El 31 de octubre quedará grabado a fuego en el calendario de Marruecos. El aval de la ONU al plan de autonomía propuesto por Rabat para resolver el conflicto del Sáhara Occidental ha desatado la euforia en el país norteafricano, que ve cómo la disputa que se arrastra desde hace medio siglo en la antigua colonia española comienza a decantarse a su favor.
Esta alegría se hizo bien visible el viernes en las principales ciudades marroquíes. Nada más saberse que el Consejo de Seguridad había aprobado la resolución redactada por EE.UU. en la que se margina la vía de la autodeterminación saharaui, miles de personas salieron a las calles para celebrarlo. Muchos ondeaban la bandera nacional. Otros portaban retratos del rey Mohamed VI. Los conductores hacían sonar su claxon. Todo un contraste respecto al ambiente que se respiraba hace tan solo hace unas semanas en esas mismas calles, cuando una ola de protestas juveniles recorrió el país reclamando mejoras sociales. Aquella expresión de malestar ciudadano fue reprimida sin contemplaciones por el mismo Estado que ahora saca pecho de su victoria diplomática.
Para Rabat, no hay duda de que la nueva resolución de la ONU –que obtuvo once votos a favor y tres abstenciones, las de Rusia, China y Pakistán– supone un “cambio histórico”. Así lo expresó el propio Mohamed VI la noche del viernes, en una comparecencia televisiva inédita en la que aseguró que su país ha abierto “un nuevo y victorioso capítulo” en el contencioso del Sáhara Occidental.
“Estamos viviendo un momento crucial y un punto de inflexión decisivo en la historia del Marruecos moderno: a partir de ahora, habrá un antes y un después del 31 de octubre del 2025”, afirmó el monarca, quien recalcó que la resolución del Consejo de Seguridad “define los principios y fundamentos” que pueden conducir “a una solución política definitiva de este conflicto”.
            Centenares de personas salieron a la calle en Rabat el viernes para celebrar el giro de la ONU
Con vistas a esta nueva etapa, Mohamed VI se comprometió a “actualizar y perfeccionar” la propuesta de autonomía marroquí, la cual, desde que fue presentada en el 2007, ha sido objeto de críticas por su falta de concreción: en ella, solo se indica que la región autónoma del Sáhara dispondría de competencias administrativas, judiciales y económicas propias, sin entrar en más detalles.
A la espera de que Rabat defina mejor su propuesta, el monarca –que quiso agradecer el respaldo de Donald Trump y los gobiernos de España, Francia y Reino Unido, principales valedores de la vía marroquí– instó a los refugiados saharauis “a aprovechar esta oportunidad histórica” y “a beneficiarse de la iniciativa de autonomía”. “No existe diferencia alguna entre quienes han regresado de los campamentos de [la región argelina de] Tinduf y sus hermanos que residen en el resto del territorio nacional”, agregó.
Acercamiento al país vecino
El rey Mohamed VI aprovecha el momento para tenderle la mano a Argelia, el gran aliado del Frente Polisario
En esa misma línea conciliadora, Mohamed VI aprovechó también su discurso para tenderle la mano a Argelia, el gran aliado del Frente Polisario, el movimiento que defiende la independencia del Sáhara Occidental y que lucha contra Marruecos desde que este país arrebató a España el control de la región tras la marcha verde, de la que el próximo jueves se cumplen 50 años.
En su alocución, el soberano marroquí invitó al presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, a establecer un “diálogo fraternal y sincero” para “superar las diferencias” y “sentar las bases de nuevas relaciones basadas en la confianza, la fraternidad y la buena vecindad”. Esta no es la primera vez que Mohammed VI realiza este ofrecimiento: en sus últimos discursos del Trono, ha expresado repetidamente su voluntad de restablecer las relaciones diplomáticas con el país vecino, rotas desde el 2021.
Marruecos y Argelia mantienen una rivalidad histórica que se remonta al fin de la época colonial, a mediados del siglo XX, cuando ambos países se independizaron de Francia. Los dos estados compiten por la hegemonía en el Magreb, y el conflicto del Sáhara Occidental ha sido una fuente constante de tensión, si bien no es el único elemento que genera roces: el desacuerdo sobre sus respectivas fronteras incluso fue origen de una guerra en la década de los sesenta.
Ahora, con el aval de la ONU al plan de autonomía marroquí, puede abrirse una nueva ventana de diálogo. Es lo que cree Marruecos, y también lo que piensa EE.UU., que, además de ser el artífice de la resolución aprobada el viernes, hace unas semanas, por boca de Steve Witkoff, uno de los hombres de confianza de Trump, anunció que estaba trabajando en el restablecimiento de las relaciones entre Rabat y Argel. Según dijo Witkoff, la idea era sellar un acuerdo antes de finales de año.
Sin embargo, Argelia de momento no enseña sus cartas. En la votación del Consejo de Seguridad se ausentó para manifestar su distanciamiento de una resolución que, según dijo su representante diplomático, Amar Bendjama, “no refleja de manera fidedigna la doctrina de Naciones Unidas en materia de descolonización”. Pero, más allá de ese gesto –inevitable dado el compromiso del Gobierno argelino con la causa saharaui–, impera el silencio. Nadie ha aparecido en público para recoger el guante lanzado por Rabat y Washington.
Sin embargo, para EE.UU., el tiempo es oro: el final de la crisis entre Marruecos y Argelia podría ayudar a estabilizar el Sahel, un territorio desértico muy rico en minerales que hoy está en el punto de mira de diversos grupos yihadistas. Asegurar ese flanco no solo sería un buen negocio para Washington: China y Rusia –aliados tradicionales de Argelia– también tienen intereses en esa región. Ese trasfondo geopolítico podría explicar en parte el éxito diplomático que se acaba de adjudicar el Gobierno marroquí.
La reacción saharaui
El Frente Polisario reclama una solución consensuada
Mientras Marruecos ve la resolución de la ONU como una victoria inapelable, el Frente Polisario intenta poner buena cara. El jefe del Gobierno saharaui, Buchraya Hamudi Bayun, quiso dejar claro ayer en una entrevista a la agencia Efe que el texto aprobado por el Consejo de Seguridad no impone la autonomía marroquí, ya que deja la puerta abierta a otras propuestas y a que la solución al conflicto “sea aceptada por las dos partes”. Así pues, para este dirigente, el discurso “triunfalista” de Mohamed VI no tiene base real, porque el “derecho a la autodeterminación” del pueblo saharaui tiene su reflejo en el documento final, a diferencia de lo que sucedía en el primer borrador elaborado por EE.UU., donde se establecía que la propuesta de Rabat era la única opción viable para resolver el contencioso. Buchraya también alertó de que las soluciones impuestas “por la fuerza” solo traerán “más tensión” a la región, y aseguró que el Frente Polisario está dispuesto a “implicarse de manera positiva en el proceso de paz y a entablar negociaciones directas” con Marruecos. Eso sí, ya anticipó que en ningún caso se conversará sobre soluciones “que legitimen la ocupación marroquí”.
