Un plan de reconstrucción cojo

Diario de València

Un plan de reconstrucción cojo
Periodista

Sobre el papel, el plan de reconstrucción de la dana, de nombre Endavant, que ayer presentó el vicepresidente valenciano Gan Pampols, es un objetivo ambicioso por las propuestas que presenta para resolver los enormes daños materiales causados por la riada y por las soluciones de futuro que plantea para paliar los efectos de una posible catástrofe similar. Pero la realidad es que la nula colaboración institucional entre la Generalitat Valenciana y el Gobierno Español - Pedro Sánchez y Carlos Mazón siguen sin abordar juntos el problema ocho meses después - puede convertir este plan en papel mojado, en solo una declaración de intenciones sin posibilidad de llevarse a cabo más allá de las acciones que gestione el Consell de Carlos Mazón.  Porque si hacemos caso a los números presentados, casi 13.000 millones de euros de los 29.000 en los que se ha presupuestado el Plan dependen directamente de la Administración central; y no olvidemos que los 14.500 millones que debe poner la Generalitat deben ser, en gran parte, financiados a cargo del Estado: la Administración valenciana está, de facto, bloqueada en estos momentos por la falta de liquidez y a la espera del FLA extraordinario para, por ejemplo, pagar a las farmacias. Este es el grave escenario valenciano.

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Carlos Mazón saluda a Gan Pampols en la presentación del Plan Endavant

Manuel Bruque / EFE

Hace mucho tiempo que lo venimos advirtiendo en esta columna: es incomprensible que en todo este tiempo no se haya activado ningún organismo que permita la coordinación de los trabajos de reconstrucción entre Valencia y Madrid. En otras palabras, cada administración va por su lado, y en paralelo la guerra de cifras de lo que cada una hace va acompañada de acusaciones hacia lo que el otro, presuntamente, no hace. Un lamentable espectáculo de nula voluntad que dinamita la arquitectura institucional del Estado compuesto que es España, y que hace tiempo ha generado un profundo malestar en la zona dana, cuyos habitantes observan esta tensión institucional con desazón, con la percepción de que los intereses partidistas siguen estando por encima del bien común de una geografía azotada por el fango y la muerte. En el plano político, ambas administraciones siguen ancladas en el día 29, en el bucle de la jornada que está siendo investigada por una jueza que, a priori, sostiene que la Generalitat Valenciana no alertó a tiempo a la población para evitar 228 muertos, por lo que ha imputado a dos altos cargos del Consell. Pero del lado del equipo de Mazón, se mantiene también que ese día trágico el Gobierno no suministró la información necesaria para adoptar las decisiones correctas.

Esta es una batalla política que no debería afectar al proceso de reconstrucción ni a las medidas que deben adoptarse para crear las infraestructuras que, en la medida de lo posible, puedan paliar el daño que puede causar una riada similar. Cuando Gan Pampols anunció que iba a desarrollar un plan de reconstrucción, por parte del Gobierno se anunció la creación de una comisión dana participada por expertos de todos los campos del conocimiento. ¿Puede haber algo más absurdo que incluso en el diagnóstico de una catástrofe como esta cada administración trabaje en paralelo a la otra, sin ninguna forma de interlocución y sin analizar conjuntamente los esfuerzos a realizar?  Es casi surrealista ver como ayer el comisionado para la reconstrucción del Gobierno, José María Ángel, acudió a la presentación del plan de Gan Pampols, al que le une una buena relación, sin que Ángel ni Pampols hayan mantenido ni una sola reunión para abordar este mismo plan. Sin olvidar que ayer no acudió a la presentación la Delegada del Gobierno, Pilar Bernabé. Es descorazonador observar que hasta la reconstrucción se ha convertido en materia de confrontación política. ¿Se imaginan algo semejante en Catalunya, Madrid o Andalucía?

Puede ser un buen plan, pero lo que ayer se escenificó es un proyecto que puede resultar imposible de realizar por la incapacidad de ambas administraciones, la valenciana y la española, por trabajar unidas, codo con codo, por los valencianos”

El Plan de Gan Pampols puede ser un buen plan, pero lo que ayer se escenificó es un proyecto que puede resultar imposible de realizar por la incapacidad de ambas administraciones, la valenciana y la española, por trabajar, codo con codo, por los valencianos. Lo peor es que se creen que esto no lo observan los ciudadanos; los mismos que, llegado el momento, no dudarán en trasladar su malestar a las urnas, con posible castigo a los partidos que gobiernan ambas instituciones. El Plan del vicepresidente nace así cojo, en la medida de que una de sus dos patas no participa de un proceso que debería ser, bien al contrario, un trabajo ejemplar de equipo entre las dos administraciones. De haber sido así, pocos dudarían de que el Plan es un objetivo alcanzable. Este contexto invita, bien al contrario, al pesimismo. 

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