Con el acuerdo de alto el fuego en Gaza todavía caliente, Donald Trump se propone resolver ahora otro conflicto que se arrastra desde hace décadas, pero que genera menos atención mediática: el del Sáhara Occidental.
El próximo jueves, el Consejo de Seguridad de la ONU tiene que reunirse para renovar el mandato de la Minurso, la misión de paz creada en 1991 para gestionar la disputa territorial en la antigua colonia española, y EE.UU. aprovechará la ocasión para presentar un proyecto de resolución que, en caso de aprobarse, supondría todo un giro respecto a la posición que Naciones Unidas ha mantenido hasta hoy en torno a este contencioso.
La propuesta elaborada por la Casa Blanca –filtrada hace unos días a a la prensa– apuesta por la “autonomía genuina bajo soberanía marroquí” como “la solución más viable” al conflicto, enterrando así el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui recogido en las anteriores resoluciones de la ONU.
Según el borrador estadounidense, el plan de autonomía que Rabat presentó en el 2007 –que contempla delegar algunas competencias al pueblo saharaui, pero que deja ámbitos como la defensa y las relaciones exteriores en manos del Gobierno marroquí– tiene que ser “el único marco de negociación” en unas conversaciones que deberían empezar “sin demora”. Asimismo, en función del resultado de esas negociaciones, se plantea “transformar o poner fin” a la Minurso.
Esta propuesta de resolución da continuidad al volantazo dado por Trump en su primer mandato, en el 2020, cuando reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental a cambio de que Rabat estableciera relaciones diplomáticas con Israel, en el marco de los Acuerdos de Abraham. Un giro al que luego se sumaron Francia y, de forma más sorpresiva, España.
La reunión del Consejo de Seguridad en la que EE.UU. presentará su propuesta tendrá lugar en un momento especialmente sensible: a las puertas del 50.º aniversario de la Marcha Verde, la operación con la que, en 1975, Marruecos logró apropiarse del Sáhara Occidental cuando todavía era colonia española. Tras aquel episodio, España oficializó su renuncia al control de la región y el Frente Polisario –defensor de la independencia saharaui– inició una guerra contra el nuevo invasor que hoy sigue activa, y que provocó la huida de parte de la población local hacia Argelia.
Sin embargo, no está nada claro que la propuesta estadounidense se apruebe en su formulación actual, ya que en el Consejo de Seguridad está Rusia, que tiene derecho a veto y que tradicionalmente ha velado por los intereses saharauis debido a su afinidad con Argelia, el gran aliado del Polisario.
Consciente de ese obstáculo, Marruecos envió el pasado 13 de octubre a su ministro de Exteriores, Nasser Bourita, a Moscú para reunirse con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, quien, tras el encuentro, dijo que el plan marroquí podría prosperar “si todas las partes lo acuerdan bajo la supervisión de la ONU”.
Reacción saharaui
El Frente Polisario afirma que rechazará cualquier solución “impuesta” y se abre a negociar con Rabat
Para Rabat, las palabras de Lavrov sugieren la disposición rusa a abstenerse en la votación del Consejo, pero desde el bando saharaui se opina lo contrario: “Rusia no aceptará algo que vaya en contra de la naturaleza de la cuestión del Sáhara Occidental, que es el derecho a la autodeterminación”, afirma a La Vanguardia Abdulah Arabi, delegado del Polisario en España, quien advierte de que su organización rechazará cualquier solución “impuesta” para resolver el conflicto. En ese sentido, el Polisario espera que se valore la propuesta que remitió a la ONU la semana pasada, en la que el grupo independentista se muestra abierto a negociar con Marruecos un acuerdo político “mutuamente aceptable”.
Irene Fernández-Molina, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad de Exeter, tampoco ve probable que Rusia acepte de entrada el texto estadounidense. “El borrador filtrado es maximalista”, dice. “Pero los borradores siempre se negocian, son un punto de partida, y lo que sí puede pasar es que esta propuesta ayude a decantar la próxima resolución del Consejo hacia una dirección promarroquí”.
En busca de la estabilidad
En paralelo, la Casa Blanca está trabajando para que Marruecos y Argelia normalicen sus relaciones
Para añadir complejidad al escenario, Steve Witkoff, uno de los hombres de máxima confianza de Trump, anunció en una entrevista reciente a la cadena CBS que EE.UU. está trabajando en “un acuerdo de paz” entre Marruecos y Argelia que debería sellarse “en 60 días”. Witkoff no aludió a ello, pero es obvio que la cuestión saharaui, que es una de las fuentes de fricción entre ambos países –los cuales no están en guerra, aunque sí han roto relaciones–, debería resolverse si se desea un acuerdo sólido.
Laurence Thieux, experta en el Magreb de la Universidad Complutense de Madrid, se muestra escéptica ante estas negociaciones, aunque no descarta que Argelia valore aproximarse a EE.UU. “Algo se está moviendo, pero todavía nos faltan muchos elementos para saber hacia dónde”, resume.

