Sigue habiendo en València, esa ciudad que siempre da titulares, un pequeño encuentro dominical para cambiar cromos. De la plaza Redonda a la de Brujas, justo junto al Mercado Central, ahí se juntan aún, y me sorprende en estos tiempos tan digitales, familias con niños y adultos coleccionistas que rebuscan entre los montones ajenos esa carta que aún no tienen. Intercambian este o aquel jugador de la Liga y ponen esmero en localizar esos personajes de series infantiles, películas o superhéroes. Un mercado que aún emociona a quien aspira a completar su colección.
Paréntesis. El abismo al que se abocan los socialistas con el caso Koldo, Ábalos o Cerdán, que vaya tres patas para un banco, también nos habla de cromos, o eso transmiten los audios de la UCO que nos han hecho llegar. Las voces de Koldo García y el exministro valenciano resuenan, en voz baja, en una conversación en la que Ariadna, “la colombiana” o Carlota son personajes de un álbum que anhelan completar. ¡Pobres coleccionistas! “No, si yo quiero también, era porque cambiaras tú”, le dice supuestamente en esa charla entre amigos y presuntos compinches Koldo García a José Luis Ábalos. Cambiar el cromo, vaya.

El exsecretario de Organización del PSOE y ex ministro de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos
No es que me repugne la manera, que también, es que me enfrenta de nuevo a lo que ya sabíamos: que de machistas está el mundo lleno. Ni socialista, ni facha, ni más hippie que un trasnochado de Ibiza, son muchos, demasiados, los que aún llevan inoculada la desigualdad. Da igual cómo piensen, o como digan que piensen en este caso, porque lo que importa es cómo actúan. Eso tatúatelo.
Ni socialista, ni facha, ni más hippie que un trasnochado de Ibiza, son muchos, demasiados, los que aún llevan inoculada la desigualdad”
Ahora bien, que haya quien se lleve las manos a la cabeza porque la prostitución también aflore en este caso me da hasta ganas de reír. No es que sea la guinda de este pastel tan podrido, es que si, como se presume, no respetan a nadie, ¿Cómo van a respetar a las mujeres? ¡Si nunca contamos! Pobres de ellas, se llamen como se llamen, trabajen donde tengan la pena de hacerlo, que siguen ejerciendo lo que nadie quiere reconocer continúa anclado en las profundidades de esta sociedad nuestra. Ahí es dónde hay que mirar.
Dice la ministra de Igualdad, Ana Redondo, que estas conductas le “avergüenzan y entristecen”. Yo añado que solo reiteran cómo para muchos las mujeres solo son un cromo, y la falta que hace educarlos para que toda colección se vaya a tomar por saco.