Susana Malcorra: “El liderazgo de una mujer podría revitalizar la ONU”

Entrevista

La diplomática argentina, que fue jefa de gabinete de Ban Ki Mun y ministra de Exteriores de su país, preside la organización GWL Voices, dedicada a fomentar el empoderamiento femenino

Entrevista Susana Mabel Malcorra es una ingeniera eléctrica y diplomática argentina. Activa conferencista y miembro del Consejo en múltiples instituciones públicas y empresariales.

Susana Malcorra, la semana pasada en Barcelona

Mané Espinosa

Ingeniera de formación, la argentina Susana Malcorra (Rosario, 1954) aparcó una exitosa carrera en el mundo privado –fue directora de la empresa de comunicaciones Telecom– para trabajar en la ONU, donde llegó a ser jefa de gabinete del secretario general Ban Ki Mun. En el 2015, dio el salto al Gobierno de su país como ministra de Exteriores, y desde ahí se postuló para dirigir Naciones Unidas, pero Antonio Guterres le ganó la partida. Tras dimitir como canciller de su país en el 2017, cofundó la organización GWL Voices, de la que es presidenta, con el fin de promover la igualdad de género en el sistema internacional. 

Feminista y multilateralista convencida, Malcorra –que actualmente reside en Madrid– visitó la semana pasada Barcelona para participar en el Fòrum Beijing +30, una cita dedicada a analizar el legado de uno de los grandes hitos en la lucha por los derechos de la mujer, la Declaración de Pekín de 1995. Fue en el marco de ese evento cuando la diplomática atendió a La Vanguardia.

Se cumplen 30 años de la Declaración de Pekín y justo ahora asistimos a una gran reacción antifeminista en gran parte del mundo. ¿Cómo ve el momento actual?

Es innegable que hay un estancamiento, y en varios países hay retrocesos. Es un momento preocupante. La Declaración de Pekín fue aprobada por 189 estados, todos los miembros de la ONU. Cada palabra fue fruto de una negociación muy intensa. Hoy eso sería imposible, porque el espectro de diferencias es mucho más amplio. No es casual: cuando las mujeres avanzamos en nuestros derechos, se producen reacciones por parte de quienes perciben esto como una pérdida de poder. Yo discrepo profundamente de esto: cuando las mujeres nos sumamos, la tarta se hace más grande, como sucede cuando la mujer participa activamente en la economía

¿Qué retrocesos tangibles le preocupan más?

La revisión de leyes de cuotas es una realidad en muchos sitios. Luego está la revisión del tema del aborto: lo hemos visto en EE.UU., y está pasando en otros países. Parece que se está produciendo un proceso de adormilar las sociedades ante estas cuestiones a través de argumentos que se han armado con mucho pensamiento, y que interpelan a diversos colectivos, como los hombres jóvenes.

Ataque al multilateralismo

“Hoy estamos en la ley del más fuerte; lo vemos en miembros permanentes del Consejo de Seguridad”

¿Y cómo se puede evitar que estos retrocesos que ya son tangibles se consoliden?

Yo soy una multilateralista convencida. Pienso que la arquitectura que nos dimos después de la Segunda Guerra Mundial es fundamental para producir las transformaciones del mundo. La ONU es un marco de referencia que después decanta a nivel nacional. Y acá es muy importante la unificación de perspectivas por parte de la sociedad civil, el sector privado y el sector público, entendiendo que postergar a la participación de la mitad de la sociedad en la actividad económica, social y política de un país solo implica eso, postergación. 

El multilateralismo también atraviesa un momento crítico, con el auge de los populismos y el cuestionamiento de los consensos surgidos tras la Segunda Guerra Mundial. ¿Cuál es su diagnóstico?

Hoy estamos en la ley del más fuerte. Lo vemos en miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU que violan flagrantemente la Carta de Naciones Unidas. Es un momento muy complejo, en el cual la militarización en la solución de los conflictos es central. No solo eso: hay una generación de conflictos a través de la hipermilitarización, lo que nos pone en un círculo vicioso. La mayor inversión en temas de defensa implica menos recursos para las áreas sociales, lo cual hace que sea menos factible que las necesidades del ciudadano se cumplan. Sin embargo, muchos ciudadanos se ven compelidos a aceptar esta noción de la beligerancia, que es contradictoria con sus propias prioridades.

¿Esta crisis que atraviesa el multilateralismo es coyuntural o va camino de hacerse estructural?

Hay una intencionalidad de que sea estructural, y tiene que haber una reacción para que esto no ocurra. Parte del secreto es reconocer que el mundo ha cambiado mucho desde 1945, y que la distribución del poder dentro de los organismos multilaterales no refleja ese cambio.

Nuevo orden mundial

“Tener que elegir entre EE.UU. o China no es del interés ni de Europa ni de Latinoamérica”

Esta nueva época está marcada por la pugna entre EE.UU y China. ¿Qué papel deberían adoptar actores como Europa y Latinoamérica?

Tener que elegir entre EE.UU. o China no es del interés ni de Europa ni de Latinoamérica. Tenemos muchas ventajas en transaccionar con uno y con otro, ¿por qué escoger? Creo que sumarnos nos daría más poder de negociación, por eso siempre he defendido el acuerdo de la UE con el Mercosur. Lamentablemente, no veo a la UE con esa visión estratégica.

Ante crisis como las de Ucrania y Gaza, cunde la sensación de que la ONU no es efectiva. ¿Se hace urgente una reforma?

La ONU es muchas cosas: la Asamblea, el Consejo de Seguridad, las agencias humanitarias, la Secretaría General… Hay que repensar mucho de esto. Volver a las bases en algunos aspectos. Todo esto requiere de un interés político. Los países que están en el grupo intermedio, que ven el valor de la ONU en su propio interés y en el de los más rezagados, deberían armar coaliciones que salvaguarden los principios de la institución.

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En este escenario, ¿cumplir la Agenda 2030 resulta hoy una utopía?

Yo fui parte de la generación de la Agenda 2030, así que tengo cero objetividad. La Agenda 2030 era una utopía en sí misma, era terriblemente aspiracional; y eso estaba bien, porque el fijar la mira alta nos permite llegar más lejos. Dicho esto, estamos llegando a mucho menos de lo que era posible. Hay que mantener la presión.

En el 2026, la ONU tendrá que elegir nuevo secretario general, cargo que nunca ha ocupado una mujer y al que usted ya aspiró sin éxito. ¿Ahora es el momento?

Ahora sí que sí. Reconocer que hay mujeres capaces y darles una oportunidad me parece esencial. Pero hay otro elemento, que es el momento en que vivimos. Un momento en el que las características más duras, masculinas, están sobre la mesa. Tener a alguien con una perspectiva distinta, de construir puentes, es fundamental. Es una oportunidad de oro: la ONU está siendo cuestionada, y el liderazgo de una mujer podría revitalizar el vínculo con la ciudadanía.

Dice que una figura femenina tendría una perspectiva más constructiva, pero liderando la ola reaccionaria actual también hay mujeres: Giorgia Meloni, Marine Le Pen, Alice Wiedel…

Tiene toda la razón: mujer es condición necesaria, pero no suficiente. Lo que nos gustaría es que hubiera una mujer con visión feminista, con las características de sumar y de, sobre todo, pensar el mundo como un sitio de oportunidad. Es evidente que estos movimientos reaccionarios han logrado generar liderazgos de mujeres para contrarrestar nuestra narrativa.

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Malcorra dirige la organización GWL Voices

Mané Espinosa

¿Qué otros matices aportaría el liderazgo femenino de la ONU?

La ONU atraviesa una crisis financiera, y las mujeres tendemos a ser muy buenas manejando las cuentas; somos menos tomadoras de riesgo. Lo que me preocupa es que, en un momento tan difícil, se elija a una mujer solo con la idea de que, milagrosamente, puede resolver todos los problemas. Quien sea que asuma esta responsabilidad, va a necesitar un equipo muy sólido que la acompañe, y tiene que tener la real convicción por parte de los estados miembros de que hay que darle una oportunidad.

Usted estuvo en el Gobierno de Argentina, en la época de Mauricio Macri. ¿Cómo valora la gestión de Javier Milei?

Yo procuro hablar poco de mi país fuera de mi país. De cualquier manera, sí le puedo decir que me preocupan los retrocesos que Argentina está teniendo en el ámbito multilateral, de los organismos de derechos humanos. Son un reflejo de una posición filosófica del Gobierno con la cual, evidentemente, no estoy de acuerdo.

Y, teniendo en cuenta toda su experiencia, ¿qué consejo le daría a la Susana Malcorra que todavía no había empezado su carrera?

Primero, tener principios y valores y ser consistente con ellos, lo cual no significa ser inflexible. Y segundo, ser capaz de reinventarse; algo que me parece fundamental, porque significa que uno tiene la energía para cambiar las cosas.

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