Las frutas que llegan a nuestras manos no siempre están tan limpias como aparentan. Algunas tienen incluso un brillo sospechosamente perfecto, como esas manzanas que parecen recién salidas de un anuncio. Para el dietista-nutricionista Luis Alberto Zamora, conocido en televisión como ‘Nutriman’, no todo es lo que parece en la sección de frutería.
“La fruta, cuando brilla demasiado, probablemente tiene aplicada una capa de cera E903, un conservante comestible —como la cera de abeja— que la protege de la deshidratación y la hace más atractiva”, explicó durante su sección en el programa Y ahora Sonsoles. Aunque este tipo de tratamiento está autorizado y no supone un riesgo para la salud, sí requiere precaución: “Siempre hay que lavarla bien, incluso si no te vas a comer la piel”.

Zamora insiste en no caer en la “quimiofobia”: muchos aditivos son seguros y naturales
¿La razón? El corte con cuchillo puede provocar una contaminación cruzada. “Si la fruta no se ha lavado y la cortamos directamente, podemos meter restos de suciedad, bacterias o pesticidas que haya en la piel dentro de la pulpa”, advirtió Zamora.
La recomendación es clara: “Dale una agüita antes de pelarla o cortarla. Aunque no vayas a comerte la piel, así evitas que lo de fuera acabe dentro”. Porque la fruta ha pasado por manos, tierra, cajas… y una superficie limpia puede marcar la diferencia.
Zamora también aclaró que algunas frutas, como las ciruelas, las uvas o incluso los pepinos, generan de forma natural una pequeña capa de cera que sirve como barrera protectora. Aun así, no está de más limpiarlas antes de consumirlas.
Además, explicó que otros conservantes naturales —como el ácido cítrico del limón o la vitamina C de los kiwis— también se utilizan en la industria alimentaria por su capacidad para frenar el crecimiento de microorganismos. “No hay que tenerle miedo a los aditivos, muchos provienen de la propia fruta y están muy regulados”, concluyó.