La soledad de Trump y Netanyahu

Asamblea General de la ONU

Sus intervenciones y las reacciones en la Asamblea General de la ONU constatan que están perdiendo el relato sobre Gaza

FILE PHOTO: U.S. President Donald Trump speaks as Israeli Prime Minister Benjamin Netanyahu waves following a meeting in the White House, in Washington, U.S., April 7, 2025. REUTERS/Kevin Mohatt//File Photo

Donald Trump y Beniamin Netanyahu, antes de su reunión en la Casa Blanca, en Washington, EE. UU., el 7 de abril de 2025.

Reuters

Donald Trump pronunció el martes su discurso más agresivo hasta la fecha contra el multilateralismo en el que se basa la Organización de las Naciones Unidas. “¿De qué sirve la ONU?”, preguntó a la Asamblea General: “Lo único que he obtenido de ella son unas escaleras mecánicas que no funcionan y un teleprompter que no funciona”. Después de presumir de que su país es, “de lejos”, el más próspero, el más seguro y el más poderoso, se atribuyó el discutible mérito de haber terminado siete conflictos, que en su opinión le hacen merecedor del premio Nobel de la Paz. “Lamentablemente, en todos esos casos, la ONU ni siquiera ha intentado ayudar. He puesto fin a siete guerras, he lidiado con los líderes de esos países y nunca he recibido ni una llamada” para ofrecerle ayuda o felicitarlo, afirmó el presidente de Estados Unidos.

La capacidad del organismo multilateral de lograr la paz en el mundo lleva en tela de juicio desde su propia creación, pero hoy es especialmente visible en Ucrania y Gaza, las dos masacres que Trump prometió en campaña que iba a terminar en su primer día en el despacho oval. Ocho meses después, ambas se han recrudecido, y los drones rusos ya se asoman al espacio aéreo de la OTAN, y la comunidad internacional comienza a aceptar que lo que ocurre en Gaza es un genocidio.

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El futuro de Palestina está en manos de Washington, que financia y nutre al ejército más poderoso de Oriente Medio, el israelí, que desde los ataques de Hamas el 7 de octubre del 2023 ha matado a más de 60.000 palestinos y ha dejado más de 200.000 víctimas, hambruna y un paisaje desolador en Gaza. La devastación ha llevado al reciente reconocimiento de Palestina por parte de Reino Unido, Canadá, Australia, Bélgica o Portugal, entre otros, que se suman a la abrumadora mayoría de países del mundo que lo hicieron antes, como es el caso de España.

La Asamblea General de las Naciones Unidas ha evidenciado la soledad de Trump en su apoyo a Israel, así como la del primer ministro Beniamin Netanyahu, que ha perdido la batalla del relato ante la comunidad internacional. Su intervención el viernes ante un plenario desierto, por el abandono masivo de los representantes de decenas de países en señal de protesta, fue buena prueba de ello.

“Quiero dar las gracias al presidente Trump por actuar con valentía”, dijo, presumiendo de su alianza contra Irán, Hamas, Hizbullah y otras milicias que “nos odian por igual” a israelíes y americanos. “Estamos luchando por todos ustedes”, afirmó, erigiéndose en salvador de la civilización occidental: “A puerta cerrada, muchos de los líderes que nos condenan públicamente, en privado nos dan las gracias. El presidente Trump lo entiende mejor que ningún otro líder”, añadió, despreciando las críticas de los europeos, que con su reconocimiento de Palestina están demostrando que “asesinar judíos tiene premio”. Tras negar la posibilidad de un estado palestino, prometió seguir con su ofensiva hasta el final: “Terminaremos el trabajo”.

El presidente de EE.UU. recibe mañana al primer ministro israelí en la Casa Blanca

Mañana, Netanyahu será recibido con honores en la Casa Blanca por tercera vez en el segundo mandato de Trump, quien sigue mostrándose optimista con la paz. “Creo que estamos muy cerca de un acuerdo para terminar la guerra”, dijo el viernes. Pero inmediatamente después validó la continuación de la masacre israelí: “La última resistencia de Hamás está atrincherada en la Ciudad de Gaza. Juran repetir las atrocidades del 7 de octubre. Por eso Israel debe terminar el trabajo”.

El aislamiento de Trump no solo se ha reflejado esta semana en torno a su complicidad con Israel. En su disruptivo discurso en la sede de la ONU, en su Nueva York natal, cargó contra el organismo por sus consensos contra la emergencia climática, a la que definió como una “estafa verde” que lleva a los países a la “bancarrota”; defendió sus aranceles masivos, que están rompiendo el orden internacional que construyó EE.UU. y abocan al mundo al proteccionismo; y cargó contra la defensa de los derechos de los inmigrantes.

“Naciones Unidas no solo no está resolviendo los problemas, sino que a menudo genera problemas que tenemos que resolver nosotros”, afirmó Trump, y lanzó una serie de acusaciones sin evidencia contra lo que define como las “élites globalistas”. “Naciones Unidas financia el ataque contra países occidentales y sus fronteras. En 2024, asignó 332 millones en asistencia para apoyar a los inmigrantes que llegaban a EE.UU. La ONU apoya a personas que llegan ilegalmente a EE.UU. y luego nosotros las tenemos que expulsar: ofrece alimento, abrigo, transporte y tarjetas de débito a extranjeros ilegales. Se supone que debe poner fin a invasiones, no crearlas ni financiarlas”, sentenció.

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