Los ingresos de Rusia por las exportaciones de petróleo caen a mínimos

Guerra en Europa

Trump espera que el efecto de las sanciones empuje al Kremlin a aceptar su plan de paz, que contempla la reintegración de Moscú en el mercado energético

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Plataforma petrolera de la compañía rusa Lukoil en el mar Caspio

Maxim Shemetov / Reuters

El petróleo es fundamental para Rusia. Las finanzas del Kremlin, así como su capacidad militar, dependen en gran medida de este recurso; sin los ingresos generados por la exportación de crudo, Moscú enfrentaría considerables obstáculos para mantener una prolongada operación bélica como la que se desarrolla en Ucrania.

No obstante, este fundamento económico está exhibiendo ahora claras señales de deterioro, como resultado de la aplicación de las medidas restrictivas dictadas por las naciones occidentales y los persistentes asaltos ucranianos contra las infraestructuras de extracción de petróleo de Rusia.

Según el último informe mensual de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), los ingresos que percibe Moscú por la exportación de crudo cayeron en noviembre a su nivel más bajo desde inicios del 2022, cuando estalló la guerra. En total, Rusia obtuvo 10.970 millones de dólares, 1.920 millones menos que en octubre y 3.590 millones menos que en el mismo periodo del año pasado.

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FILE PHOTO: A view shows oil pump jacks outside Almetyevsk, in the Republic of Tatarstan, Russia July 14, 2025. REUTERS/Stringer/File Photo

A medida que los compradores sopesaban los peligros asociados con las sanciones anunciadas por Donald Trump a las petroleras Rosneft y Lukoil —entidades responsables de la mitad de las exportaciones de petróleo crudo ruso—, Moscú observó una disminución en sus exportaciones de hasta 420.000 barriles por día en comparación con el mes previo. Paralelamente, el valor de cada uno de esos barriles disminuyó un 16%, descendiendo a 43,5 dólares.

El informe de la AIE también señala que las exportaciones a través del mar Negro sufrieron un desplome especialmente abrupto, del 42%, a causa de las operaciones de Ucrania contra la “flota fantasma” rusa. El Kremlin utiliza petroleros con banderas de otros países para esquivar las sanciones, y Kyiv los ataca con drones para impedir que lleguen a su destino. El objetivo es disuadir a los armadores, para que desistan de hacer negocios de tapadillo con Rusia.

Acuerdo de paz

Trump sugiere que Rusia podría reanudar el suministro de energía a Europa.

Todo esto deja al Gobierno de Vladímir Putin en una situación delicada, y Donald Trump lo sabe. De hecho, el presidente estadounidense quiere jugar la carta del petróleo para que el Kremlin acepte su plan de paz para Ucrania. Según funcionarios conocedores de las negociaciones consultados por The Wall Street Journal, el republicano ha introducido unos anexos en su propuesta que contemplan la total reintegración de Rusia en el mercado energético.

El objetivo es que la nación pueda reanudar el suministro de petróleo y gas a Europa y al resto del globo, lo que representaría un respiro para sus arcas. Las corporaciones norteamericanas participarían en esta reintegración, y se les autorizaría además a invertir en áreas clave rusas, tales como la exploración de petróleo en el Ártico y la extracción de metales raros. Adicionalmente, estos apéndices mencionan el uso de aproximadamente 200.000 miles de millones de dólares de bienes rusos bloqueados para ejecutar iniciativas en la Ucrania posterior al conflicto, incluyendo la edificación de un extenso centro de datos que se alimentaría de la central nuclear de Zaporiyia, actualmente bajo dominio ruso.

En resumen, una estrategia diseñada para el provecho de Estados Unidos y Rusia, donde Ucrania y Europa parecen carecer de participación o influencia, tal como está ocurriendo actualmente desde que Trump tomó la iniciativa en las negociaciones de paz. Según una de las fuentes consultadas por Journal, estos pactos energéticos se asemejarían a una réplica económica de la cumbre de Yalta de 1945, momento en que las potencias triunfadoras de la Segunda Guerra Mundial (Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Soviética) delimitaron sus respectivas zonas de dominio en Europa.

Rusia, por supuesto, se muestra encantada con la idea. Al ser preguntado sobre estos anexos al plan de paz, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, declaró hoy que su país está “interesado en la entrada de inversión extranjera”. Eso sí, también dijo que no hay intención de mantener una “discusión a viva voz sobre ningún plan ni proyecto”. Discreción ante todo.

La incertidumbre reside en si estos estímulos financieros bastarán para Putin, quien persistentemente retrasa la oportunidad de cesar el conflicto. A pesar de las repercusiones de las medidas restrictivas, el mandatario ruso confía en que el transcurso del tiempo le beneficia. A expensas de un número incalculable de pérdidas, sus fuerzas militares progresan en el territorio. Y mientras tanto, el apoyo financiero y militar a Kyiv va menguando. Por consiguiente, ¿cuál es el motivo para buscar un acuerdo de paz en este momento, si en un futuro cercano podría hallarse en una coyuntura más favorable?

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