Alberto Sainz, psicólogo: “Huir de la ansiedad te da tregua un rato, pero te vuelve esclavo del síndrome de evitación experiencial”
Gestión emocional
Poner tu vida en pausa para esquivar la ansiedad puede parecer una solución inmediata, pero tiene un precio: la libertad
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Alberto Sainz, psicólogo, alerta de los riesgos de vivir huyendo de la ansiedad
Huir de la ansiedad funciona… pero solo un rato. Lo que parece un alivio inmediato se convierte, sin darnos cuenta, en una trampa a largo plazo. Así lo explica Alberto Sainz, psicólogo especializado en salud mental y divulgador en redes (@asmente_psicologia), donde lanza un mensaje claro y directo: “Huir de la ansiedad te da tregua un rato, pero te vuelve esclavo del síndrome de evitación experiencial”.
Sainz describe este síndrome como el mecanismo por el cual una persona, ante el malestar, empieza a centrar todos sus esfuerzos en evitar aquello que le genera sufrimiento. “Este síndrome representa la intención de querer siempre escapar de nuestro malestar, obedeciendo lo que nos dicen esos pensamientos dolorosos como, por ejemplo: quédate en casa y no salgas. O intentando reprimirlo, intentando sustituir esos pensamientos para que, de alguna forma, no nos estén molestando”, explica.
El problema es que sí, evitar a corto plazo puede dar resultado. “Conseguimos que esos pensamientos se relajen, se vayan y nos den una pequeña tregua”, admite. Pero la trampa está en que esa tregua es solo momentánea. “Lo que acaba ocurriendo es que pongo mi vida al servicio, en cadena, de un montón de pequeñas conductas que me permiten escapar un rato de esto”, señala.
Esa huida constante tiene un precio: dejar de vivir. “Este síndrome de evitación experiencial, en lo que se traduce básicamente, es que pongo en pausa mi vida, todo lo que para mí es importante, para estar dando vueltas siempre a la ansiedad”, explica.
Evitar te calma un rato, pero te encadena
Cuando la ansiedad te roba el timón
En este proceso, la ansiedad se convierte, sin que uno lo perciba, en la protagonista absoluta de la vida. Todo lo que haces, todo lo que decides, gira en torno a no sentir ese malestar. “Lo que hago, lo que dejo de hacer… todo tiene el propósito de librarme de ese malestar”, insiste el psicólogo.
Pero esa estrategia, además de limitar la vida, tiene tres efectos secundarios claros:
- “No estás viviendo la vida que tú quieres vivir.”
- “Cada vez que huyo de mi ansiedad, lo que acabo haciendo es perder cada vez más y más tolerancia a esa ansiedad.”
- “Cada vez me vuelvo más esclavo de todas estas conductas que me libran un rato de mi ansiedad.”
Sainz explica que cuanto más tiempo y energía dedica una persona a escapar del malestar, menos espacio queda para lo verdaderamente valioso: “Empiezo a dedicar mi tiempo y mi energía a escapar y evitar, y eso hace que no lo pueda dedicar a nada más”, advierte.
En esa dinámica, la ansiedad pasa a ocupar el centro de la vida. “Indirectamente, se vuelve la protagonista de mi vida. Todo lo que hago es por y para ella, para evitarla o escapar de ella”, señala.
La pregunta final que lanza es tan simple como demoledora: “¿En qué plano queda todo lo valioso para ti cuando esto se da?”
Evitar no te protege
El precio de evitar es dejar de vivir
Evitar da un respiro, sí, pero alimenta el problema. Y lo hace a costa de poner en pausa proyectos, vínculos, sueños y todo aquello que da sentido a la vida. Salir del bucle no es fácil, pero empieza por entender que la huida no es el camino.