Marzio G. Mian,fundador de The Arctic Times Project; autor de ‘Guerra blanca’:

“El Ártico es la última frontera por explotar de los nuevos imperios”

¿Edad? Aún quiero contar geografías que nadie ha contado. Nací en Udine, en el Friuli, abierto al mundo y a investigar las ideas que corren por sus venas, que son los ríos. Voy a contarlas. Vivo con la misma pareja hace 30 años y tenemos un hijo. Soy postideológico, pero creo que la tecnología hoy necesita algún freno. (Foto: Miquel Muñoz / Shooting)

¿Por qué fue usted al gran norte?

Escribí un reportaje en un barco ballenero a mediados de los noventa, cuando se aprobó en todo el mundo la moratoria en la caza de ballenas y Noruega las cazaba de tapadillo para venderlas a Japón.

¿Por qué gustaban tanto en Japón?

Creen que el pene de ballena es afrodisiaco.

¿Lo probó usted?

Comí todo tipo de ballena.

¿A qué sabe?

A hígado tal vez. Pero no estaba aún en el Ártico, sino en las islas Lofoten, en el Atlántico Norte, y los balleneros noruegos se reían de mí con un punto de racismo, porque era moreno y de piel oscura.

En la diversidad está el gusto.

El norte de EE.UU. Tiene mucha población de origen escandinavo y no es casualidad: suecos, fineses, noruegos... Y los noruegos invierten fortunas en el Ártico, objeto de la ambición de Trump.

¿Por el petróleo?

No solo. En realidad podríamos decir que Noruega es como un rico emirato de la península Arábiga, pero en el Ártico.

Noruega será un emirato petrolero, pero con inigualable justicia social.

Bueno, también hay quien ve allí la maldición del petróleo, que desmotiva a los jóvenes y su espíritu emprendedor, que fue legendario desde los vikingos.

¿Les desmotiva que el fondo soberano para todo noruego garantice su futuro?

Es el fondo de inversión más grande del mundo, que administra los ingresos del petróleo para que beneficie a las futuras generaciones. Pero muchos creen que desincentiva a esos jóvenes y los malcría.

El Nobel noruego Finn Kydland defendió aquí que les da valiosa predictibilidad.

Además, hablar del Ártico es hablar de cierta hipocresía, porque Noruega está aumentando ese fondo con nuevas exploraciones; pero también es un país cada vez más eléctrico: Oslo es ya casi 100% eléctrico. Cada vez gasta menos petróleo.

Ojalá hubiera más Noruegas.

Pero lo relevante ahora en el Ártico es la tensión geopolítica a medida que el calentamiento global lo hace cada vez más transitable y valioso por sus incalculables riquezas ahora plenamente explotables. Es como si redescubriéramos América hoy.

Un mundo por conocer...Y explotar.

Es la fiebre polar, como la del oro en su día, por hacerse con los recursos árticos, el 30% del total del planeta: petróleo, gas, oro, uranio, tierras raras hoy imprescindibles para las nuevas tecnologías.

Pero con varias potencias en liza.

Rusia es una potencia ártica desde Pedro el Grande y cree tener derecho a esas riquezas. Y no desdeñe la pesca ártica: la mitad del pescado que consumimos en Europa y EE.UU. Proviene del Ártico.

También es cada vez más transitable.

Es un nuevo mar tan grande como el Mediterráneo, con nuevas rutas alternativas que pueden dar una enorme ventaja geopolítica y comercial a quienes las controlen. China domina­ hoy el comercio marítimo mundial, pero el Ártico puede ser alternativa a Suez, Panamá...

¿Por dónde?

Por el paso del Noroeste entre el Atlántico y el Pacífico; pero ahora los canadienses lo consideran nacional e interno...

Pero Trump aprieta.

Porque sabe que el Ártico es la alternativa ventajosa al canal de Panamá y quiere que sea considerado internacional; no canadiense. Y los chinos piensan lo mismo.

Hacen falta muchos rompehielos allí.

EE.UU. Tiene dos, y los rusos, 45 de propulsión nuclear; los chinos y los surcoreanos los construyen a toda velocidad. Corea ya ha creado un Ministerio Ártico para optimizar esa ruta ventajosa para ellos.

Pero el paso del Noroeste aún es Canadá.

El 40% del Canadá está deshabitado y el 40% de su territorio es ártico. Pero su ambición ártica la han pagado miles de inuit a los que en 1953 deportó a 2.000 km al norte, condenándolos a una muerte segura. Hoy los deporta a la isla de Ellesmere, aún más al norte.

Canadá siempre tuvo buena prensa.

Pues fue un colonizador cruel, como los daneses en Groenlandia, que llegaron a esterilizar a las inuit para que no sobrecargaran el sistema de pensiones.

¿Por qué Canadá deporta más inuit?

Bases militares: Canadá gasta el 5% de su PIB para la OTAN en el Ártico. Allí ahora no se respeta más ley que la del más fuerte y parece que Putin y Trump podrían repartirse el Ártico sin Canadá.

Hay trillones en juego.

Y se invierten billones en rutas, ciudades, logística. Rusia ha construido diez puertos en diez años y EE.UU. Proyecta otro en Alaska. Y, por si fuera poco, los ultrarricos tecnológicos también planean sembrar el Ártico de sus gigantescas fábricas de datos.

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