La Edda prosaica, creada por Snorri Sturluson en el año 1221, está considerada como el mayor compendio artístico de la mitología nórdica. La labor de este escritor islandés ha permitido que lleguen a nuestros días multitud de historias y leyendas, que a su vez han inspirado novelas, series y películas. Vikingos es uno de los proyectos audiovisuales más conocidos, basada en las sagas escandinavas de Ragnar Lodbrok.
Muchos de estos personajes cuentan con tramas y características interesantes, pero uno de ellos destaca por una particularidad médica: Ivar Ragnarsson. Inés Moreno, divulgadora médica conocida en redes sociales como la Traumatóloga Geek, compartió algunas interioridades de este guerrero mitológico. Su aspecto más llamativo es el hecho de haber sufrido una enfermedad que afectara a su movilidad y su vida diaria.
“¿Cómo lideras ejércitos si tus huesos se rompen con una caricia? Uno de los guerreros más temidos de la historia no podía ni caminar. Ivar el Deshuesado, un nombre que suena brutal, pero su realidad era mucho más frágil. Desde que nació sus piernas no le respondían, y en la serie Vikingos vemos que no podía ponerse de pie. Pero eso no fue inventado por Hollywood”, destacaba. La afección estaría situada en su sistema óseo.
“Lo que tenía Ivar podría haber sido real: una enfermedad genética llamada osteogénesis imperfecta, más conocida como huesos de cristal. Su cuerpo no producía colágeno de calidad, y eso hacía que sus huesos se fracturaran con el más mínimo golpe. Pero lo más salvaje es que hay varios tipos de esta enfermedad. Algunos pueden caminar con dificultad, otros como Ivar nacen con deformidades óseas muy graves”, señalaba.
Contra la adversidad
“Y, aun así, la historia cuenta que lideró ejércitos, luchó y aterrorizó Europa. ¿Lo más loco? No estaba solo. Existen registros de otros guerreros nórdicos con discapacidad que lideraron batallas y que también fueron leyendas. Tal vez no fue menos vikingo por sus huesos, tal vez lo fue más”, concluía. Moreno también tuvo la oportunidad de descubrir una ubicación curiosa de Granada: el Hotel Reuma, donde sus pacientes sufrían afectaciones físicas contundentes.
“En el ranking de peores usos para un edificio, este se lleva la palma y tiene todo el sentido. Con el frío los vasos se contraen, llega menos sangre y nos oxigenamos peor. Y además se activan las fibras del sistema nervioso. Los nociceptores que llevan el dolor están mucho más activos. Además, el líquido articular se hace menos viscoso. Todo esto hace que los síntomas empeoren de una manera endiablada. Un nombre terrible, pero que esconde una gran verdad”, sentenciaba.