La Navidad tiene esa capacidad casi misteriosa de devolvernos a la infancia. Las luces, la nieve, los villancicos y ese brillo inconfundible en los ojos de quienes creen en Papá Noel. Hay quienes incluso tienen la suerte de poder conocerlo en persona. Cada año, más de 500.000 turistas visitan Rovaniemi, Laponia, en Finlandia, para visitar a Papá Noel. Detrás de la fantasía navideña que estas familias viven, hay un ejército de jóvenes que la sostienen: los “elfos”, unas figuras traviesas y alegres que transforman la ilusión en una experiencia tangible.
Este año, una de esas guardianas de la magia es Valentina Correa Heredia, nacida en Colombia y criada en el País Vasco desde que era niña. A sus 26 años, hizo las maletas y puso rumbo a Finlandia para trabajar como elfa durante la temporada navideña. Su historia es una mezcla de aventura, vocación por la animación y un sueño que llevaba años persiguiendo: contemplar las auroras boreales. Desde Guyana Guardian hablamos con ella para conocer cómo está viviendo la magia de la Navidad en Laponia.
A sus 26 años, Valentina hizo las maletas y puso rumbo a Finlandia
¿Cuáles son las funciones de un elfo de Papá Noel?
Cuando llegan los clientes, los recogemos en el aeropuerto y la animación empieza en el autobús: les contamos historias de Laponia, anécdotas de Santa Claus… Nuestra misión es mantener viva la ilusión de los niños desde el primer minuto. Cuando llegan a la Villa, realizan varias excursiones: visitas a los huskies, a los renos y, por supuesto, el encuentro con Santa Claus. En todos los trayectos vamos con ellos, animándolos, cantando, jugando… y cuando llegamos a cada actividad, seguimos acompañándolos.
Si nos preguntan si Papá Noel es real, les decimos que nosotros somos elfos y que, en realidad, no estamos seguros de que los humanos existan
¿Tiene contacto directo con Papá Noel?
Sí. Siempre hay una de nosotras con él, recibiendo a las familias: les hacemos las fotos, hablamos con los niños cuando están nerviosos y les contamos historias sobre Santa para que se relajen. Nosotras somos las que gestionamos los turnos y, de alguna manera, las que tenemos que “romper un poco la ilusión”, porque cuando los niños están superemocionados hablando con él, tenemos que recordarles: “Chicos, Santa tiene a más gente que visitar”.
Valentina junto a una compañera elfa en Laponia
¿Os preguntan a menudo si es real?
Muchas veces. Si nos preguntan si Papá Noel es real, obviamente les decimos que sí. Y si nos dicen que no, que creen que no es real, lo más efectivo es darles la vuelta: les decimos que nosotros somos elfos y que, en realidad, no estamos muy seguros de que los humanos existan. Les preguntamos: “Si yo soy un elfo y nunca había visto a un humano hasta ahora… ¿Cómo sé que tú eres real? Igual eres tú un elfo disfrazado”. La idea es llevarles un poco la contraria o hacer un comentario divertido para que se olviden del tema.
Aquí es muy común comer carne de reno. Yo no la he probado porque soy vegetariana, pero dicen que está muy buena
¿En qué idioma hablan los elfos en Laponia?
Está bien hablar varios idiomas porque a veces las familias piden un elfo que hable español o francés, por ejemplo, pero para comunicarte con todo el mundo el idioma principal es el inglés. Y no hace falta que sea perfecto. Mucha gente me dice: “uf, es que mi inglés suena muy español”, pero a los niños les encanta que tengamos acento. Como creen que somos elfos, cuando escuchan un acento distinto piensan: “¡es un elfo de verdad!”. La verdad es que es el trabajo ideal para españoles que no tienen un inglés increíble. Hay un chico de Sri Lanka, por ejemplo, que tiene un acento muy particular en inglés y los niños lo adoran.
Valentina junto al equipo de Lapland staff
¿Cómo se está adaptando a las temperaturas?
El día “más caluroso” estamos a –14. Y los más fríos rondan los –30 o –35. No es tan malo si te pones muchas capas, y buenas. Lo peor no es el frío, sino que se hace de noche muy pronto y no amanece hasta las 9 o las 10. Y cuando por fin hay algo de luz —porque no es un sol como el de España— se va enseguida, sobre las 3 o 3 y media. Eso es lo peor de todo.
¿Afecta eso a vuestra actividad?
Sí, a veces pasa que hay un paseo en reno o alguna actividad y se hace de noche. Es algo que no se puede controlar, pero la gente se enfada porque ha pagado 600 o 700 euros solo por ese paseo. Entonces vienen a quejarse y, como nosotras somos “elfos”, la idea es no entrar al conflicto, sino tirar de humor. No se trata de vacilarles en mal plan, sino de jugar con el personaje y decir algo como: “No entiendo muy bien lo que es el dinero en términos humanos”.
Lo peor no es el frío, sino que se hace de noche muy pronto y no amanece hasta las 9 o las 10
¿Qué clima se respira entre quienes trabajan allí?
Vivimos casi todos juntos: hay varias casas, pero la mayoría de los elfos estamos en la misma, así que el ambiente es siempre muy bueno. Ayer, por ejemplo, estuvimos haciendo karaoke; otros días vamos al cine… Todos tenemos esa sensación de estar viviendo una experiencia única siendo jóvenes lejos de casa. Cada dos por tres salimos corriendo a ver las auroras boreales. Tenemos una aplicación que se supone que avisa cuando van a aparecer… aunque nos engaña constantemente. Aun así, siempre estamos pendientes y, en general, muy contentos todo el tiempo.
Valentina junto al equipo de Lapland staff
¿Considera que es un trabajo bien remunerado?
No es que el salario sea altísimo: quizá paguen un poco más que en un trabajo de animación en España, pero la diferencia no es grande. La clave está en todo lo que incluye. Vivir aquí es carísimo y tenemos muchos beneficios. Te dan un alojamiento que, si no fuera por el trabajo, sería imposible pagar durante seis semanas en Laponia. Además, puedes hacer esquí y participar en actividades con renos o huskies prácticamente gratis si lo comparas con lo que cuesta para los turistas. Por eso creo que la gente no viene tanto por el salario como por la experiencia: aquí vives cosas que serían inaccesibles si no estuvieras trabajando.
¿Cómo valora la oferta gastronómica de la zona?
En general, no hay tanta diferencia con la comida de España. Yo pensaba que iba a ser peor, pero la verdad es que no. Lo único que me parece un poco fuerte es que aquí comen muchísimo reno; es algo muy típico de Finlandia. Hay granjas de renos por todas partes. Yo no lo he probado porque soy vegetariana, pero me sigue chocando bastante: es un animal muy representativo para ellos y, aun así, forma parte de su dieta. Me parece fuerte, la verdad. También comen mucho salmón y pescado en general, pero por lo demás la comida se parece bastante.
¿Qué es lo que más echa de menos en España?
Antes de venir a Laponia estuve haciendo otros voluntariados, así que llevo casi tres meses sin estar en casa. Lo que más echo de menos es a mi perro. También echo de menos a mi hermana, a mi familia, a mi madre o el plan de estar con mis amigos en un bar.
¿Qué significa para ti la Navidad?
Para mí es una fantasía: felicidad, alegría, muchas luces… y, aunque ahora no esté con ellos, significa estar con mi familia.


