¿Son realmente iguales los medicamentos genéricos que los de marca? Elena Monje, farmacéutica y divulgadora en redes sociales (@infarmarte), lo tiene claro: “Los genéricos han pasado los estudios de bioequivalencia y actúan de la misma manera en el cuerpo que los originales. Tienen la misma calidad, seguridad y eficacia demostrada”, asegura en uno de sus vídeos recientes. Sin embargo, añade una matización importante basada en la experiencia real del día a día en farmacia.
Según Monje, a pesar de que en la universidad se insiste una y otra vez en esta equivalencia, en la vida real los pacientes muchas veces no perciben ambos medicamentos como idénticos. “Algunos prefieren el de marca simplemente porque ya lo conocen, por el cambio de nombre, de caja o incluso de color”, explica. E incluso hay quien asegura que el genérico “no le hace el mismo efecto” o “le sienta peor”, una percepción difícil de medir científicamente, pero que existe y que los profesionales no pueden ignorar.
La farmacéutica también pone sobre la mesa otra enseñanza teórica que ha tenido que revisar con la experiencia: la prohibición de partir o machacar comprimidos que no estén específicamente diseñados para ello. “Nos enseñaron que jamás debía partirse un comprimido que no fuera ranurado o que tuviera una formulación especial como de liberación prolongada”, recuerda. Alterar estos medicamentos puede reducir su eficacia, alterar su absorción o incluso provocar efectos adversos.
No obstante, en el terreno práctico, Monje reconoce que hay ocasiones en las que no queda otra opción. “¿Qué hacemos con los pacientes que no saben o no pueden tragarse el comprimido entero?”, plantea. En esos casos, saltarse la teoría se convierte en una necesidad para adaptarse a las necesidades reales del paciente, siempre priorizando su bienestar.
Elena Monje invita a mirar más allá de la teoría académica y a entender que, en la práctica farmacéutica, cada paciente tiene unas circunstancias únicas que merecen ser escuchadas y atendidas con flexibilidad y humanidad.

