Veinte años de la tragedia del albergue de Todolella, la silenciosa muerte de 18 jóvenes

Triste aniversario

Una alegre fiesta de cumpleaños concluyó el domingo 6 de febrero de 2005 con el fallecimiento de un grupo de amigos que compartió espacio para dormir ignorando que una estufa de gas iba a acabar con sus vidas

Horizontal

Exterior del albergue municipal de Todolella, en la mañna del 7 de febrero de 2005, en la comarca castellonense de Els Ports, donde murieron dieciocho personas de entre 20 y 40 años, EFE/J.C.CARDENAS

REDACCIÓN / EFE

Lo llaman la muerte dulce. Pero qué amargo consuelo para quienes amaban a esos 18 jóvenes que no despertaron de aquella última fiesta y han vivido los últimos veinte años añorando su presencia. El domingo 6 de febrero de 2005 quedó marcado en sus calendarios como la trágica jornada en que el gas desprendido por una estufa defectuosa durmió para siempre a un grupo de chicos y chicas, vecinos la mayoría de la comarca castellonense de Els Ports, y lugares cercanos como Aguaviva (Teruel), que habían apurado hasta el amanecer la euforia de la amistad. Qué terrible despertar el de la pareja que se había acomodado en otra habitación y descubrió la inenarrable desgracia.

La justicia no halló culpables, las familias no obtuvieron reparación alguna. Algunas llevaron su demanda hasta el Tribunal Constitucional, pero los jueces no apreciaron responsabilidad ni en la gestión del albergue ni en las autoridades. “La causa exclusiva del fatídico accidente fue la introducción de las potentes estufas industriales y la instalación de una de ellas en el dormitorio colectivo”, concluyó el TSJ en su sentencia. El albergue se había quedado sin calefacción a causa de una rotura causada por las fuertes heladas de aquel invierno y la solución que aportó alguien sin determinar  resultó fatídica; la llama se apagó y el monóxido de carbono hizo el resto.

La justicia no halló culpables, las familias no obtuvieron reparación alguna

Salvador Enguix ya era entonces delegado de La Vanguardia en la Comunidad Valenciana y recuerda nítidamente lo vivido aquellos días, desde su llegada al lugar de los hechos cuando aún se procedía al levantamiento de los cadáveres. En el aparcamiento, los vehículos que una decisión en apariencia prudente dejó inmóviles; en la carretera, el cartel que indicaba la dirección hacia la fiesta de 'Bartolo', que cumplía 50 años. 

“Me hubiera gustado estar en la habitación con todos mis amigos”, dijo Bartolomé Meseguer, Bartolo para todos, al entonces alcalde de Todolella, Alfredo Querol, y recogía Enguix en su crónica del 7 de febrero. “Ellos me salvaron”, añadió. Bartolo fue el primero en tener que realizar el reconocimiento de los cadáveres de sus amigos íntimos. Natural de Herbers pero residente en Morella, un hombre “muy querido, muy conocido, un encanto”, comentaba quien era en aquel momento alcalde de la cercana Morella, Ximo Puig.

Horizontal

Familiares y amigos de los fallecidos trasladan los féretros con los restos mortales de las víctimas, tras el funeral institucional celebrado en la Basílica de San Antonio de Morella. 

REDACCIÓN / EFE

Otra joven redactora del diario, Sara Sans, firmaba una crónica que aún estremece, veinte años después: “Bartolo era un hombre feliz. Abierto, alegre, muy amigo de sus amigos. No aparenta los 50 años que acaba de cumplir. En Herbers, su pueblo natal, los hombres de su edad están casados y tienen hijos veinteañeros. Él tiene muchos amigos de esa edad. Muchos amigos más jóvenes que él. Con todos ellos, con su cuadrilla, quiso celebrar su cumpleaños. Llevaba días preparando la fiesta que se celebró el sábado por la noche en el albergue de Sant Cristòfol. Incluso contrató a un grupo de música que tocó hasta la madrugada. Los cinco músicos, la novia del batería y una docena de los sesenta amigos de Bartolo que acudieron a la fiesta decidieron quedarse a dormir. Nunca más despertaron”.

Este sábado, el recinto cubierto del mercado de Les Alqueries ofrecerá, a partir de las 16 horas, un concierto homenaje a los miembros de aquel grupo musical -Ppyote- y al resto de las víctimas, bajo el lema “Sempre amb nosaltres”, que contará con las actuaciones de seis formaciones musicales.

Este sábado, el recinto cubierto del mercado de Les Alqueries ofrecerá, a partir de las 16 horas, un concierto homenaje

“La muerte repentina siempre nos sorprende de forma radical”, proclamó el obispo de Tortosa, el valenciano Xavier Salinas, en los funerales celebrados en la gótica basílica de Santa Maria de Morella, con la presencia de los entonces príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega.

En su relato de los hechos, Salvador Enguix recogía el testimonio de Javier Gallart, “un hombre acostumbrado a la vida de ermitaño y a pasar los fines de semana, con sus dos perros, en una casucha pegada al albergue: 'Estuve con ellos durante la cena, me marché, volví a las ocho de la madrugada y aún estaban de fiesta; eran un grupo muy majo y se lo estaban pasando muy bien”.

Horizontal

Cartel que anunciaba la fiesta que acabó en tragedia. 

REDACCIÓN / EFE

Pronto se conoció el origen de la tragedia. “Los organizadores de la fiesta llevaron en sus coches dos estufas de gas butano utilizadas para calentar las granjas. 'En el comedor, donde cenaron cordero y alubias, había colocada una de estas estufas', añadía Gallart. La fiesta fue total. Hubo, además de la cena, baile, a cargo del grupo de rock Ppyote, de la localidad de Alquerías. Danzaron hasta que la luz del día rompió la noche. A la hora de dormir, dieciocho de los asistentes decidieron hacerlo juntos en la habitación más grande del albergue, en el primer piso. Mientras dormían sobre literas, el monóxido de carbono surgió de la estufa e inundó la habitación, cerrada, como siempre, para evitar el frío polar del monte que lleva el mismo nombre de la ermita”. 

Describía la crónica a los familiares de las víctimas, “la mayoría hombres y mujeres de alta montaña, con rostros cortados por el viento de mestral y por el frío, asistieron al oficio con el dolor en sus caras. Ancianos y jóvenes llenaron la basílica y sus alrededores para concluir una jornada que no olvidarán”. Hoy se cumplen veinte años de la dolorosa ausencia.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...