La primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, pidió perdón el miércoles en nombre del Estado a las mujeres groenlandesas que fueron víctimas de una campaña de anticoncepción forzada durante dos decenios en la isla ártica, territorio autónomo danés y antigua colonia del reino.
Entre los años sesenta y setenta, médicos daneses colocaron dispositivos intrauterinos (DIU) a unas 4.500 mujeres y niñas inuit, casi siempre sin pedirles permiso ni informarles de que su finalidad era evitar embarazos. El objetivo de este plan oficial era controlar el crecimiento demográfico. Casi todas las víctimas sufrieron trastornos físicos o psicológicos, y muchas quedaron estériles.
En una visita el miércoles a la capital groenlandesa, Nuuk, la primera ministra Frederiksen verbalizó la petición oficial de excusas, después de un primer comunicado de disculpas emitido en agosto sobre uno de los asuntos más espinosos de la relación entre Dinamarca y Groenlandia.
“Solo hay una cosa correcta que deciros hoy: perdón. Perdón por la injusticia que se cometió con vosotras por ser groenlandesas, perdón por lo que os quitaron y por el dolor que eso os causó. En nombre de Dinamarca: perdón”, dijo la líder socialdemócrata en un acto en el centro cultural Katuaq, núcleo social de Nuuk, que fue transmitido por la televisión pública groenlandesa.
Trato discriminatorio colonial y postcolonial
Dinamarca intenta sanar las heridas que infligió a la población autóctona de la isla ártica, ahora codiciada por Trump
“Una disculpa no cambia lo ocurrido, pero espero que sea un reconocimiento de que lo que os hicieron fue erróneo”, afirmó Frederiksen durante el acto con la ciudadanía, en el que tomaron la palabra, transidas de emoción, dos representantes de las mujeres afectadas. La líder danesa lamentó un pasado común “que incluye otras historias de discriminación”.
Ya a inicios de esta semana, ella misma anunció la creación de un fondo de reconciliación para indemnizar a las mujeres de la anticoncepción forzada y a otros groenlandeses víctimas de discriminación, cuya cuantía y cuyo procedimiento deben negociarse con el Gobierno de la isla.
Existe además una demanda colectiva de 143 mujeres groenlandesas contra el Estado danés por violar sus derechos humanos, en la que reclaman una indemnización de 43 millones de coronas (5,8 millones de euros) en un proceso que se espera llegue a los tribunales en el 2027.
Los más de dos siglos de colonización danesa de Groenlandia y también el trato postcolonial han dejado profundos agravios en la población autóctona, los inuit, que actualmente representan el 85% de los casi 57.000 habitantes de la isla. Entre Nuuk y Copenhague abundan las tensiones, pero Dinamarca se esfuerza ahora como nunca por aliviarlas en el contexto del agresivo interés del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por apropiarse de la enorme isla ártica.
“Nos hemos reunido por algo inaceptable. Una disculpa no significa que aceptemos lo ocurrido. Estamos aquí porque no aceptamos lo ocurrido”, dijo el miércoles el primer ministro groenlandés, el liberal Jens-Frederik Nielsen, en el cargo desde las elecciones del pasado marzo.
Tras más de dos siglos de colonización danesa, Groenlandia pasó en 1953 a ser una región más del reino, en 1979 recibió autonomía, y en el 2009 obtuvo el actual autogobierno, que contempla la opción legal de un referéndum de autodeterminación.

La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, y el primer ministro groenlandés, Jens-Frederik Nielsen, llegano al centro cultural Katuaq de Nuuk, el 24 de septiembre
El llamado ‘caso de la espiral’ (por la forma del DIU) fue desvelado en profundidad en el 2022, y entonces una comisión mixta de académicos daneses y groenlandeses empezó una investigación cuyos resultados se publicaron a inicios de septiembre. Hay otra investigación en marcha sobre las consecuencias legales.
La anticoncepción forzada no es el único caso de abuso: en los años cincuenta, una veintena de niños inuit fueron enviados a Copenhague a aprender danés con el objetivo experimental de iniciar una pequeña élite para dirigir la isla. Al cabo de dos años regresaron, pero fueron alojados en hospicios. La mayoría acabó mal. En el 2022, la primera ministra Frederiksen pidió disculpas en público a seis de esos niños, entonces ya ancianos.