Lorena Cos, psicóloga sobre el Clásico: “El ego herido de Vinícius puede activarse como defensa y generar reacciones impulsivas. Lamine, siendo menor que él, aún debe aprender a no dejarse arrastrar por el impulso”

El Clásico

“Un Clásico no es solo un partido: es una tormenta emocional donde cualquier provocación se siente como amenaza”, cuenta Lorena Cos para La Vanguardia

Lorena Cos, psicóloga

Lorena Cos, psicóloga

(Photo by Oscar DEL POZO / AFP)

¿Quién no sabe que en un Clásico siempre puede haber tensión? Es algo evidente: un partido así está cargado de adrenalina, nervios, orgullo e incluso rabia. Pero ese cóctel emocional, si no va acompañado de madurez, puede convertirse en una bomba que manche la imagen del deporte. Junto a la psicóloga deportiva Lorena Cos, analizamos el comportamiento de los dos protagonistas del último Clásico: Vinícius Júnior y Lamine Yamal.

Ofrecieron a la afición un espectáculo con sabor agridulce para quienes entienden el fútbol como diversión y no como una lucha de egos.  Porque un Clásico pone a prueba el autocontrol de los jugadores: no es solo un partido, es un fenómeno emocional y mediático. “En ese contexto, el sistema nervioso está hiperactivado y cualquier provocación se percibe como amenaza. Mantener la calma requiere entrenamiento psicológico, no solo talento”, advierte Lorena.

La madurez emocional no siempre avanza al mismo ritmo que la deportiva

Lorena CosPsicóloga

La gestión emocional en este tipo de encuentros es clave para evitar actitudes como las que vimos durante y después del partido. En el caso de Vinícius, su expresividad suele generar conflicto. Lorena señala que “su energía emocional forma parte de lo que lo hace tan competitivo”. El problema aparece cuando esa energía no se canaliza bien y se convierte en fuente de distracción y tensión.

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Vinicius Jr y el delantero del Barcelona Lamine Yamal

Sergio Pérez / EFE

Ser cambiado puede vivirse como una decisión técnica o como un juicio personal. Si el jugador interpreta el cambio como ‘no confían en mí’ o ‘he fallado’, se activa la herida

Lorena CosPsicóloga

La psicóloga subraya que gestionar la emoción no significa reprimirla, sino aprender a expresarla de forma funcional. “Vinícius juega con pasión, pero necesita distinguir cuándo esa pasión suma y cuándo resta”, añade. El ego es otro factor decisivo. En el deporte puede ser motor o trampa: cuando está equilibrado, impulsa; pero cuando se convierte en un escudo frente a la crítica o la frustración, provoca rigidez y reacciones impulsivas. “En jugadores tan expuestos, el ego a veces actúa como mecanismo de defensa ante el juicio constante”, apunta Lorena.

Diferencias psicológicas entre Lamine Yamal y Vinícius Júnior

La madurez emocional de ambos es distinta, y la principal diferencia está en la experiencia. Lamine, con solo 18 años, vive las emociones sin filtro: su cerebro aún está desarrollando la capacidad de autocontrol. Vinícius, con 25, ya debería haber aprendido a modular sus reacciones. “Sin embargo, la madurez emocional no siempre avanza al mismo ritmo que la deportiva”, matiza Cos. Además, “la expresividad de Vinícius es parte de su liderazgo consolidado, pero la de Lamine refleja su aprendizaje y la construcción de su identidad deportiva”

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Vinícius Júnior reacciona cuando es sustituido

Susana Vera / Reuters

La exposición mediática también amplifica la necesidad de “responder” a las provocaciones. “Cuando un jugador sabe que cada gesto será analizado, tiende a actuar más desde el personaje que desde la autenticidad”, señala. Esa exposición constante genera la sensación de estar siempre sobre un escenario. “Si no se trabaja internamente, acaba pesando emocionalmente”, añade.

Cuando Vinícius fue sustituido, su reacción sorprendió a muchos. “Ser cambiado puede vivirse como una decisión técnica o como un juicio personal. Si el jugador interpreta el cambio como ‘no confían en mí’ o ‘he fallado’, se activa la herida del ego y surge la respuesta impulsiva. Lo importante no es el hecho, sino el significado que le da”, explica Lorena. “El ego herido de Vinícius, puede activarse como defensa y generar reacciones impulsivas”, aclara.

En el momento del conflicto, lo mejor es intervenir desde la calma, sin alimentar el fuego. Después, analizar con el jugador qué emociones se activaron

Lorena CosPsicóloga

Frases aparentemente pequeñas, como “solo das pases para atrás” (de Vínicius a Lamine), pueden detonar reacciones intensas, porque tocan la identidad del deportista y cuestionan su estilo de juego. En alta competición, el valor propio está muy ligado al rendimiento, y una frase así puede sentirse como una amenaza al respeto o la jerarquía. Lo que desde fuera parece insignificante, dentro del campo puede ser dinamita emocional.

En el caso de Vinícius, su comportamiento también puede reflejar la necesidad de reafirmar liderazgo frente a figuras emergentes como Yamal. “Cuando surgen nuevas promesas, los líderes consolidados pueden sentir la necesidad de reafirmarse. No siempre por inseguridad, sino por mantener su lugar simbólico. La clave está en transformar esa comparación en inspiración, no en rivalidad”, subraya Lorena.

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Lamine Yamal

David Ramos / Getty

Aun así, el cuerpo técnico debe anticiparse. Trabajar la cohesión y la regulación emocional antes del partido es tan importante como preparar la táctica. “En el momento del conflicto, lo mejor es intervenir desde la calma, sin alimentar el fuego. Después, analizar con el jugador qué emociones se activaron y cómo gestionarlas la próxima vez”, propone la psicóloga.

Para Vinícius, el reto es transformar la intensidad en madurez emocional; para Lamine, entender que no todo merece respuesta

Lorena CosPsicóloga

El principal riesgo para un jugador tan joven como Yamal es perder el foco y que eso afecte a su rendimiento. “Cuando entra en ese juego, deja de concentrarse en lo que depende de él y empieza a reaccionar a estímulos externos”, explica Cos. Esa distracción emocional lo saca del presente competitivo. En los jóvenes talentos, el entrenamiento mental debe centrarse en construir una identidad sólida que no dependa de la aprobación ni de la provocación.

¿En qué momento la pasión competitiva se convierte en impulsividad?

Cuando desaparece la consciencia. La pasión empuja, pero la impulsividad arrastra. La línea se cruza cuando el jugador deja de decidir y empieza a reaccionar. “El entrenamiento mental busca precisamente eso: que el deportista siga siendo dueño de su respuesta, incluso en la emoción intensa”, apunta Lorena.

Yamal, con una vida pública tan intensa a los 18 años, afronta un desafío enorme. “A esa edad, la identidad personal y deportiva aún se está construyendo, y la sobreexposición puede generar presión, confusión o desconexión del disfrute”, explica la psicóloga. Cuando la mirada externa pesa más que la interna, el jugador corre el riesgo de jugar para gustar, no para crecer. Por eso es fundamental que tenga un entorno que le aporte estructura, límites y referencias claras; un entorno que lo proteja y le recuerde que el foco no está en complacer, sino en evolucionar como deportista y como persona.

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Vinicius Junior y Lamine Yamal

OSCAR DEL POZO / AFP

De cara al equipo, el crecimiento personal de ambos es esencial, y ese enfrentamiento deja lecciones psicológicas valiosas. Ambos están aprendiendo a convivir con su propio reflejo: el ego, la emoción y la mirada del otro. “Para Vinícius, el reto es transformar la intensidad en madurez emocional; para Lamine, entender que no todo merece respuesta. En el fondo, los dos afrontan el mismo aprendizaje: que dominar la cabeza es tan determinante como dominar el balón”, concluye Cos.

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