Todos hemos tenido pesadillas. Esos sueños perturbadores, normalmente relacionados con sentimientos tan negativos como la ansiedad o el miedo, que pueden llegar a ser tan intensos que son capaces de despertar a mitad de la noche y cortar el periodo del sueño. Un trastorno del sueño que puede aparecer a cualquier edad, pero suele ser más común en niños, sobre todo aquellos en edad preescolar.
Unos sueños que causan angustia y que los padres no pueden evitar del todo, aunque se puede tratar de impedir en la manera de lo posible. El neurocientífico Pablo Barrecheguren habla del tema de las pesadillas, quizá uno de los menos comentados en cuestiones de trastornos del sueño, como sí son otros como el insomnio o las apneas del sueño, que él mismo padece.

Pablo Barrecheguren es doctor en Biomedicina con especialidad en Neurobiología.
Tal y como cuenta el especialista en su charla sobre los trastornos del sueño en Aprendemos Juntos 2030 BBVA, tener pesadillas no es un suceso aislado ni mucho menos. “Si nos vamos a los adultos, del 2 al 4% de la población tiene más o menos pesadillas”, revela, indicando que el número se incrementa considerablemente si miramos a los más pequeños. “En los niños puede llegar al 20%”, asegura.
Una cifra preocupante, pero todo se debe a la forma y composición del cerebro infantil. “El cerebro de un niño pequeño es muy inmaduro, y todavía le falta mucho trabajo por madurar, por montar en la parte de la gestión emocional”, comienza explicando Barrecheguren.

Las pesadillas no se pueden evitar del todo, pero los padres pueden preparar el terreno para que sus hijos duerman bien.
Un cerebro en desarrollo, en el que suceden demasiadas cosas al mismo tiempo. “Cuando soñamos también hay un procesamiento emocional, y digamos que los cerebros de los niños, cuando están en ese momento del sueño que procesan emocionalmente, a lo mejor les aparece una emoción negativa que contamina todo el sueño”, continúa.
“Como el cerebro del niño no puede contener esa emoción, de repente tiene una pesadilla”, termina explicando.

El neurocientífico Pablo Barrecheguren forma parte del 15 % de población adulta que convive con el insomnio.
“Podemos decir que una persona tiene una pesadilla, porque incluso vemos neurológicamente lo que está ocurriendo en su cerebro: en las partes donde se generan las emociones negativas hay mucha actividad”, continúa explicando el especialista. “Tenemos mucho miedo, mucha angustia, mucha pena”.
No obstante, aquellas partes como el córtex prefrontal, que ponen tope a todas esas sensaciones tan horribles, no pueden poner tope a eso. “La persona se ve abrumada”, indica Barrecheguren. “Y aparte, si estamos mirando el cuerpo, vemos que hay una respuesta fisiológica de miedo, de ansiedad. Se puede ver claramente si una persona tiene pesadillas”.
¿Qué pueden hacer los padres?Consejos para el buen sueño de los niños
-Establecer una rutina horaria para antes de acostarse.
-Establecer una hora para irse a la cama.
-Asegurarse que dispone de una cama cómoda y agradable.
-Evitar cualquier dispositivo electrónico más de dos horas antes de acostarse.
-Asegurarle que las pesadillas no son reales, que solo son sueños y no pueden hacerle daño.
-Asegurarse de que el niño se siente tranquilo, seguro y protegido, y con ganas de volverse a dormir.
Siempre y cuando las pesadillas tengan un carácter ocasional, no hay por qué preocuparse; en caso de que sean de manera recurrente, es recomendable acudir a ayuda médica especializada. “Si es recurrente, hay que prestar atención a lo que estamos soñando”, aconseja.