La etiqueta de buena persona no basta cuando se trata de compartir la vida con alguien. Puede parecer dura la afirmación, pero lo cierto es que hay muchas relaciones que se tambalean a pesar de estar formadas por personas que, en teoría, cumplen con esa cualidad. La convivencia, los vínculos y la responsabilidad afectiva exigen mucho más que eso. Saber querer no es solo cuestión de tener buenas intenciones.
Celia Betrián, psicóloga, lanzó una reflexión que se ha hecho viral en redes sociales y que ha reabierto un debate habitual pero pocas veces abordado con precisión. La frase era clara: “No confundas ser buena persona con ser buena pareja”.
Por qué no basta
Las buenas cualidades personales no siempre se traducen en vínculos afectivos sanos
La advertencia no se refería a que esas dos cosas fuesen incompatibles, sino a que una no garantiza la otra. El problema llega cuando se presupone que alguien que actúa bien en general será automáticamente un compañero válido dentro de una relación íntima.
Desde su perfil profesional, Betrián insistió en que hay diferencias importantes entre el comportamiento individual y el modo en que alguien se relaciona afectivamente con otra persona. En ese sentido, explicó que “tener buenas cualidades individuales no garantiza saber estar en una relación de forma sana”. Lo que ocurre dentro de una pareja necesita otro tipo de herramientas emocionales, más allá de la empatía o la educación.
Una de las cuestiones más señaladas en este tipo de dinámicas tiene que ver con la evasión de conflictos y la falta de implicación real en el cuidado del vínculo. Tal y como apuntó la psicóloga en ese mismo contexto, “no basta con ser ‘buena persona’ si no se sabe cuidar el vínculo o si se evitan los conflictos”. Ahí es donde muchas relaciones fracasan sin que haya necesariamente un comportamiento hostil o problemático.
También subrayó que, aunque alguien tenga buenas intenciones y sea considerado en otros ámbitos de su vida, eso no compensa la ausencia de responsabilidad emocional ni la falta de comunicación eficaz. Según sus palabras, “no basta con ser ‘buena persona’ si no se existe responsabilidad afectiva ni hay una comunicación eficiente”.
En una de las publicaciones más compartidas, Betrián resumió la idea principal recordando que “no te preguntes solo si es buena persona. Pregúntate si es buena pareja. Y si tú también lo estás siendo”. La diferencia, por más sutil que parezca, puede marcar el rumbo de cualquier relación.

