Desde hace unos días, una placa en valenciano, francés y español recuerda al visitante que José Ballester Gozalvo y su esposa Teresa Molins estuvieron 55 años enterrados en el suelo húmedo de Villiers-Adam, apacible pueblo al norte de París. El 1 de septiembre de 2025 ambos fueron exhumados para regresar a Valencia, para que sus restos reposen definitivamente en el Cabanyal. Esa fue su última voluntad. Cuando la larga noche de la dictadura franquista llegara a su fin, por supuesto. No en balde, durante 31 años de destierro, Ballester había luchado por mejorar el mundo y por derrocar al caudillo desde el exilio. Lo hizo desde una Francia a la que siempre estuvo agradecido.

José Ballester Gozalvo y su mujer, Teresa Molins Gausach
Para despedir a Teresa y José, el ayuntamiento de Villiers-Adam engalanó su majestuosa fachada, donde recibió a la comitiva valenciana desplazada. Además del alcalde, Bruno Mace, y otras autoridades locales, la diputada socialista Ayda Hadizadeh, quiso reforzar el apoyo institucional a la repatriación, en representación de la Asamblea Nacional Francesa, a la que Ballester estuvo íntimamente ligado. Como responsable de la sección española de su extraordinaria biblioteca, y también por la complicidad política de muchos diputados de su tiempo.
El día de antes, Paco Santamans e Irene Alcolea, entusiastas profesores del Instituto que lleva el nombre del fundador del Llevant, prepararon una emotiva ruta por “el París de Pepe i Teresa”. Desde la Gran Logia de Francia que los alojó tras cruzar los Pirineos a la planta baja donde se reunieron los primeros representantes del Gobierno de la República en el exilio. De la Ópera Garnier, donde disfrutaron de su pasión por la música clásica, al Ateneo Iberoamericano o La Sorbona, donde José impartió conferencias de forma habitual. Desde la sede de la editorial Quillet, regentada por su gran amigo Aristide, que le proporcionó un oficio y una pasión, a la Biblioteca de la Asamblea Nacional y, por supuesto, a la casa familiar de la Rue Michel Ange número 72.
Fue un político de izquierdas coherente, un republicano estoico, un pedagogo renovador, un abogado al servicio de los más desfavorecidos, un intelectual poliédrico, un servidor público, un idealista y un demócrata insobornable”
La dimensión de José Ballester Gozalvo, en todo caso, excede en mucho la de fundador del Llevant el 6 de septiembre de 1909, hecho que él recordó en primera persona en 1959, por escrito. Fue un político de izquierdas coherente, un republicano estoico, un pedagogo renovador, un abogado al servicio de los más desfavorecidos, un intelectual poliédrico, un servidor público, un idealista y un demócrata insobornable. Sin embargo, el retorno a casa de José y Teresa nunca se hubiera culminado sin el compromiso y la templanza de Puri Naya, directora de comunicación granota, que fue capaz de implicar al club que José fundó en 1909 para que tomara la iniciativa de traerlos de vuelta a casa.
José y Teresa han cumplido su último deseo, y sus familiares y amigos, un íntimo anhelo. Ha sido gracias al Llevant UD, que, como muchos saben, es un sentimiento que excede el partido de cada domingo y es así como se reconcilia, año tras año, desde hace un siglo largo, con el espíritu de su fundador, para quien el fútbol fue darle patadas a un balón, en los albores del siglo XX, pero, sobre todo, fue un acto de amistad, de compromiso, de fidelidad, de esfuerzo y de identidad.