El Arzobispado de Tarragona y el Institut Català d'Arqueologia Clàssic (ICAC) han afirmado que es necesario cubrir “con urgencia” los restos de la sala axial del templo Flavio, situada actualmente en la parte posterior de la catedral de Tarragona. Este espacio se encuentra a la intemperie y la cubierta permitiría protegerlo de las inclemencias meteorológicas ya la vez museizarlo y poder realizar “experiencias inmersivas”, tal y como señala el delegado de Cultura del Arzobispado y director del Museo Diocesano, Andreu Muñoz. A las puertas de cerrar el tercer proyecto cuatrienal, ambas instituciones quieren continuar sus investigaciones en este vestigio “único”, testigo de 2.300 años de historia y que aún esconde misterios.
La sala axial o aula flavia es un espacio que en el momento que fue concebido, durante la época imperial romana, tenía 29 metros de ancho y se estima que unos 20 de altura. La longitud todavía no está clara, y las estimaciones van de los 30 a los 40 metros.
Esta construcción se encontraba justo detrás del templo de Augusto -dedicado al culto del emperador Augusto- y mezclaba las funciones religiosa y administrativa. Hay que tener en cuenta que en aquella época, a finales del siglo I, Tarraco era una de las ciudades más importantes del imperio y capital provincial, con lo que las dimensiones de los edificios eran similares a las que se realizaban en Roma. De hecho, según han establecido los investigadores, esta sala axial “coincide” a nivel arquitectónico con el Foro de la Paz de Vespasiano que existe en Roma, apunta Muñoz.
Ésta es una de las conclusiones que se han obtenido a partir de las investigaciones y excavaciones realizadas en los últimos cuatro años. Desde el ICAC, el profesor de investigación Josep Maria Macias, explica que también han podido descubrir que las paredes estaban recubiertas por una capa de 90 centímetros de mortero.
Este enorme volumen de cemento servía para sustentar placas de mármol, que envolvían las paredes, gracias a unos encajes hechos de plomo. Y ahí está otra de las novedades. La pared lateral que se conserva fue estudiada en los años 70 y 80 por el arqueólogo alemán Theodor Hauschild, documentando 370 hoyos. Ahora, esta cifra ha aumentado hasta los 1.022, tras el proceso de excavación y recuperación realizado.

