Dinamarca, el país que no duerme

UNA NOCHE EN LA TIERRA

Dinamarca, el país que no duerme
Redactor jefe de Internacional

En un hecho sin precedentes en un país aliado, Dinamarca califica Estados Unidos de riesgo potencial para su seguridad y la de Europa. En esta línea, Copenhague ha creado su ‘guardia de noche’, que sigue al minuto las andanzas de Trump.

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La protagonista de ‘Borgen’, la primera ministra Birgitte Nyborgs4

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Los daneses son los europeos que más rápido han digerido que Estados Unidos no es un aliado fiable y que algún día puede llegar a ser un enemigo. El Ministerio de Exteriores creó en primavera un servicio de vigilancia nocturna que se inicia a las 17 horas y termina a las 07.00 horas. Su misión es seguir las declaraciones y mensajes en las redes sociales de Donald Trump y otros miembros de su gobierno mientras Copenhague duerme.

Parece una iniciativa pedestre. Pero no lo es tanto si se piensa en la diferencia de horario entre los dos países, la voluble diplomacia del presidente de EE.UU., y su demostrada apetencia por anexionarse Groenlandia, una enorme isla entre Europa y América que es territorio semiautónomo de Dinamarca.

El 7 de enero, cuando faltaban todavía trece días para entrar en la Casa Blanca, Trump ya dejó claro que estaba dispuesto a utilizar la fuerza para conseguir ese territorio. “No se sabe si Dinamarca tiene derechos legales [sobre la isla] pero si los tiene, debe abandonarlos, porque nosotros la necesitamos por una cuestión de seguridad nacional” bramó desde Miami.

Washington quiere Groenlandia por sus recursos minerales y su posición estratégica en un Ártico en el que compite con Rusia y China. Y envuelve la reclamación con el discurso moralista del vicepresidente J.D. Vance. “Nuestro mensaje a Dinamarca es muy simple. Ustedes no han hecho un buen trabajo para el pueblo de Groenlandia” dijo al visitar la isla en marzo. Hay que añadir que Washington tiene allí una base militar, Pituffik, y empresas estadounidenses explotan sus recursos naturales. Pero eso no basta para la Casa Blanca, que no ha dejado de enviar a la isla personal de inteligencia para recopilar información.

Como consecuencia de ese acoso, en el último informe del Servicio de Inteligencia de Defensa danés se acusa a Washington de utilizar su poder económico y militar para “afirmar su voluntad”, creando riesgos de seguridad para Europa y para Groenlandia.

La inteligencia danesa considera además que el desdén y la animosidad con las que EE.UU. Trata a Europa envalentonan a Rusia en su política de guerra híbrida (de la que Dinamarca es una de las víctimas). No hay antecedentes de un gobierno de la Unión Europea y socio de la OTAN que haya realizado un diagnóstico semejante de Estados Unidos.

El apetito de EE.UU. Por Groenlandia ha provocado un vuelco en la visión danesa del mundo

Publicado el 10 de diciembre, el documento es la hoja de ruta estratégica de los daneses. Es el equivalente de la Estrategia de Seguridad Nacional que Washington difundió el 4 de diciembre y que dejó perplejos a los gobiernos europeos. El documento prestaba muy poca atención a Rusia y a China. En cambio, abogaba por el fin del proyecto liberal europeo y de la Unión. “Pienso que son débiles” dijo Trump en una entrevista en Político para referirse a los dirigentes europeos.

Sin embargo, no es exactamente debilidad lo que transmiten los daneses. Son seis millones de habitantes con una renta per cápita (85.210 dólares) que duplica la española. Tienen una potente industria farmacéutica y lideran la energía eólica. Aunque en los dos sectores hayan tropezado con Estados Unidos, que los combate con aranceles y paraliza los proyectos en los que están implicadas sus empresas.

La democracia danesa se hizo popular con Borgen, (2010-2022), una serie de ficción política que toma el título del nombre con el que se conoce popularmente el palacio de Christiansborg en Copenhague, donde están la oficina del primer ministro y el Parlamento.

La posición estratégica de Dinamarca entre el Báltico y el Mar del Norte explica seguramente su agitada historia y la dimensión de sus posesiones para un país relativamente pequeño. De Noruega a Islandia (independizada en 1944) y Groenlandia, que hasta 1953 tuvo un estatus de colonia. La gestión de la metrópoli sobre la isla no ha sido ejemplar. Y solo la avidez de Trump ha obligado a la primera ministra, Mette Frederiksen, a viajar hasta allí para pedir perdón a la población nativa, inuit, por años de esterilización forzosa.

Dinamarca es difícil de encasillar. La socialdemocracia, que dominó el mapa político durante el siglo XX, creó un generoso estado de bienestar. Pero su política de inmigración es especialmente dura. Comparte con Canadá el ser víctima del matonismo anexionista de Trump. Pero mientras que Mike Carney, el premier canadiense, cultiva una imagen suave en las formas, los daneses compran misiles de largo alcance (a la industria europea).

El Cidob, el think tank barcelonés, analiza en su última nota los cambios en el orden mundial desde la llegada de Trump a la Casa Blanca y clasifica a los países según su capacidad de adaptación. Están los pragmáticos e intervencionistas, obvios vencedores en esta geopolítica brutal; están los oportunistas, que tejen alianzas en distintas direcciones; están los resistentes, en alusión a la generación Z que ha salido a la calle en algunos países; y están los desubicados. El mayor ejemplo de esa desubicación (literalmente, estar fuera de lugar) es la Unión Europea.

Los daneses describen a sus aliados de EE.UU. Como un posible futuro enemigo

Es difícil encajar a los daneses entre los desubicados. Pero son un síntoma de cómo la presión externa sobre la UE puede generar todavía más fisuras en la Unión. ¿Qué haría Bruselas en una guerra entre Dinamarca y Estados Unidos por Groenlandia? ¿Y la OTAN? Tarde o temprano sabremos si los daneses se han anticipado a un cambio que perciben como irreversible. O si su tradición histórica les ha llevado a sobreactuar en su reacción.

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