El consumo excesivo de sal representa uno de los principales riesgos a la hora de sufrir una enfermedad no transmisible, según advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS). De hecho, minimizar el consumo medio de esta supone una de las medidas de la entidad para reducir en un 25% los casos de muerte prematura. La dosis adecuada, según estipula la OMS, es de dos gramos de sodio al día, lo que significaría unos cinco gramos diarios de sal. No obstante, de acuerdo a sus estimaciones, la media mundial está muy por encima de esta recomendación: más de 10 gramos de sal cada día. Y esto supone todo un peligro para el bienestar cardiovascular.
La sal está directamente ligada a la presión arterial, apunta la Fundación Española de Corazón. Esto significa que, cuanta más sal se consume, más aumenta la tensión, siendo este uno de los principales factores de riesgo cardiovascular. Afortunadamente, se trata de un peligro que puede evitarse simplemente controlando la ingesta de sal. El problema es que suele hacerse de forma equivocada, tal y como alerta Roberto Sánchez del Valle, experto en Nutrición. Existe una tendencia a demonizar la sal de mesa, cuando esta no es el verdadero enemigo.
¿Cuál es la sal que beneficia tu salud y cuál la empeora?
“El exceso de sodio perjudica tu salud, no hay dudas”, afirma tajante el nutricionista. Sin embargo, se tiende a poner el foco en la que contiene el salero, en lugar de aquella que realmente afecta negativamente a la salud: la de los ultraprocesados. Roberto Sánchez del Valle señala que condimentar con sal una ensalada no va a resultar nocivo, de hecho, todo lo contrario. El problema real viene cuando se abusa del consumo de alimentos con ‘sal oculta’. “Panes industriales, embutidos, productos precocinados, como pueden ser las pizzas”, enumera.
Una alimentación rica en verduras, frutas y legumbres, que suponga una fuente de minerales como el potasio, ayuda a estabilizar y contrarrestar los efectos del sodio. Por otro lado, el nutricionista explica que, en algunos casos, el consumo de sal resulta especialmente importante, por ejemplo, para los deportistas. Ya que así se reduce el riesgo de sufrir calambres y de empeorar el rendimiento deportivo.
De modo que el riesgo en relación al consumo de sal se basa en no sobrepasar la cantidad total de sodio que se ingiere al día. Para ello hay que tener en cuenta la sal que se añade a los platos, y, sobre todo, aquella presente en los productos ultraprocesados. Estos, además, son “muy bajos en potasio”, advierte el nutricionista. Cabe recordar que una dieta alta en sodio y pobre en potasio aumenta los efectos nocivos del primero.