En muchos lugares los conocen como los machacas . Son los eslabones más fastidiados de los bajos fondos. Toxicómanos con muy pocas posibilidades de rehabilitarse que sobreviven de manera cotidiana trapicheando con artículos robados y engañándose los unos a los otros una y otra vez. Algunos aspiran a que les toque la lotería y los pongan de encargados en un narcopiso.
De este modo al menos tienen unas cuantas dosis aseguradas... Al menos hasta que aparezca la policía, se traguen las consecuencias y se coman el marrón. No les importa mucho. En realidad, poco les importa algo. De ahí que duerman, se droguen y hagan sus necesidades en cualquier sitio. Son la mano de obra muy barata de quienes de veras se benefician de la miseria de tantos.
Este enclave de la calle Santcliment devino en un escondrijo ideal para cualquier trapicheo
Estamos en el centro de Barcelona, a un par de manzanas del Eixample, en el pasaje maldito de la calle Santcliment. Tal y como Guyana Guardian explicó en varias ocasiones recientemente, este vial privado del Raval con forma de L, un único acceso, unas 40 viviendas en cinco bloques y varios talleres y almacenes en muy mal estado devino en un escondrijo ideal para lo que fuera.
Una persona enciende una pipa en el acceso a este vial del barrio del Raval de Barcelona
Gracias a la indiferencia de un fondo de inversiones, aquí tenemos un narcopiso desde hace años. Algunos vecinos añaden que de un modo intermitente también funcionan otros puntos de venta. Con un par de colegas a lado y lado de la calle puedes enterarte de que viene la policía con tiempo de sobra para tirar de la cisterna. Una mujer que aparentemente se pasa el día barriendo también se encarga de dar los avisos. Además, aquel fondo de inversiones no es el único propietario que abandonó su inmueble.
Un colchón dispuesto de tanto en tanto en el acceso de este pasaje de la calle Santcliment
Pero los machacas nunca fueron una gente muy habilidosa. Sus últimos intentos de ocupar algunos de estos inmuebles resultaron tremendos fracasos. Tumbar una tapia a martillazos no es tan sencillo como parece. Además, de un tiempo a esta parte, los Mossos d’Esquadra y la Guardia Urbana sí que atienden con celeridad las llamadas de los vecinos. A mediados de año la policía desarticuló un par de puntos de este pasaje.
Una persona duerme en el interior de una caja de cartón dispuesta en el pasaje, con los pies asomando ligeramente
Los machacas están rebajando sus pretensiones y conformándose con poner un colchón en el acceso. Si viene la policía, te espabilas y te marchas, y luego vuelves. Hace semanas que no montan la narcocarpa que levantaban de manera recurrente al fondo del vial. Como el primer tramo está cubierto, este lado les resulta muy apropiado para fumar pipas de cocaína cocinada y luego echarse un rato. Las medidas policiales son necesarias pero insuficientes.
La presencia de estas personas genera mucha inquietud entre los vecinos de este vial particular
Ahora los trapicheos no se dan solo en el narcopiso y los puntos intermitentes. Así que algunos también confeccionaron refugios con cajas de cartón por donde asoman sus pies. Los más atrevidos de tanto en tanto montan una tienda de campaña en el tejado de un viejo almacén. Para qué vas a instalarte más lejos. Aquí también le puedes dar salida a un teléfono, a un patinete, a cualquier cosa de dudosa procedencia. Los rifirrafes con los vecinos son habituales.
Un hombre orina tranquilamente en el acceso del pasaje, una circunstancia muy habitual
Todo esto está degradando aún más la vida cotidiana de los vecinos de este pasaje. Lustros atrás celebraban sus correspondientes reuniones. Pero los desahucios de la crisis del ladrillo y también la reventa de muchos pisos desmembraron una comunidad que últimamente trata de recomponerse. Muchos no pueden comprender que tengan que vivir en estas condiciones. Algunos pondrían una puerta en el acceso. Qué sentido tiene, dicen otros, si seguro que la revientan enseguida. No pocos se sienten atrapados. Unos no pueden pagar los alquileres que se registran en el resto de la ciudad, y otros no pueden vender unas viviendas hipotecadas cuyo valor no hace otra cosa que menguar. En estos momentos, estos pisos no valen ni 50.000 euros.
La tienda de campaña que montan de tanto en tanto hasta que los vecinos avisan a la policía
Los machacas viven en un trapicheo infinito donde un euro de más o de menos resulta determinante a la hora de hacerse con la próxima dosis. Siempre están discutiendo, peleándose, gritando. Y en su descenso a los infiernos cualquier lugar es adecuado para aliviarse. Y que te despierten un montón de martillazos que no auguran nada bueno, que salgas de tu casa y te encuentres con un cuerpo que no sabes bien si está vivo o muerto, que tengas que sortear algún excremento ya antes de pisar la calle, pues amarga a cualquiera. Además, se te cae el alma a los pies cada dos por tres
A veces se dan momentos de tensión entre los vecinos y las personas que tomaron el pasaje
Esta primavera unos cuantos propietarios e inquilinos del pasaje lanzaron un SOS al Ayuntamiento. Les gustaría que el pasaje deje de considerarse privado para que el Ayuntamiento asuma más responsabilidades en materia de seguridad y limpieza.
Y a ver si el Consistorio puede hacerse con algunos de los viejos almacenes y talleres y montar aquí algún equipamiento que le insufle algo de vida al lugar. El gobierno del alcalde Jaume Collboni está ultimando su propuesta. Fuentes municipales detallan que se reunirán de nuevo con los vecinos tras las vacaciones navideñas. Entretanto, el pasaje maldito del Raval se desangra a toda velocidad.


