Los Mossos encuentran ADN de una de las víctimas en una navaja que llevaba el presunto violador de Gavà

Violencia machista

La policía de la Generalitat no duda de que el sospechoso, sin antecedentes, iba a seguir atacando

foto GORKA URRESOLA ELVIRA 14/08/2025 Detenidos durante el patrullaje policial realizado por parte de los Mossos d'Esquadra de les Corts con la colaboración de Guardia Urbana durante la noche del viernes en la localidad de Barcelona.

Imagen de una detención de los Mossos del mes pasado en Barcelona 

Gorka Urresola

No se trata de hacer un ranking de quiénes son los peores delincuentes, pero pocos agresores provocan más terror que un violador serial. Los Mossos d’Esquadra detuvieron el martes a un hombre de unos cincuenta años, de nacionalidad española, sin un solo antecedente policial, acusado de ser el responsable de dos violaciones en la zona de Gavà Mar. El sospechoso mantuvo silencio en comisaría y también en los juzgados. Ayer ingresó en prisión.

La investigación destaca por muchos elementos, entre otros, por la excelente coordinación que existió entre los policías de la Unidad Central de Agresiones Sexuales (UCAS) con los de la local y los mossos de Gavà.

Separado, con un hijo y una nueva relación, el individuo, vecino de Montornés, trabajaba de repartidor

La pesadilla empezó el 1 de octubre cuando una joven fue asaltada con violencia a punta de navaja en Gavà Mar y agredida sexualmente. La víctima declaró tener la certeza de que el individuo llevaba elementos postizos, el bigote, una peluca e incluso gafas sin graduar.

Al día siguiente, como todas las mañanas, los mossos de análisis de la UCAS repasaron los incidentes sexuales denunciados en Catalunya en las últimas 24 horas. Y ya detectaron en la agresión sexual de Gavà indicios de un comportamiento muy particular que podía derivar en el de un agresor en serie.

El grupo especializado asumió la investigación y desde ese momento se coordinó con los mossos de la comisaría de Gavà y pusieron al día a los de la policía municipal. Visitaron a la víctima y activaron su protocolo de acompañamiento que permite a la mujer tener un contacto permanente con un único interlocutor al que puede ir facilitando nuevos datos de la agresión que con el paso de los días va recordando, tras el duro impacto emocional inicial.

Lee también

Las sospechas de las investigadoras no tardaron en convertirse en certezas. El 24 de enero se produjo una nueva agresión sexual en la misma zona y con una víctima de igual perfil que había salido a hacer deporte. La joven fue asaltada, intimidada con un arma blanca y violada.

Ella también declaró que el asaltante llevaba elementos de “atrezo” y que vestía un mono de trabajo que resultó ser el de repartidor de una multinacional donde trabajaba. La maquinaria policial se puso a mil. No había imágenes del sospechoso, pero sí una coincidencia en las descripciones de las víctimas y en la forma de asaltarlas y agredirlas que confirmaba las sospechas iniciales de estar frente a un peligroso violador serial.

Hace cuatro semanas, otra joven que corría por la misma zona telefoneó angustiada al 112 para advertir de la presencia de un hombre y que tenía la sensación de que le estaba siguiendo. El individuo no se le acercó, pero aquella llamada hizo saltar todas las alarmas. Directamente la policía local que recibió la información se comunicó con las UCAS que tras hablar con la víctima supieron que su sospechoso había terminado el denominado periodo de reposo para volver a actuar.

En esos días circularon en Gavà informaciones sobre la presencia de un violador que habría asaltado a varias mujeres. Rumores que se difundieron en los grupos de mensajería vecinales y que incluso provocaron la organización de alguna patrulla vecinal.

Las UCAS llevaban semanas en la zona, de paisano. Al día siguiente de la alerta de la joven, las investigadoras reconocieron al sospechoso que regresó a la zona y se acercaron para hacer una identificación que le aseguraron era rutinaria. Registraron el coche y le incautaron pelucas, bigotes postizos y navajas. Y le dejaron marchar. Necesitaban una prueba que le relacionara sin género de duda con las víctimas. Y esa la daría cuatro semanas después el laboratorio de la policía científica de los Mossos que encontró ADN de una de las mujeres en la sangre de una de las navajas del coche.

Esas cuatro semanas, el individuo estuvo vigilado y controlado las 24 horas del día. Vecino de Montornés, separado y con un hijo, actualmente mantenía una relación estable y su pareja tenía otros dos hijos. Llevaba lo que se dice una vida “ejemplar”. En el atestado policial figura un informe de la unidad de análisis de conducta de la UCAS que alertan de que el individuo había entrado en una espiral de actuación cada vez más perfeccionada, violenta e imparable. Hasta su detención.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...