La vida ‘sport’ y los impuestos ‘boutique’

Cuadernos del sur

Si la política posmoderna es un inmenso zoco de identidades, un mercado relatos y una bolsa de mentiras (sobre todo, digitales), la fiscalidad en España se ha convertido en un rastro persa donde el único criterio válido es la necesidad de atraerse voluntades (léase: votos) y no existe ni la atención al cliente ni un servicio de posventa. Una vez abandonado el voto en la urna, no rige el derecho a devolución ni tampoco cabe elevar queja alguna por defecto o estafa.

–Esto es política: no creerá usted que hacemos las cosas por el bien común ni que lo que decimos –y prometemos– tiene que ser verdad.

Moreno Bonilla abraza a la vaca Fadie en un acto electoral en 2018

Moreno Bonilla abraza a la vaca Fadie en un acto electoral en 2018

Rafa Alcaide / EFE

El Gran Laurel en el que se convirtió Moreno tras alcanzar hace tres años su mayoría absoluta, que no está por completo garantizada en los comicios de 2026 (probablemente antes), anunció esta semana que va a continuar con la reducción de impuestos en el tramo autonómico del IRPF y permitirá que todo aquel que tenga mascota y vaya al gimnasio se deduzca estos dos gastos personales.

Se trata de un gesto (interesado) a las clases medias que desprecia un factor esencial de la política fiscal: el nivel de renta individual o familiar. Un elemento que ha dejado de tener relevancia política.

Manuela Villena y Moreno Bonilla haciendo deporte en el gimnasio de su casa

Manuela Villena y Moreno Bonilla haciendo deporte en el gimnasio de su casa

PP Andalucía

La noticia se presta al fino humor meridional –“El Reverendísimo Bonilla decide bonificar a los animales de compañía”– pero contiene un elemento-espejo que alumbra el sentido oculto de muchas de las decisiones del Quirinale. Lo habrán adivinado todos ustedes sin esfuerzo: al presidente de la Junta le gustan mucho los animales, tiene mascota (su perro se llama Toby) y cuenta con un gimnasio personal en casa. Blanco y en botella. Leche pura.

El episodio no es anecdótico, sino categórico. Porque, igual que la forma de hablar, sin que quien lo hace acabe de ser consciente, desvela las intenciones y el animus de cualquier persona, las ofertas electorales, más falsas que los antiguos duros sevillanos, guardan en su envés una inesperada carga semántica que arruina el efecto de la propaganda. Supondrá 36 millones menos de ingresos en las arcas públicas. Beneficiará a un total de 785.000 personas.

El presidente de la Junta con su perro Toby en un video publicado en sus redes sociales

El presidente de la Junta con su perro Toby en un video publicado en sus redes sociales

Moreno Bonilla

Si alguien se pregunta en qué ha consistido el cambio (sin cambio) en Andalucía en los últimos seis años aquí tienen ustedes, clara, diáfana, impajaritable, la respuesta: el cambio en Andalucía, además de modificar la apariencia de las cosas para que todo siga igual, consiste en que se incorporen a la condición de subvencionados (o subvencionables) quienes antes no disfrutaban de este privilegio.

O, en el mejor de los casos, no lo hacían todavía en grado suficiente a sus apetencias, que –siempre y cuando sepan ser sensibles a las necesidades electorales de la derecha meridional– ahora van a ver incrementada su capacidad de reducir su factura tributaria.

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La medida fiscal estrella de Moreno Bonilla, vendida ante la opinión pública como “la séptima rebaja de impuestos en Andalucía”, se suma así a otras generosas liberalidades sociológicas de San Telmo con colectivos cuyo favor (clientelar) quiere consolidar el Quirinale.

Por ejemplo, las cofradías (cuyos viajes y actos devocionales financia a fondo perdido la Junta con el dinero de todos los contribuyentes), los aficionados a los toros (Canal Sur, la televisión de San Telmo, retransmite previo pago a favor de la empresa Pagés, gestora de la plaza de toros de la Maestranza de Sevilla –una corporación aristocrática–, todas las corridas de la Feria de San Miguel) o los practicantes de la caza (cinegética, se entiende), amén de otros.

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A ellos se suman ahora los dueños de mascotas y los usuarios de los gimnasios. Moreno Bonilla ha creado a un homus novus: el andaluz próspero y subvencionable. Al contrario de lo que se piensa en los ámbitos del independentismo catalán, éste ya no es pobre ni necesita solidaridad. Es alguien que vota al PP, igual que otros votaban en su día al PSOE, porque cree que, merced a la sonoridad de sus apellidos (compuestos), o gracias al tercio familiar, debe gozar del derecho a que la autonomía premie sus costumbres y financie su apasionante vida sport con una política fiscal boutique

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