Emmanuel Reyes Pla, nacido en la reconocida “universidad del boxeo mundial”, Cuba, se ha consolidado como uno de los nombres más destacados del pugilismo internacional. Compitiendo en la categoría de peso pesado (menos de 92 kilos), tras una experiencia agridulce en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, logró alzarse con la medalla de bronce representando a España en los Juegos Olímpicos de París 2024.
“Siempre lo he dicho con orgullo: España es mi país, y es a quien represento y defiendo en cada competición internacional. Para mí, escuchar el himno, ver la bandera y saber que estoy ahí gracias a todo ese esfuerzo… es la prueba de que toda mi historia y sacrificio han valido la pena”, relata ‘El Profeta’ en una entrevista con La Vanguardia.
¿Qué le motivó a ponerse los guantes por primera vez en Cuba?
Empecé a hacer boxeo porque quería aprender a defenderme en el patio del colegio. Cuando estaba en la escuela me metía en algunos líos, y mi papá, para que aprendiera y canalizara esa energía, me metió en el boxeo. Así empezó todo: primero como una forma de defensa, y luego me fue gustando cada vez más. Hay niños y jóvenes que no reciben una buena educación en casa, y eso se nota en la escuela. Yo no digo que haya que ser agresivo ni mucho menos, pero sí que hay que enseñar a los hijos a defenderse.
¿Cómo fue dejar Cuba para venir a España?
Lo más duro fue tener que dejar a mi hijo. Era pequeño todavía, y eso fue lo que más me costó: saber que tenía que irme y dejarlo atrás. Pero entendí que era un sacrificio necesario, y él también lo entendió con el tiempo. Esa fue la parte más difícil: salir de casa, alejarme, e ir a buscar ese sueño no solo por mí, sino también por él. Gracias a ese esfuerzo, hoy puedo decir que valió la pena. Todo ha sido limpio, fruto del trabajo y la constancia.
Llegó a España en 2017 y se convirtió en ciudadano español en 2020. ¿Cómo vivió todo ese proceso y qué importancia tuvo para su carrera deportiva, especialmente de cara a los Juegos Olímpicos?
Fue algo muy importante para mí. Desde que salí de Cuba, a principios de 2017, y llegué aquí a mediados de ese año, mi objetivo estaba claro: quería representar a España y llegar a los Juegos Olímpicos. Gracias a Dios, desde el principio el profe Rafael Lozano confió en mí. Me dijo: “Vas a estar en el equipo, vas a formar parte de nosotros, y vamos a luchar para que puedas ir a la Olimpiada.”
España es mi hogar. Aquí volví a nacer; me dio la oportunidad de crecer como persona y de alcanzar metas que nunca imaginé
Eso me motivó muchísimo. El proceso fue largo y un poco complicado, con mucha burocracia de por medio. Ya con la nacionalidad pude competir, conseguir buenos resultados y, gracias a Dios, representar a España en los Juegos. Fue un sueño cumplido, no solo por mí, sino también por todo el esfuerzo que había detrás.
Emmanuel Reyes, boxeador y bronce en París
¿Qué siente al escuchar el himno español en un podio?
Ah, eso es lo mejor que uno puede vivir. España es mi hogar. Aquí volví a nacer; me dio la oportunidad de crecer como persona y de alcanzar metas que nunca imaginé. Escuchar el himno, ver la bandera y saber que todo mi esfuerzo valió la pena es la mejor recompensa a todo lo que he vivido. Estoy profundamente agradecido con España, con Galicia y con mi entrenador, quienes me dieron la oportunidad desde el principio.
En España parece que todo gira en torno al fútbol, y cuando la gente ve unas Olimpiadas descubre que hay vida más allá de LaLiga o del Mundial y que existen otros deportes
Aunque nací en Cuba, mi vínculo real siempre será con mi barrio, San Miguel del Padrón, y con la gente que me apoyó desde pequeño. Todo lo demás de Cuba no me interesa; me quitó muchas cosas y me hizo pasar momentos muy duros, cosas que no tienen perdón. España es mi casa, mi país, y soy un español más. Cada vez que pueda levantar su bandera en una competición internacional, lo haré sin dudarlo.
¿Se puede vivir del boxeo en España?
Si hablamos de mi situación ahora mismo, que es en un centro deportivo y dentro de la selección, no es que vivas como un rey, pero sí se puede vivir. Si eres inteligente y sabes manejar bien el dinero, puedes sobrevivir del boxeo. El deporte, al final, no cotiza, y eso es importante.
Yo siempre he pensado que el deporte es un trabajo más, pero no una profesión con todas las garantías. Esa es la parte difícil: cuando terminas, sales sin cotización, sin años de trabajo acumulados, sin respaldo económico. Te pasas toda la vida entrenando duro, y luego tienes que enfrentarte a la vida real sin nada.
¿Cree que al boxeo le falta algo para conectar con el público español?
Al boxeo español no le falta nada: hemos trabajado bien y los resultados lo demuestran. Creo que este es el mejor equipo que ha tenido el boxeo español en mucho tiempo y con la selección que más logros ha conseguido. El problema es que es un deporte minoritario: no sale en televisión, la gente no va a los eventos y, lamentablemente, no interesa a los políticos, que no le dan la visibilidad que merece. En España parece que todo gira en torno al fútbol, y cuando la gente ve unas Olimpiadas descubre que hay vida más allá de LaLiga o del Mundial y que existen otros deportes. Aun así, siempre estamos al pie del cañón, levantando la bandera española y representando a nuestro país.
El problema de La Velada es que la gente puede pensar que cualquiera puede subirse al ring y convertirse en boxeador de la noche a la mañana
¿La Velada del Año, la competición de youtubers, mejora o perjudica la imagen del boxeo?
Al final es un buen escaparate para mi deporte. Pero, desde el punto de vista del boxeo de verdad, la gente está fijándose en algo que no es real. Esto es un show. Van youtubers a darse unos golpes, y puede que al público le llame la atención verlos pelear, pero eso no es boxeo. El problema de esto es que la gente puede pensar que cualquiera puede subirse al ring y convertirse en boxeador de la noche a la mañana, y eso no es así. El boxeo es un deporte duro, lleno de riesgos, y no se puede tomar a la ligera.
Emmanuel Reyes, boxeador y bronce en París
En entrevistas anteriores comentó: “Si boxeo contra Topuria, ni me huele”. ¿Qué hay de cierto en eso?
Es cuestión de disciplina específica. Topuria hace entrenamientos de varias disciplinas: no solo boxeo, también judo, lucha… mientras que yo entreno únicamente boxeo, estoy dedicado 24 horas al día a mi deporte. Mucha gente piensa que, por lo que él hace, si pasa al boxeo va a arrasar, pero no es así. Ya ha habido varios ejemplos de luchadores de la UFC que intentaron boxear y les fue muy mal. Siempre he dicho que cada cual tiene su deporte.
Topuria es muy bueno, pero eso no significa que si se pasara al boxeo pudiera ganarme. Si alguien quiere molestarse, puede hacerlo; yo sé que en mi deporte nadie me gana
No lo menosprecio: Topuria es muy bueno, boxea muy bien y tiene una técnica excelente, pero eso no significa que si se pasara al boxeo pudiera ganarme o enfrentarse a un boxeador especializado sin problemas. Si alguien quiere molestarse por eso, puede hacerlo; yo sé que en mi deporte nadie me gana. Si él me enfrenta en la jaula de UFC, claro que me superaría; me ganaría y me controlaría, porque es su especialidad. Pero si se trata de un ring de boxeo, únicamente de boxeo, no me huele, no me gana. Eso es lógico: es mi deporte, y es lo que he entrenado desde pequeño.
¿Cómo es su rutina de entrenamiento y cuidado físico y mental?
A ver, yo simplemente entreno siempre; eso no se puede dejar de hacer, te guste o no. Todo lo demás lo manejo con tranquilidad: la alimentación la sigo bien, tengo un nutricionista, y me doy mis días libres, mis fines de semana, porque el cuerpo lo necesita y hay que darle lo que pide. El entrenamiento es diario, adaptado a la temporada. Cuando no hay competiciones importantes, hacemos sesiones más exigentes; cuando estamos en competición, los entrenamientos son más cortos, pero igualmente constantes. Hay que forzarse cada día, estar al límite, darlo todo.
¿Cómo maneja la presión cuando un combate no va como esperaba?
Me considero bastante fuerte mentalmente. Le doy gracias a mi padre por todos los consejos que me ha dado y por ayudarme a ser así. En los combates que he tenido, no me frustro si algo no sale como esperaba o si al principio las cosas no van bien. Siempre trato de mantener la mente lo más sana posible, buscando los cambios y ajustes necesarios para que todo fluya mejor. Creo que en ese aspecto soy bastante bueno: tengo una mente fuerte, sé recuperarme rápido de los errores, y eso no es algo reciente, sino que me lo inculcaron desde pequeño. Cuando algo no funciona, la mente busca una salida para lograr la victoria. Hasta ahora, considero que esa parte la tengo muy desarrollada y bastante sólida.
¿Qué es lo primero que se le viene a la mente cuando piensa en París 2024?
París siempre se me vino a la mente como un lugar para disfrutar. Desde un principio lo dije: después de lo que pasó en Tokio, todas las lecciones que aprendí allí me hicieron decidir que en París iba a disfrutar, a pasarla bien, a hacer las cosas con alegría y con espíritu deportivo. En Tokio fui muy concentrado, enfocado únicamente en la medalla, y no disfruté de las Olimpiadas ni de la vida olímpica.
Creo que a todos nos llega un momento de humildad y de poner los pies en la tierra. No es que me creyera el mejor del mundo, pero entendí que esto es un camino duro y hay que acostumbrarse tanto a las victorias como a las derrotas
Para París, en cambio, adopté otra mentalidad: dije “este es mi objetivo, pero también tengo que disfrutarlo, reír, hablar, caminar, vivir la experiencia”. Siempre he dicho y se lo he repetido a muchos deportistas que hay que disfrutar del deporte; si no lo haces, las cosas no salen bien. Con esa mentalidad pude alcanzar la medalla y llegar a París en las mejores condiciones, tanto física como mentalmente. La verdad es que todo salió como tenía que salir, y estoy muy agradecido por ello.
¿Cómo recuerda Tokio?
Tokio fue un punto de inflexión. Creo que a toda persona le llega un momento de humildad y de poner los pies en la tierra. No era que yo me creyera el mejor del mundo; simplemente, el Señor me mostró que esto no es fácil, que es un camino largo y duro, y que hay que acostumbrarse tanto a las victorias como a las derrotas en situaciones de esta magnitud. Ese momento me enseñó que, aunque habíamos llegado lejos, todavía había que trabajar duro. No es que hoy seamos campeones olímpicos; Tokio fue la antesala, preparándome para lo que vendría en París.
En Tokio cometí errores, pero la vida consiste en aprender, ajustar las cosas y actuar mejor
Estoy agradecido con Dios, porque fue él quien me enseñó a ser aún más fuerte y a aprender de los errores que cometí. La vida consiste en eso: cometer errores, aprender de ellos y seguir levantándose y creciendo. Gracias a esa lección, en París supe ajustar cosas y actuar mejor. Logramos lo que teníamos que lograr, y aunque podríamos haber alcanzado un poco más, estoy conforme y agradecido con Dios por todo lo que me dio.
Emmanuel Reyes, boxeador y bronce en París
¿Qué consejo daría a las nuevas generaciones que lo toman como ejemplo?
No rendirse. Siempre lo he dicho y siempre he sobrevivido a las dificultades. La vida no tiene un manual oficial que te diga cómo va a ser; a veces está recta, otras veces te presenta obstáculos. Lo importante es no rendirse. Mil personas a tu alrededor te dirán que no puedes, que no llegarás, que no eres capaz. A mí siempre me dijeron eso, pero lo que me enseñó mi padre fue a no rendirme, a seguir adelante sin importar lo que digan los demás. El camino duro es el que te lleva a la gloria; no hay caminos fáciles en ningún ámbito de la vida.
¿Cuál es su próxima meta?
Ahora mismo me gustaría seguir en el ámbito profesional. Después de Tokio empezamos a trabajar en ello. Es un camino difícil, porque al final también depende del dinero y el profesionalismo es diferente al amateur, pero lo estamos llevando bien. Gracias a Dios, ya tenemos por lo menos dos peleas y seguimos invictos en profesional. Si Dios me lo permite, mi objetivo es llegar a Los Ángeles y cerrarla con la medalla de oro. Me gustaría retirarme del boxeo con esa medalla olímpica, que tanto deseo, y espero que Dios me dé esa oportunidad.



