El bienestar físico y emocional es uno de nuestros principales objetivos vitales. Tal y como ocurre con el cuerpo, el cerebro sufre las consecuencias del día, cada uno distinto del anterior. Tan pronto como nos despistamos, podemos sentir dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones. El cuerpo debe estar limpio por dentro y por fuera, pero la mente también merece una atención especial, un hecho que destaca el psicólogo Buenaventura del Charco.
“Tienes derecho a estar triste, pero no te instales en la tristeza, tienes derecho a la rabia, pero no te instales en la rabia, o incluso tienes derecho a la ilusión, pero no te instales en la ilusión. Si yo tengo un vaso de agua, ver la parte medio vacía es una distorsión de la realidad, pero solo ver la parte medio llena también lo es. Porque yo pienso mucho que soy tan vulnerable y tan frágil que tengo que ver solo el lado medio lleno”, exponía en el podcast Tiene sentido.
“El problema de todo esto de la psicología positiva, hay gente que me llama cenizo y yo creo que yo soy el optimista, porque yo creo que el ser humano tiene una capacidad natural de poder ver el lado malo de la vida y no necesita autoengañarse. La felicidad solo se alcanza cuando somos capaces de aceptar, de asumir las partes que no nos gustan de nuestra vida, las partes que no nos gustan de nosotros. Y si el positivismo no es el antídoto, ¿Hay algún antídoto?”, insistía.
“El error de la psicología es que se centra en el problema. ¿Tienes una depresión? Pues, ¿qué sabemos de la depresión? Que realmente hay que hacer lo contrario. Lo que hay que hacer es centrarnos en la persona. Que el setenta y pico por ciento de las depresiones que tenemos hoy en día no son tanto depresiones, por desgracia, sino son depresiones autocríticas. El individuo parece que se ha convertido en una herramienta que tiene que funcionar, que tiene que ser perfecta, que tiene que ser productiva”, profundizaba.
Un hijo abraza a su padre
Aceptar el bagaje
“¿Por qué vivimos en el momento de mayor bienestar material, de mayor bienestar psicológico, y sin embargo se han disparado las tasas de salud mental? Porque somos las generaciones más insatisfechas con quienes son. ¿Por qué entonces nos enamoramos del éxito de los demás, del dinero de los demás, de los coches de los demás, de los bienes materiales de los demás? Tenemos una sociedad exitocéntrica todo el rato, estamos enseñando lo bueno y ocultamos lo malo”, añadía.
“Nos convertimos en un producto, nos tratamos como un producto. Queremos que nos compre sin necesitar la aprobación y la palmada en la espalda de todo el mundo. Le das a todo el mundo el poder de ser tu juez, el rechazo es el precio de la libertad. Si tú no eres capaz de encajar el rechazo, no vas a ser libre”, sentenciaba.


