En el año 2022, cuando las reflexiones post pandemia de la covid estaban a la orden del día, el investigador neerlandés Cecil Konijnendijk publicó un artículo académico en el que establecía la regla 3-30-300. Viladecans, en un trabajo a largo plazo que ya ha arrancado, se propone acabar cumpliéndola con algún matiz.
Para ello, deberá establecer las siguientes premisas en su término municipal: cada vecino de la localidad debe ver un mínimo de tres árboles desde la puerta de su casa, cada barrio debe tener un 30% de superficie arbórea y, por último, cada ciudadano debe disponer de una zona verde de como mínimo una hectárea a 300 metros de su hogar.
El plan a largo plazo estipula que los ciudadanos dispongan de una zona verde a 300 metros de su vivienda
“Es un objetivo muy ambicioso”, reconoce el teniente de alcaldesa Jordi Mazón. “La parte académica y la política no están muy conectadas y, bajo mi punto de vista, es un error”, observa el también profesor e investigador de la UPC. Cuenta Mazón que uno de los principales argumentos del artículo del investigador neerland és son “los efectos en la salud física y mental de los vecinos”.
A principios de este verano Viladecans plantó 83 árboles. Se trata de un paso más hasta que a finales de año se planten cerca de 2.500. Pero se deberán colocar muchos más para alcanzar la regla 3-30-300. Mazón explica que actualmente en la localidad del Baix Llobregat hay unos 20.000 árboles en el ámbito urbano. Para cumplir su objetivo, el teniente de alcaldesa calcula que deberán sumar 10.000 más hasta alcanzar los 30.000. Él se pone el año 2030 como una fecha para llegar a la meta, pero reconoce que seguramente se necesitará más tiempo.
Ciudad Green Leaf durante
este año
Durante este año 2025 Viladecans es la ciudad Green Leaf, un reconocimiento de la Comisión Europea al compromiso medioambiental para las ciudades de entre 20.000 y 100.000 habitantes, que comparte con Treviso y el año que viene recaerá las poblaciones de Vaasa y Águeda. Con motivo del distintivo, la localidad del Baix Llobregat ha programado a lo largo del curso diferentes actividades de concienciación y reflexión sobre el medio ambiente.
No obstante, Mazón matiza que se puede ser algo flexible con la regla, que marca una hoja de ruta pero que tampoco hay que cumplirla con escrupulosa exactitud. “Si uno de los espacios verdes está situado a 400 metros de una de las viviendas y no a 300, tampoco pasa nada”, matiza el teniente de alcaldesa.
¿Qué tipo de árboles se plantarán?. “Que tengan capacidad de captación de CO2, que superen los períodos cálidos y que no requieran mucha agua para subsistir”, responde Mazón. En este sentido, para este año está prevista la plantación de chopos, álamos, pinos piñoneros, encinas, cipreses, higueras, arces, robles, pinos blancos y tilos, además de varias variedades de arbustos.
“También es una herramienta de transformación urbana”, relata Mazón. “Al final te obliga a transformar el urbanismo, la movilidad, el espacio público... lo digo sin tapujos porque hay que hacer pedagogía: algunas plazas de aparcamiento desaparecerán para poner árboles”, advierte.
El proyecto, que incluye otras acciones como la instalación de cajas nido para pájaros, cuenta con una ayuda de 2,8 millones de fondos europeos, pero también requerirá recursos propios del Ayuntamiento.


