Cada vez son más los expertos que advierten que el teléfono móvil, a pesar de sus múltiples beneficios, se ha convertido en uno de nuestros grandes enemigos. Estos dispositivos han transformado nuestra forma de comunicarnos, informarnos y trabajar, pero también han generado una fuerte dependencia que afecta nuestra salud mental, nuestro descanso y hasta nuestras relaciones personales.
Estamos tan acostumbrados a tener el móvil siempre en la mano que prácticamente se ha convertido en una extensión de nuestro cuerpo. Para muchos, resulta casi imposible mantenerse desconectados, y precisamente por eso los especialistas recomiendan, día tras día, hacer el esfuerzo consciente de alejarnos del teléfono durante ciertos momentos.
Persona con un teléfono móvil
Desconectar de lo digital no significa perder el control, sino recuperarlo. Significa crear espacio para volver a conectar con nosotros mismos, con nuestros objetivos y con aquello que realmente importa. Solo cuando hacemos esa pausa, aunque sea breve, logramos centrar nuestra atención, recuperar claridad mental y dar pasos hacia una vida más equilibrada y consciente.
El problema del teléfono móvil según Mel Robbins
“Nunca, nunca, nunca duermas con el teléfono. Tienes que dejar el teléfono en el baño. Y la razón es muy sencilla. No voy a hablar de todos los estudios sobre cómo tener el teléfono en la habitación, justo al lado tuyo, interrumpe tu sueño. Voy a hablar de algo que pasa cuando te despiertas”, cuenta Mel Robbins en The Oprah Podcast.
Y es que, en cuanto suena la alarma, lo primero que hacemos es mirar nuestro móvil y revisar rápidamente las redes sociales. No nos hemos incorporado y lo primero que hemos hecho ha sido dejar que correos, fotos de extraños o mensajes del trabajo entrenen en nuestra mente. Nuestra mente que acaba de despertar es invalidada por estímulos diversos que activan nuestra ansiedad y hacen que nos sintamos abrumados desde primera hora.
Mujer en la cama con el móvil
“Empiezas a revisar correos y mensajes, y luego te preguntas por qué estás estresado y agotado. Ni siquiera has salido de la cama y ya has metido todo eso de fuera en tu cabeza, lo que significa que tú, tú mismo, eres lo último en tu lista”, cuenta la experta.
Y si nos quedamos ahí, tumbados, haciendo scroll, activamos la respuesta al estrés. De modo que el cerebro, que aún está en ese estado de transición entre el sueño y la vigilia, se ve de repente bombardeado por información: titulares alarmantes, comparaciones en redes sociales, tareas pendientes o notificaciones. ”El cuerpo reacciona como si tuviera que defenderse o rendir desde el primer segundo del día. Y sí, la ansiedad es mayor por la mañana”.
