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Jana Pugès, catalana en Marruecos: “Me he encontrado españoles que me dicen: 'Este pueblo no es lo que parece'. Yo les digo: 'Claro, es que vosotros lo habéis buscado en TikTok y habéis visto videazos'”

Choque cultural

La joven de 23 años es una de las únicas extranjeras que se ha integrado de verdad en la comunidad local, gracias al idioma

Jana Pugès, catalana en Marruecos: “Me he encontrado españoles que me dicen: 'Este pueblo no es lo que parece'. Yo les digo: 'Claro, es que vosotros lo habéis buscado en TikTok y habéis visto videazos'”

Jana Pugès

La lengua es la mejor puerta de entrada a todas las civilizaciones. Aprenderla es “lo mínimo que puedes hacer para que te traten como una más”, afirma sin dudas Jana Pugès, una catalana de 23 años instalada en un pequeño pueblo costero en el oeste de Marruecos. Después de poco más de un año, domina el darija a la perfección, el dialecto del árabe más popular entre las calles.

Hablar el mismo idioma le ha permitido integrarse de una manera mucho más profunda en la sociedad, con quien ha vivido “una conexión inexplicable”. Por eso reniega del turisme  superficial o de los europeos que se trasladan al país para vivir como reyes: “Estoy súper en contra de los expats que vienen aquí con un sueldo de Suiza pagando 200 euros al mes. Es la misma mierda que en Catalunya”.

Estoy súper en contra de los expats que vienen aquí con un sueldo de Suiza pagando 200 euros al mes

News Correspondentcatalana en Marruecos

Jana Pugès explica qué le ha atrapado de Marruecos

Jana Pugès

Así, la joven de Gavà explica en la entrevista en RAC1.cat que todo lo que genera lo hace desde Marruecos y que tiene una vida muy austera: Mi sueldo son como 300 euros mensuales. Con eso pago el piso, el alquiler del estudio de baile, la comida y todo”. A pesar de ser una región en vías de desarrollo, “los precios de los supermercados son carísimos”, apunta, y deja claro que el salario le permite ir justa: “No puedo salir a cenar fuera”. Eso sí, solo trabaja tres días a la semana.

Mi sueldo son como 300 euros mensuales. Con eso pago todo

News Correspondentcatalana en Marruecos

Llegó en junio del 2024 para hacer un voluntariado, por aquel entonces “pensando que estaría un mes y ya está”, pero se enamoró del ambiente y de la cultura. Su estancia se ha alargado hasta el día de hoy. Después de varias idas y venidas, se mudó en junio de este año. Se quedó en el pueblo de Taghazout, la capital del surf de Marruecos, su debilidad: “Durante la semana surfeo mucho”.

Para ganarse la vida imparte clases de baile en un pueblo cercano, Tamraght, donde ha creado un club femenino “para juntar mujeres europeas con mujeres magrebíes y ofrecer un lugar seguro para bailar”. Cuando se fue a vivir a Marruecos definitivamente hizo un cambio de chip con respecto a las relaciones sociales. Hasta entonces, “trabajaba en un hostal y siempre conocía gente que quizá era su último día en la zona y costaba tener tu rutina”.

Así que, una vez instalada, impulsó las relaciones entre marroquíes y europeos hasta el punto de que se ha convertido en todo un enlace entre las dos comunidades: “Soy la única europea que me junto con todos los chicos y chicas. Estoy contenta porque ahora hay europeas que se están interesando más por el darija y lo hablan”. Aunque se porta bien con todo el mundo, afirma que solo tiene ojos para los autóctonos, con quien puede practicar la lengua: “No me interesa hacer amigos extranjeros aquí, intento que mi círculo sea darija”. En este sentido, expresa que se ha dado cuenta de que, especialmente con las chicas marroquíes, “directamente tengo como una conexión”.

El rol de la mujer en Marruecos ha sido todo un choque cultural que ha vivido de cerca a través del testigo de sus compañeras nativas. “La religión explica a la mujer muy diferente a cómo es realmente”. Argumenta que no viven oprimidas, pero siguen las tradiciones culturales: “En este pueblo se nota mucho que las mujeres se quedan en casa, pero, si le preguntas a ellas, es lo que quieren”.

Las mujeres en Marruecos nacen como cohibidas. Es muy triste. Quizá te pierdes muchas cosas que te podrían estar gustando, pero tienes esa opresión

News Correspondentcatalana en Marruecos

Al respecto relata que se quedó de piedra con la reflexión de una chica en una fiesta popular. “Yo no puedo bailar como tú. Tú eres europea y yo marroquí. Aquí hay mucha gente que me está mirando y no está bien que yo haga eso,” le admitió la chica. Pugès lamenta que la cultura reprima expresiones y aficiones que realmente les gustan: “Nacen como con una cosa dentro... Como cohibidas. Es muy triste. Quizá te pierdes muchas cosas que te podrían estar gustando, pero tienes esa opresión”.

La catalana asegura que ella, como mujer, no ha sufrido este tipo de presión social y en sus clases de baile se practican un montón de estilos, sin cortarse lo más mínimo. “Hay un día que es sexy style y estas clases están abarrotadas: 11 marroquíes me están moviendo el culo y sin sentirse juzgadas”, expone orgullosa.

La catalana el Marruecos critica a los turistas que idealizan las destinaciones por lo que ven en TikTok

Jana Pugès

El “match” con Marruecos ha sido tan perfecto que no parece una mera coincidencia: “Mi manera de pensar creía que era única. En Barcelona no había encontrado nadie que pensara igual que yo” revela. Asegura que su filosofía de vida es exactamente la misma que tienen en este país, la resume en: “Lo que tienes es ahora y no sabes si mañana estarás vivo”. Un carpe diem que ha aprendido con el tiempo: “Realmente, no sé si mañana estaré viva, a base de experiencias aprendí eso”.

Como ejemplo, apunta que “lo que para ti es un problema, aquí no lo es”. Y quita hierro a las preocupaciones de las personas del primer mundo. En la vida de ciudad quizá te amarga que te cancelen una reunión, “aquí te dirían: 'pues aprovecha el tiempo para ir a bañarte a la playa'”. Por lo tanto, defiende que los problemas reales son otros, como la salud de los seres queridos. “La única preocupación que tienen aquí es levantarse y mirar si habrá olas”, sentencia.

Me he encontrado españoles que me dicen: 'Este pueblo no es lo que parece'. Yo les digo: 'Claro, es que vosotros lo habéis buscado en TikTok y habéis visto videazos'

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La autenticidad de la gente y de la vida en estos pueblos ha sido su combustible para quedarse. Por eso detesta a los turistas decepcionados que chocan con una realidad imperfecta: “Me he encontrado con españoles que me dicen: 'Este pueblo no es lo que parece'. Yo les digo: 'Claro, es que vosotros habéis buscado en TikTok y habéis visto videazos'. Graban los mejores spots del pueblo, como los gatitos, la puesta de sol o las cafeterías europeas carísimas. Ponen Tagasut y Tagasut no es eso. Es cabras, camellos, vacas por medio del pueblo o basura por todas partes”.

En la misma línea, insiste que el mundo rural de Marruecos no tiene nada que ver con las grandes zonas urbanas, contaminadas por el turismo: “Lo que vale la pena de Marruecos son estos pueblecitos, las ciudades no tienen nada que envidiar. 100% no iría a vivir una ciudad de Marruecos, porque es como arruinarte. Estás yendo como a Barcelona, pero al siglo pasado”. Por lo tanto, ella ha escogido vivir un viaje muy personal y anticanónico: “Vete a Marrakech y allí tendrás el lujo que tú quieras. Aquí estás en un pueblo costero, no es para todo el mundo”.

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La catalana ha hecho un esfuerzo, genuino, para echar raíces en su nueva sociedad que ha dado sus frutos. Define a los nativos como personas muy altruistas que siempre te quieren ayudar: “Son supergenerosos, te lo dan todo a cambio de nada. Es muy fuerte. Hay muchos días que voy a comprar y quizá les digo 'te lo pago después', y me dicen: '¡Es igual!'”. Otro ejemplo, explica que algunas tiendas no tienen el producto que buscas, pero te dicen que sí. Entonces, van rápidamente a c o mprarlo a otro establecimiento para vendértelo sin  hincharte el precio: “Creo que aquí hay dos factores. Por una parte, que siempre intentan ganarse la vida como pueden y, después, está el factor que soy amiga de esta gente y lo hacen para ahorrarme trabajo de ir a otra hanut y me cobran lo mismo”.

La atracción por una catalana en Marruecos

Este tipo de curiosidades son parte del contenido que comparte en sus redes sociales. Aunque no se considera influencer y no saca rendimiento económico, más allá de alguna colaboración puntual con marcas, Jana Pugès suma casi 50.000 seguidores entre Instagram y TikTok. Aunque ella se siente una marroquí más y domina la lengua, también presenta en internet situaciones de discriminación como extranjera: Subí al taxi donde había tres europeos sentados y le dije al conductor: '¿Cinco dirhams, no?' Y me hizo una cara extraña”, relata. Acto seguido, el taxista los echó a todos para dejar paso a una mujer local. “A los europeos no los quiero”, le dijo. De manera que aquel día tuvo que coger un autobús.

Con todo, la expatriada ha encontrado un nuevo hogar en Marruecos y, de momento, no echa de menos prácticamente nada de su vida en Catalunya. Sí que añora, por supuesto, a sus familiares y seres próximos, algunos alimentos nuestros, pero sobre todo, hablar catalán. Por suerte, hace poco tiempo que ha encontrado a una aliada: “He conocido a una chica de Barcelona y... Hostia que bien”.

Pero todo tiene fecha de caducidad y “este pueblo te puede dar cosas hasta un cierto punto, depende de la vida que quieras tener”. Indica que el próximo verano se le acaba el contrato de alquiler y se aventurará a descubrir otro rincón del mundo: “Creo que me marcharía a algún lugar donde pueda hacer surf. En junio es cuando aquí se acaban las olas y será perfecto”.

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Ahora bien, antes tendrá que pasar por tierras catalanas porque con su vida actual no puede ahorrar: “En verano volveré a Barcelona y ganaré dinero”. Así pues, entre satisfacción y pena admite que “cuando ya me haya llenado de todos los conocimientos y de todo lo que podía recibir de este pueblo, me marcharé a otro lugar”.

Este artículo fue publicado originalmente en RAC1.

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