khayelitsha, una zona pobre de Ciudad del Cabo. El público asiente con la cabeza mientras el trabajador comunitario de la ONG Father A Nation defiende una “masculinidad positiva” en la que los padres ausentes asuman más responsabilidades. “La razón por la que nuestro país está roto es porque no hay padres; estamos huérfanos de padre.”

Se trata de un caso único: Sudáfrica es el único de los 43 países analizados por el Institute for Family Studies, un centro de investigación estadounidense, en el que menos de la mitad de los niños viven con ambos padres. Hoy en día, en Sudáfrica, sólo el 36% de los niños (y el 31% de los niños negros) vive con sus padres biológicos, lo que supone un descenso de diez puntos porcentuales desde el fin del dominio blanco a mediados de la década de 1990.

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Una familia en el Parque de El Retiro, a 26 de agosto de 2023, en Madrid (España). El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha revelado los datos de nacimientos producidos en todo el país durante el primer cuatrimestre de 2023. En total, solo han nacido entre enero y abril unas 103.443 personas, lo que supone un 1,75% menos respecto al mismo período del año anterior. Estas cifras, según el INE, convierten al primer cuatrimestre en el peor en ocho años, experimentando la natalidad una evolución a la baja desde 2016, año en el que nacieron 132.045 personas en España. La Comunidad de Madrid y Aragón son las únicas regiones donde la natalidad ha crecido respecto al año anterior.

Crecer sin un padre se asocia con malos resultados que van desde un bajo rendimiento escolar hasta, más tarde, el desempleo y la delincuencia. Los niños más pobres son los más propensos a vivir sin padres, por lo que es difícil separar correlación y causalidad. Ahora bien, según apunta el sentido común (y también todos los trabajadores sociales entrevistados por este corresponsal), las oportunidades en la vida son mejores cuando los padres están presentes.

De todos modos, además de ser una fuente de los males sociales de Sudáfrica, la ausencia de los padres es también una consecuencia de esos males. La ausencia refleja el modo en que historia y la cultura interactúan con una economía estancada. Bajo el apartheid, los hombres negros de las zonas rurales fueron reclutados de forma casi forzosa para trabajar en minas y otras industrias y eran alojados en albergues exclusivamente masculinos. No se permitía la presencia de familias. Al aceptar el Premio Nobel de la Paz en 1984, Desmond Tutu se refirió al apartheid como “este cáncer que carcome las entrañas de la vida familiar negra”.

La estructura del mercado laboral favorece que los padres se ausenten en masa, una herencia de la era del apartheid

En Khayelitsha, Pike cuenta a los hombres que su padre trabajaba en una mina de oro y sólo lo veía cinco días al año. Varios asistentes dicen que su padre nunca volvía a casa. A uno se le llenan los ojos de lágrimas al recordar cómo sus amigos se burlaban de él en Navidad por no recibir regalos.

Ahora bien, ¿por qué razón ha empeorado la tendencia a la ausencia de los padres desde el fin del apartheid? En parte, se debe a que, aunque la política sufrió una revolución en la década de 1990, no ocurrió lo mismo con la estructura económica del país. Las viejas costumbres tardan en desaparecer.

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Un niño corre por las calles de un suburbio de Johanesburgo 

Siphiwe Sibeko / Reuters

Sin embargo, otra parte de la explicación quizás resida en que a las mujeres les resulta más fácil económicamente vivir separadas de los padres de sus hijos. El fin de las restricciones a la circulación de personas impuestas por el apartheid llevó a más mujeres a buscar trabajo. Su participación en la población activa ha aumentado del 40% al 55%. La brecha salarial entre hombres y mujeres se redujo en los veinte años posteriores a 1994 y casi desapareció entre los salarios más bajos. Las subvenciones para la manutención de los hijos, una prestación social, aportan algo de dinero adicional.

En Sudáfrica, los hombres y las mujeres suelen considerar al padre como el proveedor, no como el cuidador. Un estudio sociológico señala que los hombres se autodenominan “padres cajero automático”. Las normas culturales reflejan y refuerzan esa identidad. La práctica de la lobola, que a veces se traduce como «precio de la novia», exige que el hombre pague una suma (originalmente, en ganado; ahora, en dinero) a la familia de la mujer antes del matrimonio. Los hombres que tienen un hijo fuera del matrimonio deben pagar inhlawulo (“daños y perjuicios”) antes de obtener los derechos parentales.

A falta de padre, la familia extensa está ganando cada vez más importancia entre la población negra sudafricana

Para los padres que quieren desempeñar un papel más activo en la vida de sus hijos, esas prácticas suponen una barrera de entrada; una barrera que, de hecho, se ha vuelto más alta desde la década de 1990. La mayoría de los hombres negros no tienen trabajo o a duras penas se ganan la vida en la economía informal. La tasa de desempleo general ha aumentado del 20% en 1994 al 33%. “Nuestra comunidad espera que seamos superhéroes” al pensar que podemos ganar lo suficiente, se lamenta otro participante en la sesión de Pike.

La ausencia del padre no significa que las mujeres críen a los hijos solas. Entre los sudafricanos negros, que constituyen el 82% de la población, las familias extensas se han vuelto más comunes. Representan el 66% de los hogares negros, mientras que sólo el 21% son nucleares. Entre los blancos, las proporciones se invierten, con un 71% que vive en familias nucleares y un 19% en familias extensas. Es difícil decir en qué medida eso refleja arraigadas preferencias culturales o presiones económicas (las familias negras acomodadas tienden más a ser nucleares). En cualquier caso, los niños no son ramas de árboles genealógicos, sino copas.

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Aunque las tías y las abuelas son fundamentales para la crianza de los niños, otros hombres también son importantes. Desde 2010, más niños han vivido con un varón adulto que no es su padre que con sus padres biológicos. Ese grupo de parejas de la madre, tíos, abuelos o hermanos se conoce como “padres sociales”.

Algunos estudios apuntan a una relación entre el maltrato infantil y el hecho de crecer en un hogar con un hombre que no es el padre. Sin embargo, muchos padres sociales ejercen una influencia benigna. Según el informe The State of South Africa's Fathers (SOSAF) publicado el año pasado, casi un tercio de los padres sociales ayudan a los niños con los deberes y les leen libros. Los padres sociales también ayudan económicamente. Un informe anterior de SOSAF menciona el ejemplo de un hombre, Yanga, cuyos ingresos mensuales de 15.000 rands (equivalentes a 550 euros actuales) ayudaban a mantener a los dos hijos biológicos que educaba en casa con su esposa, al otro hijo de ella (que también vivía con ellos), a su hijo de una relación anterior (que no vivía con ellos) y a dos sobrinos.

En 2023, Cyril Ramaphosa, presidente de Sudáfrica, afirmó que “el reto de los padres ausentes es una de las mayores tragedias de nuestro país”. El caso es que su gobierno no ha hecho mucho al respecto. Por lo tanto, como suele ocurrir en Sudáfrica, la sociedad civil es la que se encarga de recoger los pedazos.

Father A Nation es una de las diversas ONG que intentan cambiar la forma de actuar de los hombres. Otras organizan “talleres de juego” y proporcionan mentores. Heartlines, otra ONG, ofrece un servicio de coaching para padres a través de WhatsApp.

También ha producido un cortometraje, Playing Dad, en el que un padre distante y de la vieja escuela se ve obligado a hacerse cargo de su hijo. Se trata de uno de los muchos ejemplos de iniciativas que utilizan los medios de comunicación para influir en la visión de lo que significa ser hombre y padre. Kwanda Ndoda, de la fundación DG Murray Trust, ha realizado un documental sobre los trabajadores sociales negros que cuidan niños. “Si los niños ven a hombres en puestos de cuidado infantil, será menos probable que crezcan pensando que el cuidado es algo que sólo hacen las mujeres.” Sesame Workshop, la rama sin ánimo de lucro de Barrio Sésamo, ha creado un nuevo títere, Zikwe: un taxista que tiene que cuidar de los trillizos de su hermana cuando ella consigue trabajo en otra ciudad.

No está claro qué impacto tendrán estas iniciativas. Un vídeo viral de TikTok de hace dos años, en el que un niño prometía descuidar a su propio hijo como su padre lo descuidó a él, da una idea de la magnitud del problema. No obstante, en Khayelitsha, Pike no se desanima y su público lo escucha. Termina con una oración, pidiendo la ayuda de Dios para “que no cometamos ni repitamos los errores de nuestros padres”.

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Traducción: Juan Gabriel López Guix

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