“Mi abuelo iba para mecánico, pero por un giro del destino, se convirtió en peluquero marcando el destino de la familia”, dice Carol Pages CEO de Raffel Pages. Mirándola bajo un retrato de su padre, el añorado Raffel Pages, el parecido llama la atención, desde la sonrisa fácil hasta las gafas. También las ganas, la energía y el amor por la peluquería están ahí: “Mi padre empezaba su currículum diciendo que había nacido entre peines, secadores rulos y tijeras. Como yo. Como mi hermana Quionia. Como nuestras hijas”, resume. Sin estar, el padre sigue muy presente. “Llegarás dónde tú te propongas. Visualiza lo que quieres hacer y lo harás”, me decía. “Era un artista. Un hombre 100% generoso, todo lo trasmitía”, recuerda. Su consejo más repetido: “Sé feliz y vive con ilusión y pasión todo lo que hagas. Es lo mismo que yo quiero para mi hija Jorgina”, comenta Carol.
La marca Raffel Pages cumple 100 años con buena salud, 65 salones y 34 centros Good Nails dedicados al cuidado de las uñas. Repasar con su CEO algunos de los grandes peinados que han acompañado su trayectoria tiene todo el sentido, porque la familia los ha conocido y vivido en primera persona. Pontificaba Coco Chanel, que tiene una frase para casi todo, que “Una mujer que se corta el pelo está a punto de cambiar su vida”.
Una mujer que se corta el pelo está a punto de cambiar su vida”
A los 17 años, Raffel Pages lo hizo al revés. Dejó atrás el sueño de ser cirujano –más tarde inventaría el corte al bisturí– y cambió una Barcelona en blanco y negro por un París muy vivo y en plena ebullición de ideas antes de cortar el pelo a las mujeres. Perfeccionó el oficio en el mítico salón de las hermanas Carita en la rue Faubourg Saint-Honoré, tutelado por la mismísima Rosy Carita. Por allí pasaba lo mejorcito de la sociedad, la realeza y el cine. Coco Chanel, Catherine Deneuve, Grace Kelly, Brigitte Bardot, la duquesa de Windsor… El joven Pages vio a la mujer como un todo, descubrió la conexión entre la imagen y la expresión personal y la importancia de tener un buen equipo, un estilo propio y un trato exquisito.
Años 20
Divas
Las ondas al agua marcadas con tenacilla definieron uno de los estilos de los años veinte y treinta. Coco Chanel y Greta Garbo eran dos de las figuras más inspiradoras. Para darle un aire contemporáneo, hoy se dibujarían las ondas en diferentes direcciones, manteniendo las puntas lisas y cepillándolas después

Blusa, pantalón satinado, bailarinas y colgante de Adolfo Domínguez
Años 40
Glamur
El estilo ‘pin-up’, los omnipresentes rulos y los laboriosos cardados, muy pulidos, estaban a la orden del día. El cine imponía a las musas, y Marilyn Monroe y Doris Day encarnaban dos tipos de rubia muy distintas: la sexy y la chica de al lado. Hoy le darían un aire menos estructurado
y más desenfadado

Vestido largo de seda con ‘animal print’ de Lola Casademunt by Maite, ‘choker’ de resina de Adolfo Domínguez
“Entre otras cosas aprendió que podía ir con traje y no necesariamente en bata y a no invadir nunca el espacio de una clienta, apunta Carol Pages. Volvió a la peluquería familiar de la calle Muntaner ya con la voluntad de transformar el modelo tradicional con una concepción más creativa y premium en la cabeza. Poco después, en 1975, abrió su propio salón en Sarrià, la semilla de un negocio con hoy cuenta con una amplia red de centros propios y asociados, y un prestigio de marca que se ha convertido en referente del sector a golpe de innovación, técnica, formación y creatividad. Lo reclaman en shootings y desfiles y pone de moda un nuevo concepto de peluquería emocional y transgresora que definía como “el chic subversivo”. Barcelona, donde la competencia era importante, ya vivía en colores. Uno de los orgullos de la marca es el Instituto de Perfeccionamiento que Raffel Pages abrió en 1992 para ofrecer formación continua a los profesionales. “Mi padre era muy generoso, el adjetivo que mejor lo define. Comentaba satisfecho que en todos los salones de prestigio del país hay algún profesional que ha trabajado, se ha formado, ha asistido a shows, ha coincidido en eventos, ha hecho un curso o ha conocido de alguna manera Raffel Pages”, comenta Carol.
Faltan manos y se pintan uñas
Con la mirada puesta en el futuro, Carol Pages pronostica que, tras una etapa de democratización, la peluquería va a volver a ser un servicio de lujo. “Lo que más ha cambiado en estos 100 años, aparte de la multiplicación y la enorme evolución de los productos, son los equipos y los utensilios. Pero también se nota mucho la falta de recursos humanos. En nuestro oficio faltan manos”, confiesa. El “momento pelu” tampoco es lo mismo: “Los cabellos son más finos, necesitan más volumen… Ahora se busca más el ritual, un espacio de desconexión y un buen diagnóstico. Hay una obsesión por el pelo y, sobre todo, por el cuero cabelludo, que ya se sabe que también envejece, y los spas capilares que vienen de mercados asiáticos son tendencia”, explica. Otro punto de inflexión es la frecuencia: “Cuando empecé a trabajar con mi padre las clientas venían unas 16 veces al año; hoy vienen cada tres meses. No tienen tiempo”, asume.
Años 60
Versátil
Los moños ‘bouffant’ o colmena se adaptaban tanto a las grandes ocasiones como a los guateques. Ursula Andress, Brigitte Bardot o Sophia Loren los lucían como nadie. Ahora se llevan bajando volúmenes y suavizando las líneas de corte en melenas cortas

Cazadora, minishort y ‘mule’ con cuña de Gucci
Años 70
Revolución
Los setenta dieron mucho juego: peinados con mucho volumen, las ondas a cepillo del ‘ángel’ Farrah Fawcett, los reivindicativos afros XXL de Diana Ross y cortes con mucha identidad como el shag. Tina Turner comiéndose el escenario, noches de disco… Muchos siguen de moda con acabados más ‘soft’ y suavizando las líneas

Camisa y pantalón de lentejuelas de Lola Casademunt By Maite y pendientes de aro Tabit de Tous
Haciendo balance reconoce que la euforia por la coloración natural y la obsesión por todo lo que llevara la etiqueta eco no le funcionó cuando le dedicó un salón específico: “No ha calado, el tiempo de exposición es más largo, cuesta el doble y el resultado no está a la altura”, valora. En el platillo del éxito pone los salones de uñas: “Mi hija y yo nos hacíamos juntas las uñas cada viernes cuando salía del cole. Había todavía pocos centros y pensé que era una buena oportunidad de negocio, porque abarca una franja muy amplia de usuarios. Antes se hacían las manos para eventos contados, bodas y poco más, pero se ha convertido en una moda y las visitas se han multiplicado exponencialmente. Good Nails by Raffel Pages va de fábula”, concluye.
Historia por los pelos
Igual que esculpía un peinado, Raffel Pages tenía facilidad para las artes. Escribía, pintaba… Parecía pensar que el cabello era una extensión del pensamiento. Hombre curioso, inició y dio forma al museo de la historia de la peluquería más grande de Europa. Está en la Rambla Catalunya de Barcelona y tiene más de 14.000 objetos, entre las que se incluye pelo con ADN de Elvis Presley, los Beatles, Grace Kelly, Marilyn Monroe, Napoleón, María Antonieta… “Es muy bestia. Tiene cosas que no tiene nadie. Es el ‘tercer hijo’ de mi padre. Organizaba viajes en familia para encontrar piezas, recorría rastros, acudía a subastas, compraba por internet…Era su pasión. Lo inició por casualidad, cuando mi abuelo hizo una reforma en uno de los primeros salones para modernizarlo e iba a tirar los secadores de casco antiguos”, explica la directiva. Fue su primer rescate.
Años 80
Libertad
Década de excesos, dramatismo y originalidad. Los peinados con volumen, las permanentes y los accesorios como pañuelos y bandas elásticas en colores neón marcaban la pauta. Paralelamente, existía una vertiente tranquila con cabellos lacios, flequillos angelicales, puntas hacia dentro y complementos en tonos pastel

Mono con volantes y top de Custo Barcelona
Años 2000
Funcional
Los productos de ‘styling’ se multiplican, y el acabado ‘wet’ funciona en verano y, peinando el cabello hacia atrás, como solución de urgencia a un ‘bad hair day’ en cualquier época. Pelo liso, moños con puntas tiesas, coletas altas, trencitas… Paris Hilton y Victoria Beckham eran maestras en interpretar la moda capilar

Chaqueta con cinturón y pantalón, collar D Vinity y minibolso ‘tote’ de Dior
Peines incas fabricados con huesos, espejos chinos de la dinastía Han, navajas de afeitar del Papa Pio X, tijeras de todo tipo, secadores de mano y de cabeza, los primeros tintes de l’Oréal, la peluca más grande del mundo, el enorme tocado de pelucas blancas empolvadas que tanto gustaban a la aristocracia francesa a partir de Luis XIV (da miedo pensar lo que habría allí dentro), primitivos rizadores que hoy nos ponen los pelos de punta (por lo peligrosos)… Entre los artículos favoritos de Carol: “Un tocador de la época zarista con piezas bañadas de oro; un juego de la oca del siglo XVIII donde se va de cabello en cabello; cuadros hechos con pelo natural de la colección privada de Alexandre, el peluquero autor de los irrepetibles moños de Grace Kelly que aparecía con su nombre en el Hola…”
Mirar atrás en el tiempo hace inevitable la pregunta: ¿Quién ha ido y quién va mejor peinada? “Como referencia Grace Kelly, mi padre era super fan y tenemos postizos de algunos de los moños que Alexander le hizo. Es estos tiempos Carmen Lomana, que siempre lleva la melena y el color impecable”, opina Carol Pages. ¿La peor peinada hace años? Una pista: también es rubia.
Fotógrafa: Noemi de la Peña. Estilismo: Fermin+Gilles. Peluquería: Raffel Pages. Maquillaje: Esther Zaragoza @theartistalents para @lepure.com @weleda.es
Modelos: Allegra, Hannah, Alexandra, Valentina, Iveth, de View Management. Asistente de fotografía: Eric Urruticoechea. Producción: The Kilite Estudio Barberà Films