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Boticaria García, nutricionista: ”¿Cómo decirle a tu cerebro que no tenga hambre? Buscando la dopamina en otro sitio”

Consejos útiles

Resalta la importancia de reflexionar sobre las emociones que nos llevan a comer de forma impulsiva

Boticaria García, nutricionista: ”¿Cómo decirle a tu cerebro que no tenga hambre? Buscando la dopamina en otro sitio”

La nutricionista Boticaria García ha explicado cómo gestionar lo que se conoce como el hambre emocional, que muchas veces no responde a la necesidad real de alimento, sino a la búsqueda de dopamina, la hormona del placer. 

La comida no puede ser refugio de nuestras emociones

Buscar la dopamina en otras fuentes

Boticaria García comenta que “nuestro cerebro muchas veces tiene hambre porque está buscando esa dopamina, ese placer, esa manera de afrontar una emoción”, refiriéndose a cómo el estrés, la ansiedad o incluso el aburrimiento nos llevan a buscar consuelo en la comida y termina convirtiéndose en un refugio para nuestras emociones: “Si tengo un buen día, me abro una cerveza y unas patatas; y si tengo un mal día, me abro una cerveza y unas patatas, porque por lo menos algo me compensa”.

Para cambiar este patrón, Boticaria García propone buscar la dopamina en otras fuentes, más saludables. “En lugar de recurrir a la comida como refugio, podemos buscarla en cosas como una conversación con alguien a quien apreciamos, escuchar música, practicar un hobby, o hacer ejercicio. Todo esto genera dopamina”, añade. Según García, estos hábitos permiten distraer al cerebro y reducir la necesidad emocional de comer. Además, también menciona que actividades como cantar, leer algo que tenemos pendiente o incluso meditar pueden tener un impacto positivo en nuestro bienestar.

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Por último, aprovecha para enfatizar la importancia de reflexionar sobre las emociones que nos llevan a comer de forma impulsiva, cuestionando: “Cuando satisfago mi hambre, ¿cómo me voy a sentir?”. La respuesta, según la experta, es clave para tomar decisiones más conscientes. “Nunca me he arrepentido de comer brócoli, pero de comer ganchitos sí”, concluye, subrayando que se trata de hacer elecciones que nos lleven a sentirnos mejor a largo plazo, intentando evitar ese placer culpable.