Israel y Palestina se sentaron ayer en Barcelona en una misma mesa para hablar de un futuro compartido en el Mediterráneo. Fue la primera vez en más de dos años, sobre todo desde la masacre del 7 de octubre, que no había una reunión oficial entre israelíes y palestinos.
El Palau Reial de Pedralbes acogió el encuentro dentro del foro regional de la Unión por el Mediterráneo (UpM), institución a la que pertenecen 43 países y la única en la que israelíes y palestinos están representados con el mismo estatus.
“Es esperanzador”, dijo José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores y anfitrión de la conferencia. “Demuestra que el diálogo nos permite avanzar”, añadió.
Los avances, en todo caso, son modestos porque la situación geopolítica no permite más. No solo por la agresión de Israel en Gaza, Cisjordania, Siria y Líbano, sino también por las enormes dificultades que hay para que los países del sur del Mediterráneo se relacionen entre ellos. La frontera cerrada entre Argelia y Marruecos demuestra lo mucho que separa a los vecinos a pesar del gran potencial que tienen si colaboraran.
Avanzar sin un acuerdo de paz en Palestina y hacerlo, asimismo, sin los prejuicios que determinan las actitudes negativas de unos con otros, es casi imposible.
La guerra en Gaza y las rivalidades entre vecinos lastran la integración de la región mediterránea
Han pasado 30 años desde que se lanzó el proceso de Barcelona, la iniciativa diplomática que, a partir de la conferencia de Madrid de 1991, intenta que los enemigos irreconciliables, Israel y Palestina, sobre todo, pero también Argelia y Marruecos, unan fuerzas para afrontar problemas regionales tan graves como la desigualad económica o la crisis climática.
Palestina, sin embargo, lo condiciona todo. “Sin una solución de dos estados no podrá haber estabilidad en el Mediterráneo”, señaló Albares, resumiendo la opinión de los participantes en el foro.
A su lado, el viceprimer ministro de Jordania, Ayman Safadi, que también es el jefe de la diplomacia del reino hachemí, denunció a Israel en términos muy duros. Lo culpó de genocidio en Gaza, un “comportamiento inhumano” que “ha hecho trizas” el proceso de Barcelona.
El ministro jordano Safadi censura a Israel, mientras Kaja Kallas pide el fin de la violencia en Cisjordania
Dana Elrich, encargada de negocios en la embajada de Israel en Madrid y actual embajadora interina, escuchó las críticas con estoicismo. España es uno de los países europeos que más ha denunciado la estrategia militar de su gobierno en Gaza y Cisjordania. Tanto que Israel ha retirado a su embajadora en España.
Al silencio de Elrich lo acompañó el de la ministra palestina de Asuntos Exteriores, Varsen Aghabekian, que no necesitó alzar la voz porque todos le dieron la razón.
Durante estos dos años de guerra en Gaza, la Unión Europea ha intentado mantener un equilibrio imposible. La tibieza de sus postulados demuestra, a los ojos del mundo árabe y del sur global, una complicidad con Israel en la agresión a la población civil palestina.
Kaja Kallas, alta representante de la UE para Política Exterior y de Seguridad, defendió la creación de un estado palestino que reconocen más de 140 países pero muy pocos europeos. También advirtió al Gobierno israelí que debe cesar la violencia en Cisjordania.
Sobre la reunión en Pedralbes planeó la ejecución sumarísima en Yenin de dos palestinos que se habían rendido a un comando israelí. Tenían los brazos en alto cuando anteayer fueron acribillados. Safadi utilizó este último ejemplo de la violencia israelí para reiterar que en este conflicto “hay un agresor y una víctima”.
Siria recibe el apoyo de árabes y europeos al regresar al foro de la Unión por el Mediterráneo
Kallas había utilizado la misma equivalencia con Rusia y Ucrania, tema que sacó a colación no solo porque siendo estoniana esta guerra la tiene muy cerca, sino porque Rusia probó en Siria armas y estrategias que ahora utiliza en Ucrania. “Muchos de los mandos militares rusos en Ucrania se formaron en Siria”, recordó Kallas. El Kremlin apoyó al régimen de Bashar el Asad hasta el final.
La semana próxima se cumplirá un año de la entrada de los rebeldes en Damasco y ayer Siria recuperó su puesto en la UpM. Safadi le dio la bienvenida, mientras árabes y europeos se comprometían a seguir apoyando la reconstrucción.
Que el gobierno sirio asegure que respeta los términos del acuerdo que puso fin a la guerra de 1974 no ha impedido a Israel ocupar, “por razones de seguridad”, una amplia franja de terreno a los pies de los altos del Golán. Safadi dijo que esta “estrategia de expansión”, que también se da en Líbano, es injustificable.
En el año que ha transcurrido desde le alto el fuego en Líbano, más de 330 libaneses han muerto en enfrentamientos con Israel. La ONU ha verificado que, al menos, 127 eran civiles. Los muertos en Gaza desde la tregua de hace dos meses también son más de 300.
A pesar de tanta violencia, la UpM sigue en pie. Ayer presentó un proyecto para ser más efectiva en su misión por unir a las personas y las naciones del Mediterráneo. La UE lo ha hecho suyo y tiene previsto ponerlo en marcha durante el primer trimestre del año próximo.
La estrategia es muy amplia, va desde la educación y la cultura –Córdoba será capital cultural del Mediterráneo en el 2027–, a proyectos de energías renovables para combatir la crisis climática. El Mediterráneo, al fin y al cabo, y no solo por los conflictos armados, es una de las regiones del mundo que más rápido se calienta.
