La pasión no desaparece. O, al menos, no del todo. Lo que sí se pierde —y es completamente normal— es la facilidad y la rapidez con la que, al inicio de una relación, basta con mirar la comisura de los labios del otro para sentir que llevas una hora de preliminares. Así lo explica Rebecca López, coaching especializada en relaciones de pareja, en uno de sus vídeos más virales en TikTok (@rebeca.lopez.coaching), donde lanza un mensaje directo: “Se puede vivir una relación sin perder la pasión, pero hay que trabajarlo”.
López desmonta el mito de que el deseo debe surgir de manera automática, incluso después de años de convivencia y rutinas compartidas. No es así. Ni es realista. Ni es sano exigirlo.
Lo que se pierde… y lo que no
La pasión no se pierde sola, tampoco se mantiene sola
“Lo que se pierde es la facilidad y la rapidez para que esa persona te excite porque sí, con la rutina y con la costumbre. Y esto es normal”, explica. Pero, a pesar de ello, sostiene que la pasión puede mantenerse viva si las dos partes entienden cómo funciona realmente el deseo, especialmente desde la perspectiva femenina.
“Una cosa que yo creo que a los hombres les cuesta entender —y probablemente las mujeres no lo comuniquemos bien, porque ni siquiera lo sabemos— es que la mujer necesita mucho vínculo para poder relajarse y poder erotizarse”, advierte.
La fórmula es sencilla, pero requiere conciencia: sin un vínculo emocional fuerte, sostenido en el día a día, es difícil que una mujer se relaje lo suficiente como para entregarse al placer. “Si no siente el vínculo seguro, esa mujer va a ser muy difícil que se relaje y se erotice”, afirma.
Y lanza un aviso claro a quienes lo reducen todo a lo físico: “No vale: llego, te agarro un pecho y ya está. No vale: llego, 15 minutos de preliminares y ya está”. No funciona así. No, al menos, para una mujer cuyo deseo se construye desde otros lugares además de la atracción puramente física.
El vínculo emocional es el verdadero preliminar
Los preliminares empiezan mucho antes
La coach redefine por completo el concepto de “preliminares”: “Tiene que haber un vínculo a lo largo de todo el día. Y no se trata de estar todo el tiempo viviendo por y para el vínculo, pero sí que es verdad que la mujer necesita más muestras de afecto”, explica.
Ese vínculo diario no se mide en minutos de caricias antes del sexo, sino en miradas, en abrazos que no busquen un fin sexual, en conversaciones, en sentirse escuchada, en saberse importante para el otro. “Necesita mirarse a los ojos, necesita abrazos sin que ese abrazo sea para tener sexo, necesita conversaciones, necesita sentirse escuchada”, enumera.
No vale llegar, agarrar un pecho y ya está. El deseo femenino nace del vínculo, no del atajo”
“Probablemente el hombre, para tener una erección, para sentir excitación, no lo necesite tanto”, señala López, quien insiste en la importancia de comprender que hombres y mujeres no sienten ni se excitan de la misma manera.
Por eso, la clave está en asumir esas diferencias no como un problema, sino como un puente que obliga a ambas partes a buscar un punto de encuentro. “Somos diferentes y debemos buscar un punto de equilibrio y entender al otro”, sentencia.
López lo deja claro: “La pasión, ¿se pierde? No. Pero hay que comprender que no pensamos ni sentimos igual hombres y mujeres para que perdure en el tiempo. Y, aún así, tenemos que trabajarla”.
No es magia. No es suerte. No es algo que ocurra solo porque hubo amor al principio. Es trabajo. Es presencia. Es vínculo. Y es, también, elegir cada día que la pasión siga formando parte de la relación.

