Tu historia
Españoles en el extranjeros
En Guyana Guardian queremos contar tu experiencia en otros países. ¿Te has mudado fuera de España porque tu trabajo está mejor valorado en el extranjero? ¿Has cruzado las fronteras por amor? Si has cambiado de vida lejos de casa, escríbenos a [email protected]
Imagina vivir en un pequeño pueblo pintoresco de Grecia, con menos de diez habitantes, al que te has mudado por amor. No se trata de la trama de Mamma Mia!, ni de cualquier otra comedia romántica que podría mantenernos enganchados a la pantalla durante dos horas. Esta historia es real: es la de Eva Isings, una española de 51 años que dejó su país para reinventarse en el extranjero. Tras conocer a su actual pareja durante un viaje de vacaciones a Grecia, se enamoró, tanto que aquel destino terminó convirtiéndose en el lugar al que decidió mudarse.
A día de hoy vive en Salónica, la segunda ciudad más grande del país después de Atenas. Isings reside con su pareja a una hora en coche de Tesalónica, en dirección a la montaña, en una zona llamada Calcídica. “Es relativamente conocida, no para los españoles, pero sí para los griegos y alemanes. Es una zona preciosa, con mucha naturaleza, montañas, bosques y unas playas increíbles. Y tiene pueblecitos diminutos con casas de piedra, que es justo donde vivo ahora”, cuenta en una entrevista para Guyana Guardian.
El pueblo es tan pequeño que ninguna de sus pintorescas calles está asfaltada: son caminos de tierra. “No hay nombres en las calles ni números en las casas”, explica Isings. “Cuando la gente me pide mi dirección, tengo que dar un apartado de correos porque no hay manera de localizar la casa. A veces, cuando mandan paquetes —o cuando mi madre me enviaba algo— llegan porque aquí todo el mundo se conoce. Dicen: ‘Ah, esto es para la española que vive con Janis’. Y así llega todo, por el boca a boca. Es como retroceder muchos años en el tiempo”.
Eva Isings
Un estilo de vida que puede sorprender a muchos, pero que para ella ya es una realidad asumida. Decidió dejarlo todo para vivir este nuevo ritmo que ahora adora. “Cuando me mudé aquí pensé que lo más importante era tener buena conexión a internet. No sabía cómo lo iba a hacer, pero sabía que había gente trabajando online y yo quería hacerlo también”, explica. Desde una habitación apartada de todo el mundo, Eva Isings ha creado su propio espacio desde el que imparte clases de español y sesiones de coaching online a mujeres de todo el planeta.
“A veces pensaba: ‘Si la gente supiera que estoy haciendo coaching desde una habitación, en una casa de piedra, en un pueblo perdido de Grecia, de noche…’. A mí me parece increíble la tecnología”, confiesa. Pero el camino no fue sencillo. Venía de ejercer como psicóloga y, más tarde, como azafata de vuelo. Finalmente, decidió que había llegado el momento de emprender y trabajar por su cuenta.
A los 44 años tomó una decisión firme: “No quiero conducir cada día hasta Tesalónica para un trabajo normal. Yo no vine a Grecia para eso. Quería trabajar online”. Y así lo hizo. Recuerda que al principio supuso un auténtico desafío. “Una amiga me decía: ‘Pero si ya tienes más de 40, ¿cómo se te ocurre?’. No sé, igual un poco loca sí estaba. Pero ha sido lo mejor que he hecho. Mi vida ahora no se parece en nada a la de antes, y soy otra persona, más feliz”, confiesa emocionada.
Foto de Eva Isings
Su vida ahora es muy tranquila. “Antes vivía en Barcelona, aunque tenía la base en Madrid porque trabajaba como azafata de vuelo. Eso sí que era estrés. No sé cómo pude hacerlo. Cuando conocí a Yanis empezamos una relación a distancia y me dijo: ‘Vente a Grecia, múdate conmigo’”, recuerda. Mudarse fue una decisión que tuvieron que valorar: suponía un cambio enorme. “Mi pareja me decía que yo era una mujer de ciudad, acostumbrada a las clases de danza, y le preocupaba que no me adaptara a su vida de pueblo”, cuenta. Pero ocurrió todo lo contrario: Eva Isings supo reinventarse y tomar las riendas de su nueva vida.
Sabía que mudarse era una elección propia. Aunque lo hiciera por amor, tenía claro que podía ser dueña de su camino. “Al principio costó, no voy a mentir. No fue un camino de rosas. Ahora es un gustazo: por las mañanas solo se escuchan pájaros. No hay coches, ni ruido, ni vecinos molestando. Es una paz increíble. Eso sí, aquí casi todos son jubilados. Tengo 51 años y soy la más joven del pueblo. Soy un poco el bicho raro”, destaca.
Todo el mundo hablaba griego, yo no entendía nada. Intentaba adaptarme, a veces estaba triste, echaba de menos España…
Pero los cambios nunca son fáciles, y ella lo sabía muy bien. A pesar de sentirse fuera de lugar al principio, luchó por seguir adelante. “Todo el mundo hablaba griego, yo no entendía nada. Intentaba adaptarme, a veces estaba triste, echaba de menos España… lo típico de cualquier proceso de adaptación. Además, con mi chico hablábamos medio en inglés, medio en griego, y al principio me costaba expresarme bien en inglés. En español me sale todo fácil; en inglés hay que pensar más.
El inglés ya lo tenía, sí, pero igualmente cuesta cuando no es tu idioma nativo”, explica. Además, para ella no fue nada fácil porque el pueblo no la recibió de la mejor manera. Aunque había visitado Grecia en varias ocasiones antes de mudarse y los locales le parecían amables, su perspectiva cambió por completo cuando se mudó. “Eran hostiles, algunos no querían verme o tratar conmigo y no entendía por qué me atacaban así”, relata. Fue una situación muy dura. “Me decían que me volviera a España”, destaca.
Foto de Eva Isings
Eva Isings es muy feliz viviendo en Grecia, pero en ocasiones echa de menos algunas cosas de España y sus tradiciones. “Mi madre era alemana, mi padre es holandés, tengo una familia internacional, sin hermanos y solo un primo en Estados Unidos. Siempre eché de menos esas familias españolas tan unidas, porque yo no lo tuve”, cuenta. Además, también añade que: “Lo que más echo de menos es ir al médico o al dentista y poder expresarme en español. Aquí me siento muy limitada con mi griego”, concluye.



