Los tatuajes son cada vez más comunes y, con ello, cada vez hay menos prejuicio en torno a ellos. Lo que antes se veía como un acto rebelde o marginal, hoy es una forma de expresión personal, un reflejo de la identidad de quien los lleva y, en muchos casos, incluso una herramienta terapéutica.
Para entender mejor este fenómeno, hablamos con Iván Casabò, tatuador, quien nos ofrece su perspectiva sobre el mercado actual del tatuaje y cómo lo vive el que se dedica a ello. En esta entrevista para La Vanguardia, Casabò nos explica cómo ha cambiado la percepción social, la importancia de acompañar al cliente y qué significa para él tatuarse y tatuar.
¿Qué revela que cada vez más personas se tatúen?
Siempre digo que el tatuaje ya no es una moda. Hay modas dentro del tatuaje, claro, pero lo que es tatuarse no lo es. Es como llevar algo en la cabeza: hoy está de moda la gorra, mañana la boina, pero llevar algo en la cabeza no deja de existir. Con los tatuajes pasa lo mismo. Para mí el cuerpo es como un diario, cada tatuaje es una página de mi vida. Para otros es algo estético, y está bien, pero en cualquier caso es identidad, no una moda pasajera.
¿Sigue notando prejuicios?
Sí, aunque mucho menos que antes. Por ejemplo, hace unos años tenía clientes que trabajaban en hospitales y sí que les daban problemas por llevar tatuajes. Hoy en día eso está cambiando, incluso en policías, bomberos o profesiones muy visibles. Donde todavía queda más prejuicio es en trabajos vinculados a gente mayor, como residencias o centros hospitalarios para personas mayores, porque ellos siguen teniendo esa mentalidad más antigua. Pero las nuevas generaciones lo ven con naturalidad.
¿Qué le sorprende de los clientes de hoy?
Que ahora la gente se tatúa cosas mucho más puntuales. Antes era impensable tatuarse, por ejemplo, algo de una película recién estrenada; ahora es lo más normal. El tatuaje se ha convertido en algo más representativo de quién eres y lo que te gusta, no tanto algo tribal o que se escondía. La gente es más impulsiva, sí, pero también más auténtica en cómo usa el tatuaje para mostrar lo que siente.
Iván tatuando a la cantante Anitta
¿Cómo vive la responsabilidad de tatuar en piel?
Con muchísimo respeto. Siempre hay presión, porque sabes que no puedes fallar. La gente tiene que entender que a los tatuadores también nos afecta cuando un tatuaje no cura bien, o si un cliente está descontento. Eso nos pesa, nos afecta anímicamente. No es solo un trabajo: lo que haces se queda en esa persona para siempre.
¿Qué parte es más psicológica que artística?
Entender al cliente. Su situación, su momento, qué significa ese tatuaje para él. Un tatuaje puede estar técnicamente perfecto, pero si la experiencia con el tatuador es mala, ese recuerdo negativo se queda pegado al tatuaje de por vida. Para mí, acompañar y dar una buena experiencia es tan importante como hacer bien el trabajo.
¿Qué piensa de los tatuajes “de moda”?
Siempre habrá modas, y está bien. Al final, todos los tatuadores hemos luchado por normalizar el tatuaje, por abrirlo a todo el mundo. Eso significa que ahora hay más estilos, más gustos, más gente tatuándose. Yo creo que lo importante es que cada persona se tatúe lo que realmente le represente, sea algo de moda o no. Hay gente más original y gente menos, pero lo fundamental es que signifique algo para ellos. Y mientras haya una buena asesoría por parte del tatuador —como intentamos siempre en Circa—, será un éxito.
¿El tatuaje puede funcionar como terapia?
Sin duda. Lo veo constantemente, sobre todo en gente que quiere cerrar ciclos o recordar a un ser querido. He tatuado a personas que se rompen a llorar en la camilla porque sienten que con ese tatuaje vuelven a tener cerca a un familiar o a una mascota que ya no está. Yo mismo lo uso como terapia: tengo frases que me recuerdan que tengo que seguir, que no me puedo rendir. Es una forma muy potente de transformar emociones en algo tangible. Muchas veces un tatuaje sirve para dar forma a algo que no sabes expresar de otra manera. Puede ser un símbolo, una palabra, un dibujo. Es poner fuera lo que llevas dentro, darle un lugar en tu piel para poder seguir adelante sabiendo que eso forma parte de tu historia.
Iván Casabò, tatuador
¿Cómo ve el fenómeno del láser?
Me parece genial. Siempre voy a recomendar el láser antes que un tapado, salvo que sea algo pequeño que se pueda adaptar. Si tienes un tatuaje grande y oscuro que te atormenta, poner otro encima más grande y más oscuro no soluciona nada. El láser te da una segunda oportunidad aunque sea para aclarar el tatuaje y que el tatuador trabaje con más libertad.
¿Qué aprendió de tatuar a artistas como Quevedo o Anitta?
Para mí tatuar a famosos es simplemente un reconocimiento al trabajo, significa que tu nombre ha llegado a sitios donde, de otra manera, no hubiera llegado. Más allá de eso, son personas como cualquiera. Lo que sí me interesa es conocer a artistas que han tenido éxito, entender cómo piensan, cómo viven. Pero al final, el tatuaje es el mismo: ellos se tatúan por las mismas razones que cualquier cliente.
¿Algún tatuaje le ha cambiado a usted?
Sí, el de “todo irá bien” en la muñeca, que me lo hice en un momento de dudas al empezar, y también el de “Attitude” en el cuello. Muchos de mis tatuajes son pequeños recordatorios de momentos de mi vida, frases o símbolos que me empujan a seguir.
¿Qué dirá de nuestra generación estar tan tatuados a los 70?
Que fuimos libres. Que no tuvimos miedo de expresarnos. Nuestras arrugas y nuestros tatuajes serán el mapa de lo que hemos vivido. Para mí no hay nada más bonito que envejecer con tu historia grabada en la piel.

