Un viaje en caravana a Finlandia y una subida del alquiler marcaron un antes y un después en la vida de Juan Carlos Uris y Sandra Castillo, ambos valencianos residentes en el Reino Unido. Cuando decidieron mudarse a Inglaterra en 2020, no imaginaron que, además del cambio de idioma y cultura, les esperaba una transformación aún mayor: sustituir su vivienda tradicional por una sobre cuatro ruedas.
La decisión de irse al extranjero no fue repentina. Su pasión y dedicación a la música fueron algunos de los principales motivos para dejar España. Juan veía en Inglaterra un abanico mucho más amplio de oportunidades laborales. Él ya había trabajado allí antes, por lo que logró integrarse sin problemas en el mercado laboral, mientras que ella decidió probar suerte en la hostelería. Sin embargo, la pandemia les pilló por sorpresa y apenas pudo formarse en el sector antes de que cerrara por completo. Durante meses vivieron únicamente con un sueldo, en un piso diminuto del norte de Londres cuyo coste total rondaba las 1.500 libras mensuales.
Tras un viaje en Camper por Islandia y otro por México, Juan y Sandra se plantearon vivir de forma alternativa en una caravana
Con el tiempo, el alquiler se convirtió en una carga difícil de sostener y de justificar para la pareja. Cuando el casero intentó subirles 200 libras de golpe al renovar el contrato, la cifra total —sumando luz, agua y otros gastos— rozaba ya las 2.000 libras. “Podíamos pagarlo, pero no queríamos gastarnos esa cantidad de dinero en dársela a otra persona en vez de disfrutarlo nosotros mismos”, explican a este diario.
No queríamos gastarnos esa cantidad de dinero en alquiler en vez de disfrutarlo nosotros mismos
Tras un viaje en Camper por Islandia y otro por México, se plantearon vivir de forma alternativa en una caravana para poder ahorrar y así no destinar casi todo su sueldo a la vivienda. Buscaron un camping seguro y bien situado, que les permitiera desplazarse a sus conciertos por todo el país, y compraron su primera caravana por 2.500 libras: “Nos la jugamos un poquillo porque no teníamos ni idea de cómo funcionaba”, admiten con humor, aunque no se arrepienten en absoluto.
Juan cocinando en la caravana
El coste mensual del camping, lejos de ser mínimo, rondaba las 800 libras, incluyendo luz, agua y espacio para dos coches. Aun habiendo opciones más baratas, reconocen que prefirieron pagar un poco más por seguridad: “Dejamos la furgoneta con todo el equipo de música dentro y estamos tranquilos de que nadie nos lo va a robar”.
No es un estilo de vida para todo el mundo, los espacios son reducidos y tienes que saber adaptarte a ello
El día a día en la caravana, aseguran, es más normal de lo que mucha gente imagina. Cocinan, descansan y organizan sus clases —ella de canto, él de batería— en un espacio reducido pero funcional, que, señalan, no es apto para todo el mundo: “A veces sales un día de lluvia y el perro te saca de quicio, o estamos cocinando y nos chocamos”, cuentan entre risas.
Sandra en la caravana junto a su perro
Su sustento económico principal sigue siendo la música, pero también generan contenido para YouTube y colaboran con algunas marcas. A largo plazo, su objetivo es conseguir un trabajo remoto que les permita viajar sin una base fija. “Queremos disfrutar de la vida y viajar por el mundo”.
Otra de las partes menos fotogénicas de este estilo de vida, según la pareja, es vaciar el váter, tener que rellenar el agua o quedarse sin gas en mitad de la noche. Situaciones habituales —o inconvenientes puntuales— para las que hay que estar preparado.
Hace años, a lo mejor hacíamos un viaje grande en todo el año. Desde que vivimos en caravana, no hemos parado de visitar sitios
Es el pequeño precio a pagar de una vida más tranquila, rodeada de animales y aire limpio: “Tenemos vacas que pasan enfrente de la ventana y salimos a cenar entre semana sin miedo a llegar justos a fin de mes”, explica la pareja. La caravana, además de aumentar su capacidad de ahorro, les aporta una libertad que antes no tenían: “Tienes toda tu casa contigo; desenchufas el cable, arrancas y te vas. Hace años, a lo mejor hacíamos un viaje grande en todo el año. Desde que vivimos en caravana, no hemos parado de visitar sitios: en un año visitamos Nueva York, Inglaterra, Gales, Irlanda, Tenerife y Malta”.
Ambos pueden trabajar desde su autocaravana
En redes sociales, cuando en algunos de sus vídeos muestran su estilo de vida y los haters les acusan de romantizar la pobreza o de justificar que no pueden pagar un alquiler, ellos lo niegan rotundamente: “Podemos permitirnos perfectamente vivir en una casa, pero es que nos encanta esta vida. Es cierto que hay personas que viven en caravana por necesidad, pero también hay quienes lo hacen porque así lo han decidido y aman esta forma de vivir”.
A pesar de que con sus ahorros podrían comprarse una casa en un futuro próximo o volver a España para invertir en otros proyectos, aseguran que, por ahora, todavía les queda mucha vida sobre ruedas. De hecho, hace unas semanas vendieron su primera caravana y compraron una autocaravana nueva, más cómoda y espaciosa. Actualmente, Juan y Sandra se encuentran en Gales, en su primer viaje a bordo de su nuevo hogar.
A quienes estén considerando este estilo de vida, les recomiendan probar antes alquilando una autocaravana unos días: “Las cosas buenas nos las imaginamos todos, pero las malas —como quedarte sin gas al cocinar— hay que vivirlas”.


