“Si una persona te dice que te quiere, pero con sus actos te demuestra lo contrario: tápate los oídos y observa cómo es la conducta de esa persona, porque lo único tangible son los hechos”. Así de clara se muestra Deborah Murcia, psicóloga sanitaria y educativa con formación especializada en trauma, apego, violencia de género, manipulación y abuso narcisista. En uno de sus vídeos más compartidos en redes sociales, la terapeuta lanza un mensaje directo a quienes se encuentran atrapados en vínculos afectivos tóxicos: las palabras sin acciones coherentes no significan nada. Y cuando se usan para confundir o retener, se convierten en herramientas de manipulación.
El amor no se explica, se demuestra
Deborah Murcia advierte que el discurso emocional sin acciones coherentes es una forma de manipulación psicológica
“Si te dice que te quiere, pero no se comporta como tal, es manipulación”, insiste. La profesional, que ejerce actualmente en modalidad online ayudando a personas que han vivido o están viviendo relaciones abusivas, señala una de las trampas más comunes en este tipo de dinámicas: las señales ambiguas. “Si da señales ambiguas de que parece que sí, pero luego es que no, es manipulación”, advierte. Lo confuso, según Murcia, no es accidental: forma parte del mecanismo que desgasta la autoestima de quien lo sufre, generando dependencia emocional y duda constante.
Murcia desmantela la idea romántica de que el amor se sobrevive a base de interpretaciones. “No eres egiptóloga, no tienes que estar descifrando jeroglíficos”, afirma con ironía, señalando que el amor real no exige análisis constante ni explicaciones que no llegan. “Si esa persona te quiere, te lo va a demostrar, no hay más”.
En el marco de sus intervenciones terapéuticas, la psicóloga observa con frecuencia cómo estas contradicciones entre el discurso y el comportamiento generan enorme confusión en las víctimas. Por eso, su enfoque parte de una base clara: la validación emocional debe ir acompañada de acciones consistentes. Si no hay respeto, apoyo, cuidado y coherencia, no se puede hablar de vínculo sano.
En un contexto donde cada vez más mujeres —y también hombres— empiezan a identificar el maltrato psicológico y las formas encubiertas de control emocional, mensajes como el de Deborah Murcia resuenan con fuerza. Su labor profesional se centra en ofrecer herramientas de recuperación emocional y autoconocimiento para quienes han estado sometidos a relaciones de abuso. Y su compromiso es claro: acompañar con rigor, cercanía y formación actualizada constante a quienes necesitan reconstruirse tras una experiencia de desgaste emocional prolongado.
Su mensaje final no se presta a dobles lecturas. Si alguien te quiere, se nota. Y si no, por mucho que lo diga, no lo compensa con palabras.