Volvemos al 29-0

Diario de València

Volvemos al 29-0
Periodista

No hay forma de escapar del 29 de octubre. Una y otra vez, los hechos de aquella jornada nos devuelven al punto de partida. A casi un año de la trágica DANA, seguimos atascados en una sucesión de relatos cambiantes, contradicciones y silencios que, lejos de aclarar lo sucedido, agrandan la confusión. Como si el tiempo no hubiera pasado, la niebla sobre las horas decisivas de aquel día continúa espesándose, dejando a la ciudadanía en la incómoda certeza de que aún no conocemos del todo la verdad.

La DANA que ha destrozado la provincia de València ha provocado 51 muertos, según ha confirmado del Centro de Coordinación de Emergencias, CECOPI. El president Carlos Mazón no ha querido confirmar cifras pero ha reconocido que se ha activado el procedimiento de “múltiples victimas”. Además, se siguen buscando desaparecidos. Se trata de la peor tragedia humana sufrida por una gota fría desde el desmoronamiento del pantano de Tous en 1982. En estos momentos 1034 militares UME están participando en las labores de rescate; de estos 250 directamente interviniendo,  y el resto en zona próxima esperando intervenir.

La DANA ha arrasado la provincia de València y ha castigado con fuerza Albacete y algunas provincias de Andalucía. En la vecina provincia de Cuenca, se ha registrado este miércoles una víctima mortal a causa del temporal. Volviendo a Valencia, hay varios desaparecidos, entre estos dos guardias civiles que se quedaron atrapados en Paiporta. El brutal episodio ha provocado inundaciones en varias poblaciones, cortes de la circulación por ferrocarril desde València a Madrid y Barcelona, ha obligado a realizar rescates de personas atrapadas en tejados y bajos de viviendas e innumerables daños que de momento no han sido evaluados.  Los centros educativos de buena parte de la provincia de Valencia, entre ellos los de la capital, permanecen cerrados este miércoles. Tampoco funciona la red de Metrovalencia y se mantienen varias carreteras cortadas.

Carlos Mazón la noche de la DANA en la sede del Cecopi informando de la grave tragedia que se había desatado en Valencia 

La última prueba de ello ha sido el comunicado de la periodista Maribel Vilaplana. Más allá de la intolerable presión personal y brutalmente machista a la que se ha visto sometida por el hecho de haber compartido mesa con el president Carlos Mazón aquel 29-O, lo relevante es la nueva contradicción que aporta su versión. Vilaplana afirma que el almuerzo terminó a las 18:45 horas. Sin embargo, meses atrás, una portavoz suya había sostenido que concluyó a las 17:30, lo que se afirmó que era cierto. Esa diferencia de hora no es un matiz menor: sitúa al president en El Ventorro en uno de los momentos más críticos de la catástrofe, entre las 5,45 y las 6,45, con el Cecopi ya activado.

La confusión se multiplica porque el propio Mazón aseguró en su momento que había llegado al Palau a las 18 horas. El comunicado de Vilaplana, de hecho, contradice de raíz aquella afirmación si lo que dice ahora es cierto. Si el ágape se prolongó hasta las 18:45, resulta imposible cuadrar el relato oficial con la realidad de los hechos. Y, por si fuera poco, se suma a un precedente inquietante: ya ocurrió con la llegada del president al Cecopi. En un primer momento se habló de una entrada pasada las siete de la tarde. Más tarde, se demostró con imágenes que llegó al centro de Emergencias a la 20:28 exactas. La diferencia, entonces, fue confirmada gracias a una prueba irrefutable. Ahora no existe grabación alguna que confirme que el president pisó el Palau a las 18 horas o posteriormente, tal como él mismo aseguró.

Las consecuencias políticas de esta ceremonia de la confusión son lógicas e  inevitables. No hablamos de un baile de minutos irrelevantes, sino de horas enteras en las que el máximo responsable del Consell se encontraba en un almuerzo que se prolongó cerca de cuatro horas. Durante ese tiempo, es cierto, mantuvo contacto constante con la consellera Salomé Pradas, hasta cuatro conversaciones. Pero también se ha confirmado que ya se sabía del riesgo real de rotura de la presa de Forata. De haberse producido esa fractura, la catástrofe hubiera sido aún mayor a la causada por los desbordamientos del barranco del Poyo y del Magre en l´Horta Sud, con sus 228 muertos.

No es extraño que la opinión pública perciba que seguimos instalados en un bucle. Cada nueva versión que aparece sobre el 29-O, lejos de cerrar heridas, vuelve a abrirlas. Cada contradicción alimenta la desconfianza. Y cada silencio oficial multiplica las sospechas. La pregunta resulta inevitable: ¿no habría sido más sencillo, más responsable y más honesto, ofrecer desde el primer día una narración coherente, sin fisuras, de lo sucedido en aquel ágape y la actividad posterior hasta la llegada del president al Cecopi? A no ser que esa versión veraz no se quiera dar a conocer.

Cada nueva versión que aparece sobre el 29-O, lejos de cerrar heridas, vuelve a abrirlas. Cada contradicción alimenta la desconfianza. Y cada silencio oficial multiplica las sospechas”

Estamos a pocas semanas de conmemorar el primer aniversario de la tragedia. La memoria de las víctimas debería estar en el centro de todo. Y, sin embargo, llegamos a esa fecha con la sensación amarga de que aún no conocemos con certeza dónde estaba el president, qué hizo y cómo lo hizo en las horas más críticas. En paralelo, la instrucción judicial intenta también despejar otras muchas incógnitas sobre la gestión de Emergencias, pero a día de hoy no podemos descartar que la verdad completa se pierda en un laberinto de versiones contradictorias.

La sociedad puede comprender los errores, las dudas o incluso la descoordinación que provoca una emergencia sin precedentes. Lo que no encaja bien es el desconcierto permanente, la falta de claridad y la sospecha de que no se ha sido capaz de decir toda la verdad. Volvemos, pues, al 29-O. Una y otra vez. Y quizá sigamos volviendo durante mucho tiempo. Porque la gran incógnita de aquella jornada sigue intacta. La respuesta, si la hay, parece resistirse con tenacidad. Y sin ella, la duda seguirá abierta.

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