Un compañero de Bombers irrumpe en la entrevista a través de la emisora. Son las 18.30 horas del miércoles y Joan Rovira Morató, tras excusarse, abre el canal para indicar que el incendio del Baix Ebre pasa de SisCom 4 a SisCom 3, es decir, que el fuego que ya ha engullido más de 3.300 hectáreas deja de estar en el máximo nivel de alerta. La conversación, en Tortosa, con el responsable de la Regió d'Emergències Metropolitana Sud, se produce un día antes del fallecimiento de un bombero durante las tareas de control del incendio. Una muerte que empaña una gestión impecable del fuego y un comportamiento ejemplar de la gente de los pueblos.
Usted ha estado al mando de la extinción del incendio del Baix Ebre. ¿Qué aprendizaje deja un fuego como este?
Todos los incendios nos enseñan algo. De este en concreto, nos ha pasado que ha ido mucho más rápido que nuestra capacidad de intentar pararlo en determinados puntos. Sabíamos que el viento lo aceleraría, pero ha sobrepasado lo que habíamos planificado. La situación vivida la noche del lunes era esperada, pero nadie imaginaba que se produciría un salto de 20 kilómetros a 80 kilómetros por hora.
Sin esa marinada que llegó el martes y evitó el salto del Ebre y la entrada en el parque natural de Els Ports, ¿estábamos perdidos?
Sin duda. Nosotros trabajamos con escenarios. De lo más básico a lo más complejo. Pero no sabes cómo evolucionará el fuego porque tú no llevas la iniciativa. El desafío es conseguir ponerse por encima de la emergencia. Es lo que nos pasó cuando el incendio llegó a la carretera C-12, sobre todo en el municipio de Xerta. Pero también es cierto que si contrastas la gravedad real con la información que va llegando de la ciudadanía, te das cuenta de que la vivencia de la gente es muy subjetiva. Viven desconectados de la realidad, con unos inputs muy televisivos. Tenemos una sociedad menos preparada que antes, en la que la única experiencia con el fuego es la cinematográfica. Se comportan como en las películas, pero los coches no explotan y durante los incendios no puedes andar como si hubiera luz y tuvieras visión. Lo que mata es el humo, no hay visibilidad. Si lo pudiéramos representar con imágenes reales, lo único que veríamos es una pantalla negra.
Tenemos una sociedad menos preparada que antes, en la que la única experiencia con el fuego es la del cine”
Pero el comportamiento de la gente en los pueblos ha sido bastante ejemplar, ¿no?
Así es. El impacto en las personas se ha quedado muy por debajo de lo que, escuchando las comunicaciones de la noche del lunes, te podías imaginar. Una parte importante de la gente ha tenido una reacción muy adecuada. Ayudó mucho que pasara de noche. Esto te coge en un momento de movilidad por las calles y carreteras y podríamos haber tenido muchos más problemas. Por la situación vivida, podemos sentirnos muy satisfechos de la conducta y la reacción de la gente. El principal ansiolítico de la ciudadanía es la información. Si se la das, con los mensajes ES-Alert de Protecció Civil, es muy positivo. Proyectar una información veraz, creíble y objetiva es un primer nivel para esperar que su reacción sea la adecuada.

Humo y llamas en los alrededores de Paüls, el lunes por la tarde
¿Los incendios son ahora menos previsibles que antes?
Ahora hay que poner más inteligencia y reflexión. La intuición es importante, pero no te puedes dejar llevar por el corazón. La toma de decisiones debe estar muy fundamentada, más allá de hacer lo que crees que debes hacer.
Ha sido uno de los incendios más exigentes físicamente?
Sí, es muy probable. El incendio de cereales de la Segarra, por ejemplo, era terreno plano, con las unidades en marcha; una línea recta conducida por el viento. Pero aquí, en el Baix Ebre, todo son desniveles y pendientes, con una alta dificultad que requiere de una exigencia física muy importante. La gestión del incendio en estas circunstancias es muy complicada.
¿Un bombero tiene que estar más fuerte y preparado ahora que hace 30 años?
Nuestro cuerpo es una herramienta de trabajo. Tienes que responder con rapidez y ser resistente porque el fuego es un desafío sobre cuánto aguantarás en un entorno ambiental muy complejo. El principal reto es que estén bien hidratados, bien alimentados; evitar el golpe de calor. Piensa que llevan un equipo de intervención que pesa unos 15-20 kilos. No diría que es más exigente ahora que antes, pero una de las características del acceso a Bombers es que las pruebas son más duras que para entrar en otros cuerpos.

El fuego, la noche del lunes, visto desde Paüls
Antes hablaba de la falta de cultura ante un incendio. Pero como sociedad también parece que hemos abandonado el bosque. ¿Notan más dificultad que antes a la hora de abordar el fuego?
Sin duda. Nosotros somos la respuesta al incendio forestal, pero no la solución. Quien piense que la solución a los incendios es que ya irán los Bombers a extinguirlo es que ha perdido la perspectiva de dónde está el problema. El problema es cómo tenemos el territorio, y lo estamos perdiendo. Y estamos perdiendo a la gente arraigada que además de limpiar el bosque sacaba un beneficio económico. El abandono de la actividad agrícola es el principal handicap que tenemos con los bosques, que no dejan de producir biomasa. El bosque es una máquina que sigue generando más combustible.
Más todavía con la primavera que hemos tenido.
Efectivamente. Toda la actividad de los payeses, los animales pastoreando..., si todo esto desaparece, el escenario de futuro es muy complicado, muy poco alentador. Cada vez nos enfrentaremos con territorios con menos capacidad de resiliencia. Sin agricultura y ganadería perdemos la gestión del territorio. Si añades el cambio climático que nos lleva hacia veranos con temperaturas y fenómenos cada vez más extremos, tenemos un cóctel terrible. Cuesta sensibilizar a la sociedad de que el escenario de futuro es muy complejo.
Quien piense que la solución es que ya irán los Bombers a extinguirlo es que ha perdido la perspectiva de dónde está el problema”
Con todo, habrá muchos pueblos que son cul de sac, como Paüls, que estarán en el epicentro de auténticos polvorines. Como vivir en San Francisco y ser consciente de que tienes debajo una falla que en cualquier momento puede petar.
Exacto. Por eso ahora toca hablar de autodefensa. Ya no tenemos la capacidad de alejar el bosque de los núcleos residenciales. Y además se crean urbanizaciones en medio del campo. La realidad es que todo nos lleva a que cada vez será más complejo extinguir incendios.

Joan Rovira, retratado el pasado jueves en Barcelona, pocas horas antes de que se produjera la trágica muerte de un bombero en el Baix Ebre
¿Qué respuesta tienen de los políticos cuando les cuenta esto?
Toda la comunidad de incendios forestales tenemos muy claro el discurso. Todos sabemos dónde está el problema y qué tenemos que hacer. Esto requiere un proceso de transformación social, política y económica. La gente se ha marchado de los pueblos y se ha ido al litoral. Fíjate, además, en la media de edad en los pueblos. Si no puedes mantener este equilibrio entre zonas de cultivo y de bosque y no se puede sacar rendimiento y beneficio, perderemos el territorio. Y hay un problema añadido: el 94% de los bosques de Catalunya son de propiedad privada.
Horta de Sant Joan está a seis kilómetros de Paüls. Supongo que han tenido muy presente ese incendio en estos días…
Has tocado la yaga… Vivimos muy intensamente aquel fuego. fue un cambio de inflexión en muchos aspectos y tenemos una proximidad emocional muy fuerte con los cinco compañeros perdidos. Fue un dolor inmenso. Y un punto y ralla. El cuerpo de Bombers hemos crecido en fiabilidad organizativa y en capacidad de aplicar inteligencia en nuestra intervención. Horta nos dio muchas lecciones, y algunas son irrenunciables para combatir un enemigo que nos puede poner contra las cuerdas. Los procesos de transformación son lentos, pero tenemos mucha más robustez que en 2009. Y también nos ha dado mucha más sensibilidad. Con las personas, con el hecho de cuidarnos internamente. Horta de Sant Joan es un referente que no podemos olvidar.