La épica es un género literario que encaja bien con todo logro de superación ante la adversidad, y el caso del Levante U.D., recientemente ascendido a Primera División, es un excelente ejemplo. El club, siempre visto como el segundo de la ciudad tras el Valencia C.F., lleva años trabajando para incrementar y renovar generacionalmente la afición, proyectarse mucho más allá de su geografía natural y consolidarse como una referencia deportiva en el imaginario colectivo de los valencianos. Y lo está logrando. El ascenso es un capítulo más de un trabajo que se inició hace casi dos décadas, con altibajos, pero que ha ido consolidando a una institución que se beneficia —todo hay que decirlo— de la crisis deportiva e institucional del Valencia C.F., propiedad del empresario de Singapur Peter Lim, y que sufre un divorcio evidente con gran parte de la afición.
Destaca la enorme cantidad de mujeres y niñas que pueblan cada fin de semana el estadio de Ciutat de València
Vayamos por partes. Con el ascenso, el club ha abierto una lista para que 4.000 personas no abonadas la pasada campaña puedan optar a una plaza: en solo dos días se llenó. El campo, con capacidad para algo más de 24.000 butacas, va a tener el lleno garantizado. Desde el Levante U.D. reconocen que no pueden ofrecer todas las butacas como abono porque deben poner algunas a la venta. “De lo contrario, se habrían llenado ya con abonados todas las plazas”, añaden. Un dato importante: de los 16.000 abonados, cerca de 4.000 tienen menos de 18 años, y de estos, casi dos mil menos de 14. Con una particularidad: la enorme cantidad de mujeres y niñas que pueblan cada fin de semana el estadio de Ciutat de València. La presencia de tanta gente joven se debe en gran parte a los años en los que Quico Catalán fue presidente, ya que potenció, con precios bajos o gratuitos, la asistencia de los hijos de los socios. Miles de niños forman parte del ambiente en cada partido.
El periodista granota Víctor Maceda lo explica: “Aunque soy muy culé desde pequeño, me disgustaba el rumbo que había tomado el fútbol moderno, y en 2016, en el anterior descenso del Levante a Segunda División, me hice socio junto a mis dos hijos; a sus seis y tres años ya seguían con interés la rivalidad Messi-Cristiano... Dando aquel paso pretendía que descubriesen un fútbol más real, más cercano, menos mercantilizado”. Añade en esta reflexión: “Tras el trágico no ascenso de 2023 en el último suspiro, pensé que quizá me había excedido con aquella cura de humildad... Lloraron lo que no está escrito, pero han seguido acudiendo al campo cada dos semanas porque ya no entienden la vida sin el Levante y han disfrutado más de este ascenso que yo de algunas Champions”.

Aficionados del Levante celebrando el ascenso
El periodista concluye que “la cercanía al equipo es fundamental. La campaña de fidelización puesta en marcha años atrás, por la que los hijos y nietos se abonaban gratis acompañando a un adulto, se ha demostrado altamente exitosa”. Otro granota muy popular en Valencia, el letrado y exsíndic del PSPV Manolo Mata, también lo subraya: “No somos conscientes de lo que este club ha hecho por acercar el fútbol a los más pequeños y, en especial, a las niñas”. Recuerda aciertos como la reforma del campo —ahora con todas las gradas cubiertas—, el trabajo del equipo de fútbol femenino (uno de los mejores de la Liga) y la dedicación al deporte inclusivo, que ha permitido grandes campeones en el deporte adaptado. “Y no olvidemos la cantera, de donde han salido chavales que juegan en otros equipos grandes e incluso en otros de Europa”, añade Mata.
El club tiene un equipo femenino referencia en España y una sección de deporte inclusivo
El escritor, editor y periodista Felip Bens ofrece una mirada histórica de esta realidad: “En los años 80, el Llevant disputaba partidos con 500 personas en la grada, casi todos viejos. A veces iba más gente a la Malva-rosa, donde jugaban el juvenil y el Atlètic Llevant, que a Orriols. En la grada éramos muy pocos jóvenes. Los mayores comentaban: ‘Quan muigam mosatros, el Llevant desapareixerà’. Yo escuchaba aquellos comentarios, cargados de melancolía, con una tristeza infinita”.
Continúa con su relato: “Durante muchos momentos adversos, los levantinistas estaban convencidos de que aquello ya no tenía más sentido que la pura supervivencia. Y mantuvieron la llama por un sencillo amor al escudo”. Y concluye: “Sin perder nunca de vista de dónde venimos, el aluvión de gente joven entusiasmada con el Llevant tiene varias causas: la resistencia numantina ‘a contracorrent’ de los que sostuvieron al club en los peores momentos y su incorporación al relato de ‘qué es ser del Llevant’, y la identidad del club (‘molt més que futbol’) que ha acabado por representar un atractivo poderoso. Las generaciones más jóvenes, algunas herederas de lo que Manuel Illueca denominó ‘las 500 familias levantinas de siempre’, han tomado el relevo y han decidido sostener la bandera del presente y el futuro”.
El club está en manos de accionistas autóctonos
Un interesante reportaje elaborado por el periodista de Levante-EMV José Luis García Nieves hace un año explicaba cómo el Levante U.D. había dejado de ser “un equipo solo del (barrio del) Cabanyal” para consolidar una expansión de aficionados más allá, incluso, de la ciudad de València, donde están censados más o menos la mitad de los abonados. “L’Horta Nord, en realidad, es la comarca que más simpatizantes suma: en torno a 2.500, pero no con tanta diferencia con l’Horta Sud como podría preverse. Torrent (300), Mislata (220), Manises, Paiporta, Xirivella, Quart… las ciudades del sur de la capital, zona densamente poblada, aportan 2.000 socios. En paralelo, el levantinismo se consolida con fuerza en El Camp de Túria, con casi 900 socios. Solo entre la Pobla de Vallbona y l’Eliana cada día de partido bajan casi 300 abonados por la CV-35”*, explica el periodista.
Yolanda Damià, periodista, señala sobre la presencia de la mujer en el club que “el Levante por su idiosincrasia y su singular ideario histórico-político-social (nacimiento en distrito marítimo, conquista Copa España Libre, desarraigo de raíces y fusión con otro club dispar en valores, etc.) siempre ha mantenido un maridaje perfecto con su afición”. “Las vicisitudes en la historia del club y la lealtad de ésta, aunque tal vez reducida en número algunas décadas, ha favorecido por el contrario el vínculo con ella y la identificación con las sensibilidades de la sociedad en la que habita. Un factor de esa normalización es la presencia de la mujer levantinista en la cotidianeidad de la entidad”.
Añade que “de hecho, en las imágenes que se conservan del ascenso en 1963 ya se ven a muchas mujeres en las gradas. Fue uno de los primeros clubs en disponer de una peña íntegramente femenina y no solo fue pionero en captar la perspectiva de crecimiento en el fútbol como agente externo”. “Además de incluir en la entidad a una sección femenina como club, incorporó a una mujer como jefa de prensa en su equipo de 2ªB, nombró a una directora de comunicación en Primera División o ha tenido desde hace años una fisioterapeuta en su cuerpo técnico, etc. En el Levante, la mujer es un valor más y un pilar en su cotidianeidad”.
El club, ahora presidido por Pablo Sánchez y con Julián Calero como entrenador, se mantiene —a diferencia del Valencia y como señala Maceda— en manos autóctonas. Los cambios en el accionariado no han propiciado un distanciamiento entre la afición y la clase dirigente. “Además, es un club más poroso, más abierto a recoger las sugerencias de los abonados. Obviamente, también es un club mucho más modesto, lo que condiciona la planificación deportiva y obliga a vender a los jugadores que despuntan. Ahora la gente está con el alma en vilo por si llega una oferta irrechazable por Carlos Álvarez”, señala el periodista.
La institución ha sentado las bases de la estabilidad futura
Felip Bens, por su parte, aporta algunas ideas expresadas en su libro (junto a García Nieves) 1909. 115 años ‘a contracorrent' (Ontheroad, 2024): “Si el Llevant UD era un equipo de señores mayores en los años 80, hoy la edad media ha bajado hasta los 36 años, hay mil socios de menos de diez años, y uno de cada tres abonados (5.100) ni siquiera habían nacido cuando el club jugó su última promoción de ascenso a Segunda (1999), hace ahora 25 años”. “Generaciones de niños y jóvenes que consumen fútbol en YouTube hace tiempo que están adhiriéndose a un sentimiento tan próximo y modesto como el Llevant UD. Fútbol con piel, que hiere y que emociona. Sin el banderín de enganche de ser el equipo poderoso de la ciudad, sin el reclamo de los títulos, pero también sin complejos. El Llevant del siglo XXI ha hecho cosas muy bien, ha cosechado el éxito en diversos ámbitos, ha puesto los cimientos para un futuro de estabilidad”, concluye.