Roser Gort, psicóloga del sueño: “Si no estás durmiendo lo suficiente o tu sueño está fragmentado por ronquidos, apneas o estrés es normal que no te despiertes con la primera alarma porque necesitas más horas de sueño”
Sueño
La experta se avaló en la ciencia para demostrar la relación que existe entre el descanso y las alarmas de nuestros despertadores
Roser Gort, psicóloga especializada en sueño
Así como hay mucha gente que se despierta de manera natural, sin recurrir al despertador, hay cierto porcentaje al que hacerle caso a esa primera alarma le puede parecer una meta inalcanzable.
Según la psicóloga Roser Gort desde la cuenta de Clínica del Sueño Estivil, no se trata de pereza ni de falta de voluntad, ya que hay fundamentos biológicos y científicos detrás de esta dificultad cotidiana.
“Si no estás durmiendo lo suficiente o tu sueño está fragmentado por ronquidos, apneas o estrés, es normal que no te despiertes con la primera alarma porque necesitas más horas de sueño”, afirmó Roser.
Durante el sueño, atravesamos distintas fases, y según la especialista, el problema es que “tú cuando te pones una alarma lo haces pensando en la hora a la que te quieres despertar, y no en función de en qué fase del sueño te vayas a encontrar en ese momento”.
Si la alarma suena en una fase profunda, el cerebro está demasiado desconectado del entorno, lo que dificulta un despertar ágil y consciente.
A esto se suma la llamada inercia del sueño, una especie de neblina mental al despertar que, en sus palabras, “puede durar desde unos pocos minutos hasta más de media hora”, haciendo que pensar, moverse o tomar decisiones se vuelva cuesta arriba.
Apagar el despertador
Otro factor clave, según la experta, es el cronotipo: no todas las personas funcionan igual a lo largo del día. “Si tu cronotipo es vespertino, es decir, que tu cuerpo y tu mente funcionan mejor por la tarde o por la noche, madrugar se convierte en una lucha contra tu biología”, detalló Roser.
La psicóloga insiste en que poner múltiples alarmas cada diez minutos no resuelve el problema de fondo. En realidad, esa costumbre puede reflejar un déficit de sueño real y acumulado. “En estos casos no es que no quieras levantarte, es que tu cerebro y tu cuerpo no pueden”, concluyó.