Las grandes metas de la vida como sacarse una carrera, obtener el carné de conducir, ascender a ese puesto soñado en el trabajo o formar una familia no se logran de un día para otro. Requieren tiempo, constancia y una enorme dosis de esfuerzo. Aun así, incluso con todo ese compromiso, es habitual encontrarse con obstáculos, retrocesos o la dolorosa sensación de que los sueños se alejan justo cuando estaban al alcance de la mano.
El fracaso, inevitable en cualquier proceso de crecimiento, continúa siendo fuente de frustración y rechazo, especialmente en culturas donde se premia únicamente el resultado y no el camino. Sin embargo, como recuerdan muchos expertos en desarrollo personal, es precisamente en esos tropiezos donde se siembra el aprendizaje que conduce al éxito.

Hombre en la cima de una montaña
Una de esas voces es la de Mel Robbins, coach experta en cambio y autora de uno de los pódcast más escuchados en Estados Unidos, The Mel Robbins Podcast. En uno de sus últimos vídeos en redes sociales, la coach ha compartido una reflexión sobre cómo mantenerse firme en los momentos en los que todo parece venirse abajo.
Tienes que entrar en una sensación de resiliencia, impulso y determinación para seguir adelante
Tras atravesar etapas marcadas por la ansiedad y la depresión, Robbins reconoce estar en una de sus mejores etapas vitales, aunque el recorrido no ha sido fácil. En su testimonio, revela uno de los mantras que la han acompañado cuando sentía que todo a su alrededor se desmoronaba: “Me repetía esto una y otra vez: si has trabajado tan duro, no hay forma de que no obtengas una recompensa. Tienes que creer que este momento te está preparando para algo increíble que aún no ha ocurrido. Sigue adelante”, señala.
Según Robbins, repetir esta afirmación varias veces la ayudaba a salir del bucle de autocompasión y recuperar el foco. “Cuando entras en esa mentalidad”, explica, “se genera una sensación de resiliencia, impulso y determinación que necesitas para seguir adelante”. Un recordatorio de que, a veces, basta con sostener la fe en lo que aún no ha llegado para no rendirse.