El docente es, para los más pequeños, la primera gran figura de referencia fuera del entorno familiar. Su papel va mucho más allá de transmitir conocimientos: modela actitudes, despierta curiosidades y deja una huella que acompaña a los alumnos toda la vida.
Sin embargo, no hay dos profesores iguales. Aunque la materia sea la misma, cada uno enseña desde su propio estilo, su carácter y su manera de entender la educación. Algunos fomentan la autonomía del alumno y le dan libertad para avanzar a su ritmo; otros prefieren el método tradicional, con clases estructuradas y libros de texto. También los hay que apuestan por casos prácticos, materiales alternativos o proyectos colaborativos.
Toni García, reconocido como Mejor Profesor de España por los Premios Educa Abanca en 2018, es uno de esos docentes que entienden la enseñanza como un compromiso con las personas antes que con los programas. Con más de dos décadas de experiencia en las aulas, defiende una educación centrada en el aprendizaje práctico, la empatía y la motivación, alejada de la rigidez y del miedo al error. Para él, el aula debe ser un espacio de crecimiento compartido, donde el éxito del alumno es también el del profesor.
Toni García, Mejor Docente de España
En una entrevista concedida a este diario, García compartió su visión sobre dos actitudes frecuentes en la enseñanza con las que no está de acuerdo. La primera es la de aquellos profesores que suspenden a toda una clase. “Eso es imposible”, afirma. A su juicio, en cualquier grupo de alumnos existen distintos niveles de competencia y motivación, por lo que no es realista pensar que todos fracasan por igual.
“Si el profesor ha hecho bien su trabajo, no puede ser que ninguno apruebe. En todo grupo hay alumnos con distintos niveles de aprendizaje”, señala el docente. Para García, el problema radica en una visión de la enseñanza aún marcada por la jerarquía y la autoridad. “Hay profesores que necesitan imponerse a través de las notas, y no debería ser así”, afirma. “La verdadera función del docente es enseñar y sentirse orgulloso de que los alumnos aprendan”.
Si un alumno lo hace bien, merece un diez. Y si comete errores menores, pero es capaz de darse cuenta de ellos, también lo merece
Defiende que el éxito de los estudiantes no resta valor al profesor, sino que lo engrandece. “La educación no es una competición, sino un proceso compartido. Enseñar no consiste en levantar muros, sino en tender puentes, y si toda una clase suspende, algo estamos haciendo mal”, explica el profesor.
Toni García, Mejor Docente de España
Por la misma razón, García tampoco comparte la idea de algunos profesores que aseguran que sacar un diez es imposible porque la perfección no existe. “Si un alumno lo hace bien, merece un diez. Y si comete errores menores, pero es capaz de darse cuenta de ellos mientras corrige contigo, también lo merece.” Además, señala que los sistemas de evaluación son cada vez más automatizados y que las correcciones, realizadas a través de plataformas digitales, tienden a ser más objetivas. Por ello, si un alumno acierta todas las respuestas correctas de un examen, no hay motivo para negarle la máxima calificación.
La educación no es una competición entre alumno y profesor, sino un proceso compartido
A su juicio, la evaluación debe centrarse en valorar el aprendizaje real, no en la búsqueda de fallos para restar puntos. “El examen no es un instrumento para poner a prueba al alumno, sino una herramienta para confirmar que el aprendizaje se ha producido”, concluye García.
En tiempos en los que la educación se enfrenta a retos constantes, la mirada de Toni García recuerda que enseñar no es imponer, sino acompañar. Y que el verdadero éxito de un profesor nunca debería medirse en suspensos, sino en los alumnos que aprenden a creer en sí mismos.


