Dos meses tras la ratificación de su propuesta de paz para Gaza, Donald Trump aspira a progresar hacia una etapa subsiguiente con la mayor celeridad posible.
A falta de la entrega de un último rehén, Netanyahu está programado para visitar la Casa Blanca a finales de este mes para dialogar sobre las siguientes etapas del pacto. No obstante, el deseo de avanzar se contrapone a la precariedad de las conversaciones, tal como el primer ministro de Catar había previamente advertido, declarando que se encuentran en un punto “crítico”. Dentro de un pacto que busca remodelar el panorama de Oriente Medio, ciertas cuestiones pendientes podrían resucitar el estancamiento del conflicto si no se cimentan acuerdos firmes.
Alto el fuego
Desde que se dio luz verde al plan de paz, aproximadamente 375 residentes palestinos han fallecido.
Durante los más de 60 días de esta primera fase han muerto al menos 375 palestinos, una cifra incompatible con el principal objetivo de la tregua: el alto el fuego. Según el tercer punto del acuerdo, todas las operaciones militares, incluidos los bombardeos aéreos y de artillería debían ser suspendidas “inmediatamente”, algo que no ha sido respetado.
Para el especialista en transiciones políticas en Oriente Medio, Ignacio Gutiérrez de Terán, avanzar con el plan de paz es inconcebible con lo logrado hasta ahora. “Este no es un acuerdo que pueda ser decisorio para establecer una paz duradera, su contenido es confuso y abierto a interpretaciones”, afirma el experto. “Se centra en crear un alto el fuego para que luego se produzca una negociación, pero de momento no se ha logrado”.
Another prerequisite for advancing to the next phase was ensuring the delivery of humanitarian aid to the population of the strip, where severe acute malnutrition remains at figures “escandalosamente altas” according to the UN.
Imagen compartida en redes sociales por la Casa Blanca, mostrando la etiqueta “el presidente de la paz”, en referencia a Trump.
Varias organizaciones no gubernamentales han señalado repetidamente las dificultades que aún enfrentan para distribuir la asistencia, incluyendo la negación de envíos, el cierre de vías y las preocupaciones de seguridad. El cruce fronterizo de Rafah, también incluido en el pacto, ha experimentado interrupciones temporales por parte de Israel, una acción destinada a impedir el tráfico ilícito.
La propuesta de Trump contempla el establecimiento de una Fuerza Internacional de Estabilización destinada a supervisar a las fuerzas policiales palestinas y, en el futuro inmediato, asegurar la paz dentro de la franja. Actualmente, dicha fuerza no ha sido formada y no se ha comunicado una fecha para su despliegue, en tanto que varios países se han negado a participar por falta de garantías.
“No está claro en que zonas se van a desplegar ni cual va a ser su cometido, lo que demuestra que en realidad el acuerdo es muy impreciso”, according to the specialist. Furthermore, Israel's hesitations regarding the potential involvement of hostile nations like Turkey diminish the likelihood of its implementation before moving to the next stage.
La dirección de Gaza también presenta dudas. Aunque el armisticio contempla el establecimiento de un comité internacional provisional, Trump es el único integrante designado formalmente. Si bien inicialmente se consideró la inclusión del ex primer ministro británico, Tony Blair, ahora parece haber sido excluido de los roles principales de este consejo al no obtener el respaldo de Hamás ni de los países árabes, debido a su polémica actuación en la guerra de Irak.
Desmilitarización
Hamas ha declarado que no cederá sus armamentos hasta que Israel concluya su ocupación.
De igual modo, la reconstrucción de Gaza no ha sido todavía abordada la ONU calcula en 70.000 millones de dólares el gasto necesario para retirar los escombros y restaurar la franja para que sea habitable. Para afrontar este gasto, será indispensable un proyecto que cuente con la aprobación de todas las naciones y colaboradores involucrados, dado que aún no existe una propuesta formal.
Para que la tregua progrese, tanto Israel como Hamás están obligados a hacer algunas concesiones. Por un lado, la milicia yihadista debe entregar todas sus armas en la siguiente etapa, bajo supervisión internacional, para poder recibir amnistía. No obstante, el grupo combatiente ha declarado que este desarme no ocurrirá hasta que Israel cese su ocupación.
Inflexible
Israel no cede los territorios que tiene bajo su control y se niega a dialogar con Palestina.
A las exigencias de Hamas se une la firmeza de Israel en cuanto a su salida de la franja, zona en la que todavía ejerce dominio sobre más de la mitad del terreno. Aunque el acuerdo contempla la salida del Ejército israelí de Gaza, su máximo dirigente declaró esta semana que la denominada Línea Amarilla —el límite fijado por Israel al que se han retirado las fuerzas militares— será una “nueva frontera” que servirá como “línea defensiva adelantada”.
Las demandas del Ejecutivo israelí sobrepasan lo acordado en el pacto de hace dos meses. Netanyahu, bajo presión de la extrema derecha —que advierte con retirar su respaldo al Gobierno—, rechaza la formación de un Estado palestino y cualquier implicación de la Autoridad Palestina en Gaza, tal como se especifica en dos de los veinte puntos del proyecto. Si la autodeterminación palestina no se considera fundamental en la discusión, el respaldo al plan de Trump podría desmoronarse por una de las dos facciones.



